Isabel II, la reina de los perros de la raza corgi
Curiosidades
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Reino Unido está de luto tras la triste pérdida de su reina, Isabel II, quien estuvo en el poder 70 años (desde 1952 hasta el 8 de septiembre de 2022). Esta mujer era una gran amante de los animales, pero en especial de los perros de la raza corgi, quien le ha acompañado durante más de 80 años, cuando le regalaron a Dookie, su primera corgi, con tan solo 7 años de edad.
Desde ese momento, la que ya era futura reina de Inglaterra ha tenido fijación por esta preciosa raza y así lo ha demostrado al haber tenido más de 30 perros que le han acompañado a lo largo de su vida, siendo la mayoría de ellos corgis. También ha tenido otros de raza labrador, cocker spaniels y dorgis, resultado de las aventuras de sus corgis con los daschund de su hermana Margarita.
Los perros corgi de la reina Isabel II se ganaron un papel en el video que la reina protagonizó junto al actor Daniel Craig, interpretando a James Bond, para la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres de 2012.
No quería que se quedaran huérfanos
Al cumplir 90 años, la reina decidió dejar de criar corgis para no dejarlos huérfanos tras su muerte. El último de los corgis que había domesticado ella misma se llamaba Willow y murió en el año 2018, acabando así con la dinastía.
Aun así, su hijo Andrés le regaló en febrero de 2021 dos pequeños dorgis -un cruce de dachshund y corgi-, Muick y Fergus, para animarla durante la hospitalización de su esposo, el príncipe Felipe, que falleció poco después, el 9 de abril.
Estos animales le ayudaron a sobrellevar el duelo de la muerte de su marido mientras los paseaba por el Castillo de Windsor, pero Fergus murió inesperadamente en mayo del año pasado. La reina quería tanto a sus corgis que supervisaba personalmente su dieta diaria, según el libro “Pets by Royal Appointment” de Brian Hoey, que hace un repaso a las mascotas de la realeza británica desde el siglo XVI.
Un lacayo preparaba la cena de los perros, consistente en un filete y una pechuga de pollo, que se servía todos los días a las cinco en punto. La propia reina se convertía en sirvienta cuando regaba el festín con salsa.
Su entorno más cercano siempre ha asegurado que Isabel II prefería la compañía de los animales a la de los humanos. La realeza “desconfía de casi de todos aquellos ajenos a su propia familia, así que las únicas criaturas en las que realmente confían no son de especie humana”, afirmaba Brian Hoey.
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