Boris Johnson, el 'payaso' más listo de un circo llamado 'Brexit'
El líder conservador Boris Johnson, comparado a menudo con un "bufón" o con un "payaso", demostró con su victoria electoral ser el más listo del circo de la política del Reino Unido, donde los británicos han aplaudido en las urnas su actuación estelar en una tragicomedia titulada Brexit.
Y es que solo BoJo, como le llaman los medios británicos, o Boris, como le conoce la gente, podía conseguir con sus dotes de político, periodista y actor hacer reír y llorar a toda esa audiencia que ha seguido su interpretación desde el referéndum de 2016 para la salida del país de la Unión Europea.
Una larga ovación de mayoría absoluta ha recibido este artífice de sonrisas entre quienes por fin ven la luz al final del túnel de un insufrible culebrón y de lágrimas entre aquellos que lamentan el mayor fracaso de Europa desde la II Guerra Mundial.
Con el respaldo conseguido en la Cámara de los Comunes, el primer ministro en funciones podrá sacar adelante el acuerdo consensuado con Bruselas para que el "divorcio" se produzca en la fecha estipulada: el 31 de enero. "Brexit significa Brexit", esta vez sí.
Para llegar hasta aquí se ha servido de manifiestas falsedades que impulsaron a la gente a votar contra el bloque comunitario y de un populismo que le ha llevado a barrer al eurófobo Nigel Farage.
Sea lo que depare el destino a este país, el Reino Unido y su relación con Europa penden ahora de las manos del protagonista de esta pieza teatral: Alexander Boris de Pfeffel Johnson, nacido el 19 de junio de 1964 en Nueva York (EEUU).
Cuando su aristocrática familia regresó poco después al Reino Unido, estudió en el elitista internado de Eton y en la universidad de Oxford, donde ya despeinaba su alocado pelo amarillo.
Su carrera comenzó en el periodismo con polémicos artículos en el Daily Telegraph y en The Times, donde fue despedido por inventarse una cita.
De 2008 a 2016 fue alcalde de Londres y tras batallar por el Brexit, fue nombrado ministro de Exteriores por la víctima expiatoria de este proceso, Theresa May, cargo del que dimitió en 2018 porque deseaba una ruptura más radical con la UE.
Tras ser coronado como premier en julio, sin mediar elecciones, batió el récord de perder sus diez primeras votaciones en el Parlamento, de cerrarlo ilegalmente metiendo a la Reina en un embolado y de causar la salida de una veintena de sus compañeros.
Tampoco han hecho mella en él los gritos de miles de personas que en multitudinarias protestas le han pedido un segundo referéndum.
Desde que sucedió a May, el jefe del Gobierno ha estado siempre inmerso en una especie de campaña electoral.
Si no hay Brexit, advirtió, el Partido Conservador se enfrentaría a una "potencial extinción", y armado de su extraordinaria seducción, de la que también hace alarde con las mujeres en sus variados escándalos, ha arrasado con todos.
En su primer discurso una vez nombrado por Isabel II anunció contra todo pronóstico que lograría "un acuerdo mejor" con Bruselas y avisó a quienes lo dudaban de que "nadie en los últimos siglos ha tenido éxito apostando contra el nervio de los británicos".
El pánico escénico lo causaba un Brexit duro que se aventuraba como el fin del mundo. Ahora, con el respaldo al nuevo pacto, que supuestamente no enfrentará ningún escollo en la Eurocámara, el planeta tierra parece respirar más tranquilo.
Los británicos salen del laberinto en que la frontera irlandesa bloqueaba la salida, pero la pesadilla no ha hecho más que empezar.
Mientras se gestiona este divorcio en el día a día, nadie ignora que pueden surgir problemas entre las dos Irlandas y Escocia pide un segundo referéndum de independencia que puede hacer que el Reino Unido deje de llamarse así. Esto impulsará lamentablemente otros movimientos populistas y nacionalistas que azotan a Europa.
En definitiva, lo que se ve amenazada es la paz mundial con retóricas como la de Boris o la de su amigo rubio al otro lado del océano, Donald Trump, siendo mucho más genial el primero que el segundo, sin dejar de tener mucho de cómico los dos.
Recuperar el poder, la libertad de decisión o la independencia y abandonar las políticas de austeridad son ideas de Johnson que han generado una ansiada oleada de optimismo en las islas británicas.
Los votantes no han tenido en cuenta sus frases xenófobas, clasistas o sexistas, o que se negara a mirar la foto de un niño enfermo durmiendo en el suelo de un hospital, pese a lo que los británicos aman su servicio nacional de salud.
Dice la Biblia que la soberbia es lo que arrojó al ser humano fuera del paraíso y lo que empieza como tragicomedia, y hace llorar y reír a partes iguales, suele terminar con un final amargo.
Pero con Boris, que de pequeño le decía a su hermana que de mayor quería ser el rey del mundo y que ha destronado a todos sus adversarios, todo milagro es posible hasta que se cierre el telón.
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