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El misterioso comportamiento de las orcas en el Estrecho: 150 veleros dañados este verano

La principal hipótesis es que utilizan los timones para enseñar a las crías a cazar atunes, pero los científicos creen que hay que investigar mucho más para determinar qué ocurre

Los encuentros con estos cetáceos se registran cada vez más cerca de la Bahía de Algeciras y ponen en peligro a los humanos y a los animales

Una orca, junto a una embarcación en el Estrecho de Gibraltar. / Efe

"¡Mirad, orcas!". El linense Pedro Moyano navegaba despacio con su velero tras pasar un día en Ceuta junto a su familia cuando su mujer divisó a la manada. Los hijos de este matrimonio enamorado del mar de toda la vida estaban todavía absortos con el espectáculo cuando una de las crías se dio la vuelta y se situó debajo de la embarcación. Otra no tardó en llegar y entonces comenzaron a sentirse los primeros golpes. Dos hembras se situaron a babor y estribor. Cerca. Era un día sin viento y el hombre -que iba con el motor a unos cuatro nudos- recordó que alguien que se había visto en la misma situación le recomendó que, llegado el caso, intentara una maniobra de marcha atrás. Lo hizo y entonces las hembras se metieron debajo. De un golpe, la hija de 9 años de esta pareja fue lanzada y cayó de rodillas. Aumentó la fuerza de los golpes y Pedro Moyano tuvo que poner a prueba su destreza y reintentó la marcha atrás. De repente, las orcas cesaron las embestidas y siguieron su camino en dirección a Tarifa. Resultado: timón roto, una vía de agua y una familia asustada. Muy asustada.

Esta escena parece de una película pero no lo es. Sucedió el lunes 16 de agosto a solo cuatro millas de Gibraltar. Los peligrosos encuentros con orcas comenzaron hace meses entre el Cabo de Trafalgar y Barbate, pero ya se han acercado a este lado del Estrecho. E incluso hay pescadores de Algeciras que han informado de incidentes dentro de la Bahía, según informa la Capitanía Marítima.

El Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (Mitma) emitió a principios de agosto una resolución restringiendo la navegación a embarcaciones a vela de eslora igual o inferior a los 15 metros entre el cabo de Trafalgar y Barbate para evitar encuentros con las orcas. Esta medida se amplió a la Provincia Marítima de Algeciras, que va desde la Chullera hasta Zahara de los Atunes, tras registrarse cada vez más incidentes en este área. La orden se ha prorrogado hasta el 7 de septiembre, cuando las orcas empiezan a abandonar el Estrecho rumbo a Galicia.

Estos cetáceos no son animales agresivos. Nunca lo han sido. En 2020, por ejemplo, solo se registraron en la Capitanía Marítima de Algeciras tres interacciones con ellos y las embarcaciones ni siquiera precisaron asistencia. Pero ahora se sabe que aquello era un aviso de lo que estaba por venir. Este 2021, desde que el 27 de marzo el Serena IV fuera golpeado por una manada hasta bien entrado agosto, los incidentes superan el centenar. El Grupo de Trabajo Nacional Orca Atlántica (GTOA) ha registrado ya cerca de 150 interacciones con unos 50 animales de cinco familias distintas. Hasta el día 13 iban 65, lo que quiere decir que los casos aumentan día a día. Siempre afectaba a veleros de menos de 15 metros, pero esta semana ocurrió con uno de 19. En cualquier caso, los buques más no llaman la atención de estos cetáceos.

Pero, ¿qué a sucedido para que las orcas hayan cambiado de esa forma su comportamiento? No se sabe. "No hay información al respecto y es complicado que a medio plazo se registren datos suficientes como para determinar una causa", explica Ezequiel Andreu, responsable científico de Turmares, una empresa que nació en Tarifa con un fin comercial, para el avistamiento de ballenas, pero que ahora utiliza sus barcos, además de para trasladar a los turistas, como instrumento para la investigación científica en colaboración con distintas entidades y con estudiantes universitarios de biología.

Los científicos resaltan que no se trata de ataques: "Si lo fueran, destrozarían cualquier embarcación de este tipo"

Ni siquiera está demostrado que sea una "reacción agresiva", solo que reproducen "un patrón aprendido y reiterado". "Hay reportes históricos de interacciones de embarcaciones con orcas, pero desde luego no con la intensidad actual. Es algo que está pendiente de investigar, todo lo demás son hipótesis", continúa este licenciado en Ciencias Ambientales y oceanólogo.

