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La arquitectura de Los Barrios (I)

Observatorio de La Trocha

La monumental iglesia barroca de San Isidro Labrador está considerada como el edificio más importante de la población, cuya esbelta torre es emblema y seña de Los Barrios

El antiguo pósito fue edificado bajo el reinado de Carlos III

El antiguo pósito de Los Barrios (1764-1768).
Juan Carlos Martín Matilla

11 de octubre 2024 - 02:44

Los Barrios/En el presente artículo comentaré la arquitectura de la villa de Los Barrios, población nacida en el siglo XVIII tras la pérdida de Gibraltar. Antes centrarme en la arquitectura del núcleo urbano, he de mencionar dos edificaciones que se hallan fuera de él.

En primer lugar me referiré a la torre de Botafuegos, próxima ya al actual término de Algeciras. Se trata de una torre vigía de origen medieval, anterior al siglo XIV. Es de planta cuadrada, de seis metros de lado, lo que la conforma como un prisma cuadrangular. Se accede a su interior por una puerta a nivel del suelo con arco de herradura ciego. Sobre esta puerta se abre un vano estrecho que comunica la primera planta con el exterior. El interior se cubre con bóvedas. Está construida con hiladas de mampuestos de arenisca con sillares en sus esquinas. Esta torre se encontraba en el alfoz de la Algeciras medieval, pero en el reparto del histórico término de esta ciudad en siglo XVIII quedó enclavada en el barreño.

Torre de Botafuegos, de origen medieval.

La torre de Entre Ríos está enclavada en Palmones, entre los ríos Guadarranque y Palmones, y consiste en una torre de vigilancia para alertar de los posibles ataques de los piratas berberiscos. Data del siglo XVI, aunque posiblemente se alza sobre una anterior de época medieval. Es de planta cuadrangular, lo que conforma un edificio de forma prismática. Originalmente contaba con once metros de altura y hasta los cinco es maciza; a partir de aquí se encuentra su única estancia, a la que se accedía por una puerta abierta a siete metros de altura. Está construida con mampostería y argamasa. En dos de sus cuatro lados se abren sendas ventanas cuadrangulares, que servían para otear el horizonte.

Torre de Entrerríos en Palmones, del siglo XVI.

Dejando ya estas dos construcciones enclavadas en el término municipal barreño, en el casco de la villa hay que señalar la monumental iglesia barroca de San Isidro Labrador, el edificio más importante de la población, cuya esbelta torre es emblema y seña de Los Barrios. Es de planta cuadrangular y se cubre con tejados de tejas árabes, a dos aguas sobre la nave, y a una, en las laterales. Fue construida en el siglo XVIII, comenzó hacia 1727 y la torre, en concreto, data de 1769.

La fachada principal está dividida en tres partes: en la central se yergue la citada torre y a cada lado se hallan los muros que cierran las dos naves laterales, en los que se abren sendos óculos de perfil mixtilíneo, se cubre con tejado a un agua. La majestuosa torre cuenta con cuatro cuerpos y en el inferior se abre la puerta de acceso al templo, con arco ojival rebajado, cuya clave está resaltada por una moldura. A cada extremo se levantan dos pares de columnas de capiteles de orden toscano sobre altos basamentos, entre las cuales se abren sendas hornacinas con arco de medio punto con molduras y repisas. En ellas se encuentran las imágenes de San Isidro y de la Virgen del Rosario. Sobre estas columnas discurre una amplia cornisa, en cuyos extremos se yerguen unos pináculos adosados al muro.

La parroquia de San Isidro Labrador.

En el centro de la parte superior de esta cornisa se abre un balcón con antepecho de hierro forjado; se encuentra flanqueado por dos columnas con capiteles de orden jónico y su vano se cierra con un arco también ojival rebajado con su clave resaltada por una artística moldura. Sobre este balcón destaca un frontón triangular partido terminado en volutas. En la parte superior se halla la cartela fundacional del templo. Este cuerpo se remata con una gruesa cornisa sobre la que se levantan cuatro bolas sobre pilastrillas.

