El parqué
Caídas ligeras
Alfonso Marquina
Hace 45 años, Alfonso Marquina navegaba a bordo del Juan March de Trasmediterránea, en una línea que partía de Barcelona y llevaba a Las Palmas, con escala en Algeciras. Por aquel entonces, nunca había pensado hacerse funcionario y, ni mucho menos, que acabaría siendo el capitán marítimo del puerto más importante de España en tráfico portuario. Son días de reuniones con su sustituto, por ahora en funciones -Julio Berzosa-, despedidas y entrevistas.
-Algeciras no ha conocido otro capitán marítimo que usted.
-No, no ha tenido otro. Es un caso raro porque 20 años es muy difícil que nadie mantenga un puesto, además de libre designación. He tenido ofertas de otros trabajos, pero eran en Madrid y no soy ambicioso. En ningún momento de mi vida la ambición ha sido mi punto débil.
-¿Recuerda cómo fue su primer día en Algeciras?
-Fueron tiempos difíciles porque se estaba cambiando la Administración. No había nada, no había instalaciones. El primer día conocí al comandante, que fue muy amable y nos dejó unos despachos. Iba pasando personal a la Marina Mercante personal que tenía la Armada y poco a poco se fueron creando los distintos departamentos, como puede ser registro, titulaciones, despacho de buques.
-¿Cómo ha sido su trabajo diario como capitán marítimo?
-El trabajo diario tiene dos fases muy claras: cuando no pasa nada y cuando hay una emergencia. Cuando el trabajo está en el modo normal es trabajo de gestión y de control del personal. Está el departamento de despacho, el de registro, el de titulaciones, el de expedientes sancionadores, estos son personas que no salen de la Capitanía. Luego, los que salen a ver barcos, centros de formación, el departamento de Seguridad Marítima y el departamento de Inspección, que su misión es ir a los barcos. Bien a los extranjeros a hacer las inspecciones que tenemos programadas dentro de un marco europeo, o bien a los de bandera nacional, que les hacemos las inspecciones como estado de bandera. Si ocurre algo, ese día es el modo de emergencia. Tú habrás vivido alguna emergencia así.
-Sí, recuerdo la del Rhea, por ejemplo.
-Ah, sí. Aquello, afortunadamente quedó en nada.
-Y la explosión de Gibraltar.
-Si la casa de tu vecino está ardiendo no vas a negociar si le prestas la manguera, vas directamente a echar agua. En aquella emergencia de Gibraltar participaron yo creo que cinco remolcadores españoles y los aviones de Salvamento Marítimo porque hacían fotos continuas porque se produjo una gran contaminación. Esa fue una emergencia, pero al principio pasamos una época peor que ahora. Ahora llevamos tres años sin que la playa del Rinconcillo se manche en verano, con el tráfico que hay. Es una frase repetitiva pero somos el primer puerto en tráfico en España, que nadie lo acaba de creer. Tú le preguntas a cualquiera cuál es el primer puerto y te dice Barcelona, Valencia, Bilbao... pese a toda la propaganda que nos hacemos, nada.
-Le he oído lamentar más de una vez que las buenas noticias no son noticia.
-Creo que desde la comarca hay que tener una postura activa por parte de las autoridades, sobre todo de los políticos, que lo expliquen lo máximo posible. Pero es una guerra que veo perdida. Lo que realmente vende es la mala noticia, porque supongo que los seres humanos somos morbosos y no vende que el capitán marítimo o el presidente de la Autoridad Portuaria haga una buena gestión. Si al presidente le regalan un traje, se merece salir en todos los periódicos, pero que lleve una buena gestión de 15 ó 20 años no le interesa a nadie, dicen que es la propaganda de siempre. Abres el periódico y miras lo que te llama la atención, lo malo, pero esa es la condición humana, creo yo. En Europa Sur en el sector son noticia las buenas y las malas, además, esto quiero que lo pongas, la sección de Marítimas la han llevado siempre buenos periodistas. Es cierto. Carmen es una periodista buenísima, redactaba correctamente y transmitía la idea. Aquí sí que son noticias las buenas, porque si Vopak va a contratar a no sé cuántas personas, esa es una buena noticia.
-¿Qué opina de la idea recurrente de que el puerto debería compensar más a los algecireños?
