La incertidumbre desembarca de nuevo en Barbate
Los pescadores temen que la decisión de Marruecos de suspender contactos con la UE rompa el convenio

Los datos que proporciona la Agencia Pública de Puertos de Andalucía son elocuentes: el pescado desembarcado en 2015 en la lonja de Barbate sumó 5.239 toneladas; esto es, un 38,48% más que el año anterior. El importe de ese pescado dice aún más: 21,6 millones de euros en 2015 frente a los 12 millones de 2014; un 79,43% más en un año. Hay motivos más que suficientes para celebrar que fue un buen año, que las cosas han mejorado y que se ha notado y mucho el regreso de los pesqueros al caladero marroquí. Sin embargo, en la Casa del Mar las conversaciones reflejan preocupación. Hace unos días que sobre el café de la mañana se cierne una niebla invisible procedente de Marruecos que mantiene en alerta a los parroquianos: se preguntan si hay alguna novedad, leen el periódico en busca de una información que despeje el horizonte.
La incertidumbre llegó a Barbate a finales del mes pasado de la mano de Mustafa Jalfi, que es el portavoz del Gobierno marroquí. Los barcos de cerco de Barbate que pescan en Marruecos, los que han devuelto el ambiente a la lonja y han llevado un poco de alegría al pueblo el año pasado, regresarán al caladero africano el próximo 1 de abril tras dos meses de paréntesis obligado. Pero Mustafa Jalfi se sentó ante los micrófonos hace unos días y dijo que el Gobierno marroquí había declarado la "suspensión de todo contacto con las instituciones europeas".
A partir de ese momento, los vecinos de Barbate comenzaron a preguntarse si los barcos podrán reanudar la pesca en aguas del país vecino el mes que viene. Si el enfado con la Unión Europea escenificado por Jalfi tendrá consecuencias. Si a los reproches a la UE (por lo que Marruecos considera una "actitud desleal que hace caso omiso del debido respeto entre socios") seguirá lo más temido ahora: la ruptura del acuerdo pesquero.
Que Marruecos estaba mostrándole su irritación a la UE era conocido desde que comenzó el año. Era su respuesta a una resolución desfavorable para sus intereses: el pasado diciembre, el Tribunal Europeo de Justicia anuló el acuerdo de la UE con Marruecos para aplicar medidas de liberalización de aranceles recíprocas a los productos agrícolas y pesqueros. Fue pactado en 2012 e incluye al Sáhara Occidental. El acuerdo había sido recurrido en su día por las ONG internacionales Western Sahara Resource Watch y Human Rights Watch: sostienen que la UE no puede permitir que los productos que provienen del Sahara Occidental sean presentados como procedentes de Marruecos, que eso "fomenta indirectamente la violación de derechos del pueblo saharaui". Marruecos considera que el Sáhara Occidental le pertenece pero la comunidad internacional estima que es un territorio ocupado. Es un conflicto que no acaba de encontrar una solución y que salpica a cualquier intercambio, relación o acuerdo entre algunos países y Marruecos.
La UE ha presentado un recurso contra la decisión adoptada en diciembre por el Tribunal Europeo de Justicia. Pero al Gobierno marroquí no le ha convencido esa actitud. La ve tibia. De ahí que Mustafa Jalfi saliese a la palestra y expresase su "decepción ante la gestión opaca que ciertos servicios de la UE han hecho de esta cuestión". Marruecos quiere "explicaciones y garantías", dijo también Jalfi al anunciar que su país "se toma el derecho de exigir a la UE una interacción leal y responsable". Marruecos, agregó el portavoz del Gobierno marroquí, "no puede aceptar ser tratado como simple objeto de un procedimiento judicial, ni pasar de mano en mano entre los distintos servicios e instituciones de la UE".
Con los barcos de cerco a un mes de regresar al caladero marroquí, estas declaraciones hicieron saltar las alarmas. La Federación Andaluza de Asociaciones Pesqueras, Pedro Maza, explica el porqué de manera muy gráfica: "Vamos de sobresalto en sobresalto. Cualquier problema con Marruecos puede afectar al acuerdo pesquero. En estas circunstancias, si se escapa una guantada se la lleva el sector pesquero".
Por eso en cuanto habló Mustafa Jalfi, la federación que preside Maza se puso en contacto con el ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente para recabar información, para preguntar si la suspensión de contactos entre Marruecos y la UE afectaba en algo al convenio pesquero. Pedro Maza dice que la respuesta fue tranquilizadora: en estos momentos la normalidad es total, el acuerdo continúa en vigor, sigue el proceso de renovación de licencias, las cosas están como estaban.
En definitiva: no hay ningún problema con Marruecos en relación con el convenio pesquero, respondió el ministerio.
"Pero eso no quiere decir que no pueda ocurrir algo", matiza con prudencia Pedro Maza. No pasa nada, todo va como estaba previsto pero nada garantiza que no pueda surgir una reacción que ponga revueltas las aguas que ahora permanecen tranquilas. Eso lo saben bien en Barbate. Allí recuerdan, sin ir más lejos, lo que sucedió hace dos años. El acuerdo de pesca entre Marruecos y la Unión Europea, que permitió a la flota andaluza volver a faenar en el caladero africano, había sido firmado en julio de 2013. En diciembre de ese año, el Parlamento Europeo aprobó el protocolo y después, en febrero de 2014, lo hizo el marroquí. Pero no fue hasta finales de marzo de ese año cuando el rey de Marruecos, Mohamed VI, firmó el acuerdo. Los armadores y la Junta de Andalucía se plantearon entonces que los barcos de cerco podrían comenzar a pescar en aguas marroquíes enseguida: el 1 de abril. Pronto supieron que su previsión era totalmente errónea.
Pasó abril. Y mayo. Y junio. Llegó el mes de julio y resulta que pese a lo anunciado a finales de marzo, faltaba un trámite para que el acuerdo pudiese hacerse efectivo: para que los barcos pudiesen volver al caladero. O eso argumentaba Marruecos. El caso es que a mediados de julio de 2014, los pesqueros seguían esperando. Fue entonces, durante una visita a Marruecos del rey de España, Felipe VI, cuando el rey marroquí dio por solventado ese escollo, que parecía el último: el monarca le dijo a su colega español que ya había ratificado el acuerdo y ahí avanzó el asunto hacia el siguiente trámite.
Pero pasó el mes de julio. Pasó agosto. Llegó septiembre y por fin fueron entregadas las primeras licencias a los pesqueros. Tras meses de tensión, angustia y todo tipo de problemas burocráticos los barcos comenzaron a pescar e inmediatamente hubo incidentes. En el caladero Majuán, los pescadores marroquíes no querían compartir las aguas con sus compañeros españoles pese a que estos pagan, con sus licencias, parte de los 40 millones de euros anuales que Marruecos recibe de la UE por el acuerdo pesquero. Armadores marroquíes y gaditanos tuvieron que reunirse en Tánger para repartirse el caladero y solucionar el conflicto.
Esos precedentes pesan en Barbate. Allí, en la lonja, Andrés Barrera, subastador, confirma que la gente está preocupada, que asusta pensar en el regreso a tiempos peores, ahora que el pueblo se ha recuperado un tanto. Andrés es testigo directo del importante incremento de pescado que llega a la lonja desde que los pesqueros regresaron al caladero marroquí. Los cálculos que él hace mentalmente sobre ese aumento superan con amplitud lo que reflejan las estadísticas de 2015. Pero coinciden en lo básico: que Barbate no puede permitirse perder el caladero marroquí.
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