En un principio se habló de la posibilidad de que fuera una reacción a los encuentros que mantienen con los pescadores del Estrecho cuando intentan arrebatarles los atunes. De momento no es más que una elucubración. El catedrático de Biología Marina José Carlos García-Gómez, junto a Andreu dentro del Grupo de Trabajo Orca Atlántica, considera sin embargo que las informaciones recientes encajan con la hipótesis de que se trata de un "proceso de aprendizaje" de las crías. Un entrenamiento para la caza.

"Se habla de que les están enseñando a alimentarse", explican desde la Capitanía Marítima, que sique con interés la evolución de los incidentes porque se trata de un problema de seguridad, para los humanos y para los animales, que pueden lastimarse durante sus embestidas. La aleta caudal del atún se asemeja al timón vertical de estas embarcaciones, por lo que es posible que los ejemplares adultos los utilicen para mostrar a sus pequeños cómo cazar.

En realidad, las dos teorías están relacionadas. En la primera década del siglo, el atún rojo escaseaba y las orcas tenían que competir con los pescadores por los pocos ejemplares que quedaban. Entonces, los cetáceos se dedicaban a intentar arrebatarles los que habían sido capturados por los barcos de pesca y no a cazarlos. En 2018, diez años después de que se establecieran los primeros cupos de capturas para recuperar la especie, miles de atunes volvieron a poblar los mares. La abundancia de este pez tan preciado por los humanos como por las orcas, hizo que estas volvieran a la caza en el medio marino. Y por eso ahora dan "clases" a los más pequeños. Les están enseñando.

Esta nueva necesidad -explica José Carlos García Gómez- permite descubrir a la orca ibérica que los veleros constituyen "un juguete inesperado y frecuente para aprender y entrenarse a cazar". "Poseen un timón grande, navegan más lento que las embarcaciones a motor y la hélice auxiliar queda bastante lejos del timón por lo que hay escaso riesgo para las orcas de herirse si el motor está en funcionamiento", subraya.

Rocío Espada también pertenece al GTOA. Con una experiencia de 16 años como directora del departamento científico de empresas de avistamiento de cetáceos en la Bahía de Algeciras y el Estrecho de Gibraltar, defiende que en ningún caso deben considerarse ataques. "Si lo fueran, se habrían cargado ya más de un barco. Tienen fuerza suficiente para ello. Además, no hay apenas rastros de dientes en timón", subraya esta técnico de Investigación del Laboratorio de Biología Marina de la Universidad de Sevilla que entiende que hace falta financiación para poder llevar a cabo investigaciones que lleven a determinar algún día qué sucede con las orcas.

Espada afirma que, hasta septiembre, tuvieron localizados a los tres únicos ejemplares juveniles que interactuaron con las embarcaciones. Luego se fueron incorporando más, siempre jóvenes, lo que indujo a los científicos a pensar que podría haber algo de "juego, de entretenimiento" en un comportamiento que alcanzó otros matices cuando se avistaron los primeros adultos con las crías durante los encuentros.

"Realmente no tenemos datos suficientes para determinar qué ocurre. Sabemos que ha habido interacción con pescadores de las barquitas de Marruecos, pero no sabemos si realmente les pegan o qué sucede. Las orcas aquí solo comen atunes y los cogen por la cola para que no avancen. Puede que estén enseñando a las crías a hacerlo y que utilicen los timones de estas embarcaciones a vela para hacerlo, pero no lo sabemos a ciencia cierta", concluye.

¿Qué hacer?

Los científicos del GTOA están aprendiendo de este comportamiento de las orcas casi día a día, con pocos datos últimamente que se registran después de recopilar testimonios. Muchas de estas informaciones las vuelcan en una página web en la que también aparecen las recomendaciones para los navegantes. Estos consejos pueden cambiar de la noche a la mañana, cuando el conocimiento aumente por parte de la comunidad científica, pendiente también de estas interacciones en otros puntos como Galicia y otros países como Portugal o Francia.

¿Qué hay que hacer si se sufren golpes de una orca? Si es posible, bajar la velocidad, parar el motor, bajar las velas, apagar el piloto automático y dejar el timón a la vía. También contactar con el 112 (Canal 16 de radio) o el oficial de la zona. Sacar las manos de la rueda del timón y no tocarlo, apartarse de cualquier parte del barco que pueda caerse o girar bruscamente. Apagar la sonda y mantener encendidos VHF y elementos de posición.

Es importante también intentar grabar vídeos de los animales, sobre todo las aletas dorsales, que permitirán a los científicos identificarlos. Es complicado en una situación de tensión como la que se vive, pero se trata de un instrumento importante para adquirir conocimiento sobre las orcas y poder ayudarlas a abandonar este comportamiento.

Por último, cuando las orcas se alejen, compruebe que el timón funciona. Si hay una avería, solicite que se le remolque. Diríjase al GTOA para contar su caso en gt.orcas.ibericas@gmail.com.

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