El segundo cuerpo consiste en una estructura prismática cuadrangular, adornada con perinolas en su parte superior. Esta estructura sirve de base al tercer cuerpo, que presenta un perfil achaflanado, formando así un prisma octogonal. En este cuerpo se abren varios vanos alargados, con arcos de medio punto en forma de dovelas. El cuarto nivel de la torre, de menor volumen, también tiene achaflanadas sus esquinas y en él se abren los vanos para las campanas y se halla instalado el reloj. Se cubre con un tejado piramidal. Toda la torre está construida con sillares de arenisca. Se accede al interior del templo por un pasillo abovedado debajo de la torre. También se abren en sus lados izquierdo (calle Santísima Trinidad) y derecho (calle Jesús, María y José) sendas puertas adinteladas, adornadas con unas finas cornisas.

Detalle de la portada de San Isidro Labrador.

El interior del templo consta de tres naves. La central, más alta y ancha que las laterales, se cubre con una bóveda de semicañón con lunetos y arcos fajones. A lo largo de sus lados discurre una cornisa con friso adornado por metopas, triglifos y dentículos. La bóveda descansa sobre gruesos pilares sobre basas áticas y coronados por capiteles clásicos de orden toscano. Entre estos pilares se abren arcos de medio punto. Un gran arco toral con cornisas da paso al crucero, sobre el que se levanta una gran cúpula de media naranja, por cuya parte superior discurre una galería con barandillas sobre una gruesa cornisa de varias fajas, y en donde se abren ventanas con vidrieras. Las cuatro pechinas lucen unos artísticos medallones con imágenes religiosas entre pinturas de ramas verdes y angelitos. Gruesas molduras simulan los nervios de la cúpula.

Estos arcos de medio punto separan la nave central de las dos laterales, que se cubren con bóvedas de arista. En la parte superior del testero del presbiterio luce un gran cuadro rematado con un arco escarzano y flanqueado por pilastras con la imagen de San Pedro. En este testero del altar mayor se abren dos hornacinas a cada lado, con arcos de medio punto, en las que se encuentran las imágenes de San Isidro y de San José, respectivamente.

La nave central de San Isidro.

En el centro, entre dos pilastras con capiteles corintios se instaló en los años noventa del pasado siglo un baldaquino o templete, con cupulita semiesférica ligeramente apuntada sobre un grueso entablamento formado por un arquitrabe y una doble cornisa, con molduras denticulares en medio y unos pequeños querubines en sus esquinas, que se apoya sobre cuatro pares de columnas de fuste liso que imitan al mármol sobre bases y con capiteles corintios; tanto los capiteles como las bases están doradas. Todo este conjunto se apoya sobre un amplio basamento. Antes de su instalación se hallaba la imagen de Cristo Crucificado entre las citadas pilastras.

A cada lado del presbiterio, en naves laterales, se abren sendas hornacinas con pilastras de capiteles corintios y frontones triangulares; tiene arcos de medio punto y en su interior destacan sendas semicúpulas en forma de veneras; se asientan sobre repisas convexas.

Relojes de Sol en San Isidro.

En las paredes de sus naves laterales se abren diversas capillas con hornacinas. En la nave de la izquierda cabe destacar su primera capilla con un precioso retablo dorado muy barroco, con una hornacina en su centro que acoge una imagen de la Virgen de Fátima.

Esta capilla se cubre con una cúpula de media naranja con óculos, decorada con delicadas pinturas rococó de florecillas sobre pechinas adornadas con molduras doradas. Otra de las capillas reseñables es la dedicada a Jesús Cautivo, donde destaca una hornacina con gran arco de medio punto entre columnas de fuste liso y sobre la que se abre una cúpula decorada con pinturas azules y querubines, imitando al cielo. En la siguiente capilla se encuentra una hornacina con arco de medio punto que acoge la imagen de la Virgen, entre dos columnas de fuste liso y capiteles corintios, sobre los cuales descansa un entablamento formado con arquitrabe, friso y cornisa. Se cubre con una cúpula de media naranja con un plafón estrellado en su clave.

