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Crimea avanza hacia la unión con Rusia con escasa resistencia de Kiev

Las fuerzas ucranianas pierden nuevas posiciones estratégicas en la república autónoma

Crimeos tártaros protestan con carteles de 'No a la guerra' en una carretera por la que se desplazan tropas rusas.
Crimeos tártaros protestan con carteles de 'No a la guerra' en una carretera por la que se desplazan tropas rusas.
Ignacio Ortega (Efe) Simferopol

09 de marzo 2014 - 05:03

Crimea se prepara a marchas forzadas para el referéndum del día 16 sobre su reunificación con Rusia sin encontrar apenas resistencia de Ucrania, que perdió nuevas posiciones estratégicas ante las llamadas autodefensas de la rebelde autonomía ucraniana.

El Servicio de Guardafronteras de Ucrania (SGU) reconoció ayer que un centenar de soldados rusos y unos 50 miembros armados de las autodefensas hicieron retroceder a los efectivos ucranianos en el puesto fronterizo Crimea para permitir la entrada de dos columnas de vehículos militares en territorio de la autonomía.

Más de 30 camiones militares sin matrículas de identificación y un carro de transporte blindado entraron en territorio ucraniano desde la vecina Rusia a través de la frontera marítima en el estrecho de Kerch, al este de la península de Crimea, según el SGU.

Los guardafronteras ucranianos aseguraron en un comunicado que los vehículos militares llegan al puerto de Kerch a bordo de navíos de guerra de la Flota rusa del mar Negro, acuartelada en Sebastopol, en el otro extremo de Crimea.

En Simferopol, capital de la autonomía, un centenar de hombres armados con fusiles de asalto, que se identificaron como miembros de las autodefensas de Crimea, tomaron por la fuerza el comisariado militar de las Fuerzas Armadas de Ucrania.

Equipados con chalecos antibalas y transmisores de radio, "han colocado tiradores con fusiles de asalto en las plantas (del edificio) y han dejado entrar en el territorio del comisariado tres autobuses con militares", presuntamente rusos, explicó a una televisión local el portavoz del Ministerio de Defensa ucraniano, Vladislav Selezniov.

El SGU también denunció que tropas rusas asaltaron de madrugada uno de sus puestos de vigilancia en Crimea. "Los agresores irrumpieron en las casas donde viven los guardafronteras con sus familias, requisaron los móviles al jefe del destacamento, a su esposa y a otros oficiales. Bajo amenazas, obligaron a todo el mundo recoger sus pertenencias y abandonar el destacamento", explicó el SGU.

Y mientas hombres armados sin distintivos, identificados por Kiev como tropas rusas, se hacían con el control de los últimos reductos donde resisten los ucranianos, el Gobierno de Ucrania pidió ayer la participación de observadores internacionales en un referéndum que calificó de ilegal.

El ministro interino de Asuntos Exteriores, Andrei Deschitsa, manifestó en Kiev su esperanza de que la situación pueda ser resuelta de mutuo acuerdo. "Creo que hay indicios que nos dan esperanza. No nos hemos sentado a dialogar con los rusos, pero hemos podido mandar nuestro mensaje a través de mediadores. La posición rusa no es categórica, se están pensando la oferta (ucraniana) y por eso hay esperanza", dijo.

En Simferopol, donde ayer reinaban la calma, las autodefensas de Crimea juraron lealtad al pueblo crimeo en una ceremonia presidida por Sergei Axinov, primer ministro del autoproclamado Gobierno crimeo, quien felicitó a los recién "bautizados" soldados crimeos por salvaguardar la paz y garantizar el orden de la península.

Las sedes del Gobierno y el Parlamento regional crimeos, con sede en Sebastopol, ya no están custodiadas por hombres armados y uniformados.

Pero no todos están contentos en Crimea con la perspectiva de volver al redil de la Madre Rusia. Algunos miembros de la minoría tártara, cuyos líderes llamaron al boicot del referéndum, temen persecuciones y purgas si gana el sí a la reunificación con Rusia, a la que perteneció hasta 1954.

"Mi mujer está embarazada y no puede dormir de lo asustada que está", cuenta Rustam, que volvió a la península en 1993 tras la larga deportación que sufrió su familia durante la etapa estalinista, cuando la mayor parte de la comunidad tártara fue obligada a abandonar Crimea.

Asegura que ni él ni sus compatriotas tártaros están dispuestos a volver a dejar Crimea ni a reconocer el resultado de la consulta.

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