-Una persona formada entiende la importancia del puerto para la ciudad y el número de puestos de trabajo que genera. Yo he estado en el consejo de administración muchos años. El puerto gestiona su dominio público marítimo y terrestre, su espacio. A partir de ese espacio, he oído muchas quejas sobre las verjas que se ponen. La verja se pone porque ahora hay convenios internacionales que obligan a mantener unas medidas de protección. El puerto se autofinancia, no sé si eso no lo acaban de comprender los ciudadanos. El puerto no tiene accionistas, no reparte dividendos a nadie. Luego tiene también lo que se llama un programa de responsabilidad social corporativa e intenta, con inversiones importantes, favorecer a todos los municipios que están cerca del puerto, patrocinando obras, y la Comisión Puerto-Comarca. La cantidad que se invierte fuera, tanto en subvencionar un equipo de fútbol como en hacer un paseo, tiene que ser proporcionada porque hay que justificarla ante las autoridades que auditan al puerto. Naturalmente, a la ciudad siempre le parecerá poco lo que el ente puerto le ayuda, pero al puerto siempre le parece que lo que aporta al ente ciudad es mucho. De todas formas, la idea simplista que se tiene en la ciudad es que el puerto tiene mucho dinero, pero lo que no tiene claro el ciudadano es que el puerto, por mucho dinero que tiene, no sale del Estado. O se reinvierte, o va a ayudar a otros puertos.
-Entonces, ¿cree que los enfrentamientos en este sentido vienen de un problema de información?
-Si se mancha la playa del Rinconcillo, al alcalde le molesta muchísimo porque se ha manchado su playa, donde están sus ciudadanos. Todos no somos abogados del Estado para saber que cuando se mancha, la competencia es de tal Administración. Pues el que va y se mancha los pies, de entrada, va y maldice al alcalde. Y luego está la función de la figura del alcalde y los concejales que han sido elegidos por la ciudad de conseguir cosas. Yo veo todo esto dentro del juego democrático. El alcalde intenta conseguir cosas, y el puerto pues intenta que funcione el puerto y luego tiene una serie de objetivos secundarios. Y para el alcalde el objetivo es la ciudad y todo lo que pueda, pues lo hace. Es parte del funcionamiento democrático.
--En materia de seguridad marítima, usted siempre ha dicho que el accidente cero no existe.
-No, desgraciadamente, no. De todas formas, si has observado los informes de la Comisión de Investigación de Accidentes Marítimos, hemos llegado ya al factor humano. Los barcos que entran y tienen que ser inspeccionados, son inspeccionados, los que se les detecta algo, son sancionados, en fin, hay un control de la navegación, del tráfico marítimo, por la Administración. Ahora me dices el nombre de un buque cualquiera del mundo y, de entrada, te doy todos los datos de ese buque. Pero, profundizando un poco más, se lo digo a la Inspección y me da todas las deficiencias que le han detectado a ese buque en todos los puertos europeos en los que ha estado. Ha llegado el momento en que están muy controlados, no sólo por la Administración.
-En Internet está casi todo.
-Cuando yo llegué a Algeciras, teníamos máquinas de escribir, ese era el instrumento que teníamos y había que ir al barco si querías conocerlo y pedirle cosas. Ahora, se sabe todo. Se va a los buques extranjeros para ver si la documentación que presentan se corresponde con la realidad, y ahí es donde encontramos las deficiencias. Ahora está pasando en Europa lo que pasaba cuando yo navegaba en barcos extranjeros a Estados Unidos. Cuando íbamos allí sabíamos que había aviones vigilando y sabíamos que nada más atracar probablemente vendrían del Coastguard y nos mirarían, entonces ya íbamos prevenidos. En cambio, en otros puertos menos preparados, sabes que nadie te va a mirar. Y si te va a mirar, es porque quiere solucionar el tema con un regalito. No está interesado en que lleves el bote bien o mal, son pobres y eso tiene una explicación humana. Y el arreglo en Europa ya no se hace.
-¿Se ha llegado a acostumbrar a las críticas?
-A veces he leído críticas que desde el punto de vista legal son admisibles, pero desde el punto de vista estrictamente legal. Es como si vas a urgencias, vas en malas condiciones y te dicen que les des una fotocopia de tu afiliación y de tu historial médico, y tú allí. El objetivo de todos es que, pese a la legislación, el país se mueva, las responsabilidades que tienes a tu cargo se muevan. Entonces, en algunas críticas legalistas, pues tienen su punto de razón. En la prensa hay unos profesionales que sois los periodistas y luego están los que opinan sobre el día a día. Intentáis contar los hechos objetivos y la realidad. La playa está manchada, hacéis fotos y lo contáis, pero paralelamente están los que opinan, las personas que saben algo y te ponen...