En la nave de la derecha también se abren varias capillas. A los pies de esta nave nos encontramos con un bonito retablo formado por cuatro columnas con capiteles corintios sobre plintos. Estas columnas sostienen un entablamento con friso y cornisas, sobre el que se yerguen dos pináculos a cada extremo. En el centro se abre un gran arco de medio punto. En la primera capilla, donde se venera la imagen del Cristo de la Buena Muerte, podemos apreciar una bonita cúpula de media naranja, cuya clave tiene un plafón dorado, en cuyas pechinas resaltan unos medallones con imágenes sagradas, rodeados de molduritas en forma de ramajes

A esta capilla le siguen dos de las más artísticas, a las que se accede por unas puertas que lucen preciosa decoración barroco-rococó. En la primera, el vano se enmarca entre dos pilastras de fuste acanalado con capiteles corintios y sobre ella discurre una cornisa sobre la cual se abre un óculo lobulado entre delicadas molduritas y pilastrillas. El vano se cierra con un arco de medio punto. La segunda también presenta un arco de medio punto, cuyo intradós está decorado con un plafón estrellado. El vano se enmarca entre dos pilastras de fuste acanalado y capiteles corintios, sobre las que se extiende una cornisa que sostiene dos figuras y un escudo en su centro.

La primera puerta da acceso a la capilla de planta octogonal, donde se venera la imagen de la Virgen del Carmen, dentro de una hornacina con arco de medio punto. Está adornada por un espléndido retablo dorado de estilo barroco y el perímetro superior luce una artística cornisa sobre la que se levanta un gran friso formado por pilastras, óculos de perfil sinuoso y medallones con altorrelieves de imágenes religiosas. Este entablamento sirve de apoyo a la cúpula que carece propiamente de pechinas. En su centro se abre una linterna.

La otra puerta da acceso a la capilla del Sagrario, que muestra un magnífico retablo, también barroco, con la imagen del Sagrado Corazón en la hornacina, con arco de medio punto, del centro y el Sagrario. Este retablo está flanqueado por dos columnas de fuste liso y capiteles corintios y sobre la que discurre el entablamento con friso y cornisa, coronado por una especie de alto copete. Esta capilla es de planta elipsoidal y su cúpula se decora con doce medallones que representan a los respectivos apóstoles; en el centro destaca la pintura que simboliza la Eucaristía. En el perímetro superior se abren unos óculos.

Dejando la magnífica iglesia de San Isidro Labrador, he de comentar el edificio del antiguo pósito de grano. Data de 1764-68, y ampliado en 1779. Es un edificio de planta rectangular, con tejado a dos aguas, de tejas árabes. La puerta de acceso es adintelada y tanto sus jambas como su dintel están construidos con gruesos sillares de piedra. También las esquinas se refuerzan con este tipo de sillares. Sobre el dintel de su puerta se encuentra una lápida de piedra empotrada en la que figura la fecha de su construcción, bajo el reinado de Carlos III. En la parte alta se abre un óculo que ilumina el interior. En las fachadas laterales se abren varios vanos adintelados rectangulares en vertical y también en la pared trasera. En su interior destaca la amplia bóveda de semicañón que cubre toda la estancia y la serie de vanos con arcos de medio punto que se abren en sus dos caras laterales. Tras su restauración fue destinado a museo de Historia Natural y actualmente se usa como salón de exposiciones.

Juan Carlos Martín Matilla es Licenciado en Filología, vocal de Patrimonio de la Asociación Cultural La Trocha y miembro de la Sección 2ª Arqueología, Etnología, Patrimonio y Arquitectura del Instituto de Estudios Campogibraltareños.

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