Las baterías de los eléctricos se degradan al 1,8 por ciento anual de media
Movilidad sostenible
Geotab, una empresa especializada en soluciones de gestión de flotas y que permiten a las empresas monitorizar y optimizar el rendimiento de sus vehículos y conductores, ha puesto al día un estudio de 2019 en el que da respuesta a una de las preguntas más habituales sobre los vehículos eléctricos: ¿cuánto duran sus baterías?
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La respuesta es fruto del análisis de los datos recibidos por los dispositivos que instala Geotab en los vehículos que monitoriza y que, en este caso, se corresponden con los de 10.000 coches que circulan por Europa y Norteamérica.
Si en 2019 la respuesta a la pregunta fue que, de promedio, la degradación era de un 2,3 por ciento por cada año, en el nuevo análisis de los resultados obtenidos desde entonces el porcentaje ha mejorado significativamente, de manera que ahora se fija en un 1,8 por ciento anual. La investigación refleja que una batería de un vehículo eléctrico podría durar hasta 20 años o más si se degradan a esta tasa promedio.
En todo caso, cada batería se degrada de manera diferente y es más lento, según el estudio, en los modelos de lanzamiento más reciente. Así, es común que una batería pierda dos capacidades: la de entrega de potencia y la de almacenaje de energía. Es raro que el propietario perciba la primera situación, dado que las baterías producen holgadamente suficiente potencia para los componentes del sistema de propulsión, mientras que el segundo sí es posible que lo detecte.
Las baterías, cuando son nuevas, tienen un estado de salud (SoH) del 100 por ciento que, con el tiempo, van disminuyendo. Así, una batería de 60 kWh con un 90 por ciento de SoH dispondría de 54 kWh útiles, por ejemplo.
Esta degradación no se produce, como regla general, de forma lineal, sino que los datos revelan que tras una caída inicial, el ritmo se modera, para intensificarse al final de su vida útil. En todo caso, cabe señalar que lo hacen de modo que la gran mayoría de las baterías durarán más que la vida útil del vehículo y nunca será necesario reemplazarlas, ya que el SoH de la misma, después de doce años, estaría superando el 80 por ciento.
Con la degradación, como es lógico, la autonomía disminuye y, con los datos registrados, se puede esperar que un coche eléctrico de unos 500 km de alcance con una carga pierda la capacidad de almacenaje para cubrir unos 40 al cabo de cinco años y el doble tras diez, lo que hace que sea poco probable que impacte en las necesidades diarias de la mayoría de los conductores.
También resulta relevante que, en la actualidad, los fabricantes suelen ofrecer una garantía que alcanza los ocho años o 160.000 kilómetros para las baterías de los vehículos eléctricos y que, también por lo general, protege que durante este periodo o kilometraje el SoH no debe disminuir del 70 por ciento.
Estos son los factores que afectan a la degradación de las baterías
En la degradación de las baterías, que también puede afectar a las de los vehículos híbridos, intervienen diferentes factores entre los que uno de los más relevantes es la temperatura. Así, los vehículos que circulan con temperaturas extremas tienen una tasa de deterioro mayor que las que lo hacen en climas moderados.
Otros factores que pesan sobre la variación del estado de salud de las baterías son su química -ya es universal el uso de baterías de iones de litio, indepedientemente de la química que usen sus cátodos- y, particularmente, su gestión térmica que, grosso modo, es preferible que sea por líquido que por aire, si bien de este tipo hoy quedan pocos ejemplos.
Sin embargo, lo que no parece ser definitorio es someter a las baterías a ciclos de trabajo altos, siempre que estos no requieran cargas con corriente continua con más de 400 voltios. Lo deseable es que se emplee corriente alterna para evitar que estos procesos tengan un impacto significativo en la velocidad de degradación de las baterías. Esto responde a que de usar potencias altas, también lo serán las temperaturas a las que se someten las baterías y este estrés térmico si es muy elevado y continuo podría provocar la pérdida de capacidad de almacenamiento ya sea por descomposición del revestimiento del ánodo o evaporación del electrolito.
Para evitarlo los fabricantes establecen, en algunos casos, estrategias de atemperamiento de las baterías previas a la carga con corriente continua o, en todos los vehículos, gestionan los procesos de carga de modo que, si bien un coche puede cargar su batería recibiendo, por ejemplo, 270 kW, esta potencia sólo se utilizará durante una pequeña parte de su conexión a una infraestructura.
De hecho, las temperaturas ideales a las que deben mantenerse unas baterías coinciden con las que una persona podría encontrarse cómodo, de manera que podría establecerse que lo ideal es que se mantengan entre los 20 y 30ºC.
El estudio concluye que, si bien las baterías de los vehículos eléctricos se degradan a diferentes velocidades según el modelo y las condiciones externas, los datos indican que la mayoría de los vehículos eléctricos actuales no experimentan una disminución significativa de la vida útil de la batería. "En 2019, evaluamos la tasa promedio de degradación de la batería de los vehículos eléctricos en un 2,3 por ciento anual y la tasa en condiciones climáticas y de carga ideales en un impresionante 1,6 por ciento. En nuestra investigación más reciente" afirma Geotab, "que incluye muchos modelos nuevos, encontramos una tasa promedio del 1,8 por ciento y los de mejor desempeño disminuyeron sólo un 1 por ciento anual o menos".
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