-¿Algún ejemplo?
-Una vez hice una entrevista en la radio durante un temporal muy fuerte y dije que lo primero que hacía al llegar al despacho -que aún hago por defecto pese a que llevo jubilado desde el día 7-, leo el BOE, veo el meteo porque el tiempo es muy importante para la seguridad marítima, y veo a continuación la prensa. Dije "veo el meteo" porque los marinos lo llamamos así en vez de boletín meteorológico y un opinador me dedicó una columna entera a lo tonto que era yo y a la falta de información que tenía por ver el canal Meteo, porque al parecer antes existía un canal Meteo. Poniéndome fatal, y tengo cinco o seis boletines meteorológicos, desde el popular Windgurú al de AEMET... Son artículos que hacen sin mayor fundamento, porque tienen que escribir una columna. Al final, dejé de leer los artículos de opinión.
-También están los comentarios de las webs.
-Mira, el otro día, precisamente. A mí no me gustan nada las comidas de trabajo porque desde mi punto de vista son muy duras. Yo no suelo leer los comentarios, pero como la noticia se refería a mí, no pude evitar ver uno y decía: despídete de todos de una vez y así ahorraremos en comilonas. Creían que yo voy a ver al alcalde y nos tomamos una comilona y lo que hicimos es darnos la mano, nos deseamos lo mejor. El señor del comentario creía que después hubo una comilona.
-¿En estos 20 años ha llegado a sentir impotencia por no tener control por lo que ocurre en la bahía?
-No, no, tampoco soy de emociones fuertes. Creo que me he ido adaptando a los tiempos. Como capitán marítimo he sido el primero y me he ido formando, adquiriendo experiencia en las responsabilidades que tengo poco a poco. Creo que en los últimos cinco, seis o siete años ha sido cuando el equipo se ha consolidado, la capitanía, los medios, los sistemas informáticos consolidados -aunque siempre están en transición-, pero tenemos cierto grado de consolidación. Somos un organismo pequeño y para un puerto como éste hacíamos, al principio, lo que podíamos. Pero no sufría, hacía todo lo que podía pero no sufría. No veo muy racional sufrir por algo que no podemos controlar. Pero se ha ido imponiendo un verdadero control progresivamente. En el año 2000 éramos 14, ahora somos 32.
-¿Recuerda algún momento en especial de estos años?
-Un momento entre malo y cómico, cuando encalló un buque en San García, el Sierra Nava, y a los pocos meses, otro. En la primera embarrancada había un temporal e incluso estaba despierto porque el viento daba mucho en las ventanas, eran las 4 de la mañana. El segundo me dejó traspuesto. "¿En la punta de San García otra vez?", y me dijo el controlador: "sí sí, donde embarrancó el anterior". Y yo me decía que cómo le comunicaba al director general que ha embarrancado un barco en el mismo sitio que embarrancó el otro, pensará que no hemos hecho nuestro trabajo. Al final cuando lo asumes se hacen bromas. Hubo un tiempo también en el que embarrancaron varios barcos en Punta Europa y dijimos que habría que ponerle defensas de goma.
-¿Qué va a hacer ahora?
-No lo sé. De la primera compañía en la que navegué me fui voluntariamente, en las otras tres, dos quebraron y la última, el último barco se hundió. O sea, que he tenido una vida muy agitada. Luego vine aquí y estuve en Cádiz, luego en Algeciras, supongo que me adaptaré a pertecer a las clases pasivas. No sé cómo. Bueno, tengo una idea. Pienso estudiar algunas cosas que me han quedado pendientes. Antes de empezar a navegar pasaba muchísimas horas en el Museo Marítimo de Barcelona y me hubiera quedado allí de conservador, pero pagaban el equivalente ahora a unos 10 euros o así y no seguí. Pues igual veo algo de arqueología naval, pero no lo he pensado. Sobreviviré y algo haré.
-¿Le ha dado tiempo en estos días a echar de menos algo?
-Pues desde que se extendió el uso del móvil siempre me he comprado camisas con bolsillo y lo he tenido ahí. Saber que no me va a llamar nadie durante la noche y que si hace mal tiempo, pues lo siento mucho por los implicados, pero hay temporal. Eso sí que lo he notado ya con gran alegría.
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