Un pueblo en camino: Los Barrios peregrina tras San Isidro entre espigas y palmas

Más de 70 carretas y 200 caballistas acompañan al patrón en un recorrido lleno de historia por el corazón de Los Alcornocales

“Canto el varón celebrado”: Los Barrios vive con sol, carretas y fervor su Romería de San Isidro 2025
“Canto el varón celebrado”: Los Barrios vive con sol, carretas y fervor su Romería de San Isidro 2025

Los Barrios/A las diez de la mañana, cuando el sol ya había trepado por las fachadas blancas de Los Barrios, repicaron las campanas de la iglesia parroquial. Dentro, la imagen de San Isidro aguardaba la bendición de estandartes y espigas de trigo. Un murmullo de voces devotas se entreveraba con los cantos del coro, y el incienso, casi imperceptible, dibujaba en el aire el inicio de una de las celebraciones más queridas del Campo de Gibraltar. La Romería de San Isidro arrancaba con algo de retraso, pero con el fervor intacto, como cada año desde 1964.

En ese mismo instante, a más de 1.600 kilómetros de distancia, el mundo contenía la respiración frente al cortejo fúnebre del papa Francisco en Roma. Mientras el ataúd del pontífice salía de San Pedro rumbo a la basílica de Santa María la Mayor, escoltado por cabezas coronadas y mandatarios de todo el mundo, en Los Barrios las carretas adornadas con romero y claveles se ponían en marcha. Como si la tierra y el cielo tejieran un puente de símbolos entre el luto y la celebración, entre el final de una vida entregada a Dios y otra que, aquí, se honra con flores, guitarras, caballos y caminos de polvo.

Setenta carretas —dos más que el año anterior— y cerca de doscientos caballistas acompañan al santo patrón en su ruta hasta el paraje de la Montera del Torero, en pleno Parque Natural de Los Alcornocales. Alrededor, un reguero de fieles camina entre palmas y risas, vestidos con trajes de lunares, sombreros de ala ancha y la promesa de un fin de semana de convivencia, naturaleza y reencuentro.

“Vamos con San Isidro, protector de los campos, patrón de los labradores”, dice un romero con la voz rota de emoción y de cante. Entre los bueyes que tiran de las carretas, los niños que saludan desde los remolques engalanados y los mayores que recuerdan romerías de hace medio siglo, todo respira una cierta solemnidad popular: no la gravedad del rito, sino la alegría sencilla de estar juntos, de mantener viva la llama de lo que se hereda y se comparte.

El cielo se ha vestido de gala: sin nubes, con temperaturas primaverales que no superan los 24 grados. En la Venta El Frenazo, la comitiva hace su primera parada a las doce en punto para rezar el Ángelus. Después, un receso hasta las tres de la tarde, cuando el cortejo retomará su andar hasta alcanzar el área recreativa, donde las carretas se colocarán en círculo, formando un campamento de alegría, guitarras y ollas al fuego.

El Ayuntamiento ha desplegado este año un ambicioso Plan Romero que cuida cada detalle: servicio especial de autobuses, veintiocho aseos químicos —dos de ellos adaptados—, puntos de recogida selectiva de residuos y un novedoso sistema de comunicación por walkies, que suple la falta de cobertura telefónica en esta zona del parque. La Guardia Civil participa con su escuadrón de caballería, ocho efectivos en dos turnos, que vigilan discretamente los caminos.

Nada parece dejado al azar. Tampoco la historia. La imagen que este sábado avanza entre la multitud no es la talla original de San Isidro, la que sobrevivió milagrosamente a la quema de iglesias en 1931, sino una réplica en resina que resiste mejor los embates del aire libre. La original, esculpida en el siglo XVIII y venerada en la antigua ermita del Cortijo de Tinoco, permanece en el templo, protegida. Pero la réplica, con su corona de flores frescas, despierta el mismo respeto.

“Canto el varón celebrado, / sin armas, letras, ni amor, / que ha de ser un labrador / de mano de Dios labrado”, escribió Lope de Vega en su poema dedicado al santo. Ese verso resuena hoy en la tierra roja de Los Barrios, donde los caminos han sido surcados por generaciones de campesinos. San Isidro, dicen las leyendas, hacía arar la tierra sola mientras él oraba. Hoy, los fieles caminan por él.

La Montera del Torero es un lugar que parece salido de otro tiempo: una gran piedra en forma de montera, símbolo de esta comarca que mezcla mar y sierra, caracolas y cornicabras. Allí, bajo las encinas y los alcornoques, continuará la fiesta todo el fin de semana. Habrá comidas compartidas, cantes improvisados, brindis por los que están y por los que ya no pueden venir. Habrá premios también: a la mejor carreta, al jinete mejor vestido, a la mejor pareja a caballo. Y un grupo rociero pondrá música al mediodía del domingo.

La eucaristía y la bendición de los campos se celebrarán a las 11:30 del domingo. A las cuatro de la tarde, San Isidro emprenderá el regreso al municipio, donde se le espera en torno a las ocho y media con repique de campanas y otra misa, que pondrá el broche final a esta romería de luz, de fe y de memoria.

Desde 1964, esta romería se celebra el último fin de semana de abril, y desde 2019 tiene el reconocimiento de Fiesta de Interés Turístico Nacional. Nació del impulso del Padre José Vizo Méndez, quien refundó la Hermandad de San Isidro Labrador. Pero más allá de los títulos y las cifras, es el corazón de un pueblo lo que se pone en marcha cada año: una tradición que no se cansa de caminar, que se reinventa sin perder sus raíces, que junta a los que rezan con los que cantan, a los que lloran con los que bailan, como sólo saben hacer las buenas romerías.

San Isidro ya camina de nuevo entre su gente. Y con él, camina la historia de Los Barrios.

También te puede interesar

Lo último

stats