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El nacimiento de La Línea de la Concepción

La Línea en Blanco y Negro

En sus orígenes, la localidad fue una especie de campamento “provisional” para abastecer a la población cercana a las fortificaciones de asedio a Gibraltar

La Línea, con el Peñón al fondo, en 1900.
D. Ramos / L. J. Traverso

07 de abril 2021 - 05:00

La Línea/Gibraltar estuvo bajo vigilancia constante y fue sitiada en varias ocasiones (1727, 1779-1783) sin demasiada suerte para los ejércitos españoles. Los ingleses, más fuertes que nunca, iniciaron una política expansionista, comiendo terreno al istmo, que no estaba contemplado en el Tratado de Utrecht. Ante este hecho, el gobierno español tomó una decisión que sería fundamental en la historia de la futura Línea de la Concepción: la construcción de una plaza fuerte, Línea de Contravalación o Línea de Gibraltar.

Esta orden fue dada el 2 de noviembre de 1730 al director de Ingenieros, Isidro Próspero de Verboom, para la construcción de dos fuertes, uno situado a levante y otro a poniente del istmo, unidos ambos por una línea de fortificación, con el propósito de impedir el tránsito y hacer prevalecer los derechos sobre el istmo, además de hacer patente la presencia española en la zona, prohibiendo a los barcos ingleses el atraque fuera del puerto de Gibraltar.

En 1731 se inició la construcción de los dos grandes fuertes, llamados de Santa Bárbara y San Felipe. El primero recibe este nombre en honor de la Patrona del Arma de Artillería, ubicándose en la playa de levante, siendo aún visibles sus restos. El segundo toma su nombre en honor del rey, Felipe V, y se sitúa en la playa de poniente.

Entre estos dos fuertes se construyó una gran muralla central con varias plazas de armas en punta de diamante con sus cuerpos de guardia respectivos, discurriendo desde Santa Bárbara a San Felipe. Todos ellos se encontraban situados a una distancia equidistante, llamados de Santa Mariana, San Benito, semi-plaza de armas y cuerpo de guardia de San José, San Fernando y San Carlos.

Imagen tomada en 1900.

Se finalizaría la construcción de esta formidable línea defensiva con todos sus baluartes en 1735: la llamada Línea de Contravalación o Línea de Gibraltar.

Así pues, en sus orígenes La Línea no fue más que una especie de campamento “provisional” formado por artesanos y comerciantes que abastecían a los militares y a sus familiares en las proximidades de las fortificaciones levantadas para asediar Gibraltar, ya que por ser un territorio en conflicto no se autorizaba el asentamiento de población civil de forma estable. Las fortalezas de La Línea de Gibraltar quedarían intactas durante veinte años, cumpliendo el objetivo por las que fueron construidas. A principios del siglo XIX se produce la invasión de la península Ibérica por parte de las tropas francesas. España había firmado un pacto de defensa con Inglaterra para luchar contra los franceses en la Guerra de la Independencia Española. Con el pretexto del temor a que las tropas de Napoleón Bonaparte, que ya habían llegado a la comarca campogibraltareña, se adueñasen de esta línea fortificada, los españoles accedieron a que el coronel británico Holloway, jefe de ingenieros en la guarnición de Gibraltar, derribase las fortificaciones españolas y las baterías de sus alrededores, procediendo a su voladura el día 14 de febrero de 1810.

El Fuerte de Santa Barbara, en la zona de levante.

Tras la destrucción de la línea física que bloqueaba el paso por el istmo, la ciudad continuó creciendo con una gran dependencia de Gibraltar, ya que cubrió las necesidades de todo tipo de la colonia británica (suministro de alimentos: carnes, frutas, verduras y hortalizas, de recreo y diversión, de espacio físico para alojamiento próximo de una fuerza de trabajo abundante al servicio de un Imperio en expansión, etc.).

Fue el 17 de enero de 1870 cuando se autoriza la segregación de La Línea del Ayuntamiento de San Roque, y se le conceden los pastos, frutos, aprovechamiento y sus usos públicos comprendidos en el término jurisdiccional. Así nace con poco más de 300 habitantes La Línea de Gibraltar, nombre que heredó la población de la fortificación junto a la que nació.

El Fuerte de San Felipe, en poniente.

El casco urbano del recién nacido municipio se comprende entre la actual Plaza de la Iglesia, la Plaza de la Constitución, calle Real, la calle Jardines y la Avenida España. Tiene un cementerio, la comandancia, una aduana, un cuartel de carabineros y otro de soldados, más allá, el barrio del Espigón y lejos, en la playa de levante, La Atunara / Tunara, barriada de pescadores que no nació como un barrio más de La Línea, sino que sus orígenes datan nada más y nada menos que de 640 años antes que la propia ciudad. Entre todo esto muchos huertos: el de Pedro Vejer, Mondejar, del inglés, Fava, Recagno, Genovessa, Russi, etc.

El 20 de julio de 1870 se constituye el Ayuntamiento de La Línea, siendo su primer alcalde-presidente Lutgardo López Muñoz, elegido por una comisión de vecinos designados por la Diputación Provincial. En la primera sesión del nuevo ayuntamiento se procedió a la elección del nombre con el que desde entonces debería ser conocida esta población y de forma unánime se decidió el de La Línea de la Concepción, por ser la Inmaculada Concepción la patrona del ejército español en esas fechas. Este nombre fue cambiado en varias ocasiones, pero persiste la propuesta primitiva, y es en 1883 cuando vemos aparecer este nombre en los libros de actas.

Fue en 1913 cuando el rey Alfonso XIII otorga el título de ciudad a La Línea de la Concepción.

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