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Madrid/Rusia ha amenazado este martes con embargar el gas que vende a la Unión Europea (UE), que por su parte estudia incluso vetar las importaciones de combustibles rusos, tal y como se prevé que haga EEUU con el petróleo, contando para ello con el apoyo indirecto de Venezuela.
El Gobierno ruso ha advertido de la posibilidad de tomar represalias contra la UE si la comunidad internacional decide ampliar las sanciones a sus exportaciones energéticas, un veto que podría llevar a Moscú a imponer un embargo al gas natural que envía a Europa a través del gasoducto Nord Stream 1.
La amenaza del Kremlin se produce en un contexto marcado por los elevados precios que está registrando el gas natural en los mercados internacionales ante la creciente incertidumbre respecto a la decisión que puedan tomar en los próximos días la UE y EEUU sobre una posible prohibición de las importaciones rusas.
En este sentido, según han adelantado algunos medios del país norteamericano, el presidente estadounidense, Joe Biden, anunciará la prohibición de las importaciones de petróleo, gas natural y carbón de Rusia.
Así, durante los últimos días la UE y EEUU habían mantenido conversaciones "muy activas" para prohibir de manera conjunta la importación de gas y petróleo procedentes de Rusia, en un nuevo intento por asfixiar a la economía del país exsoviético.
La UE ha presentado sus medidas para reducir su dependencia de ambos combustibles fósiles y diversificar las fuentes de suministro, al tiempo que se ha mostrada abierta a intervenir los mercados energéticos "temporalmente" para limitar el contagio automático de la carestía del gas al precio de la electricidad.
En esta línea se ha expresado el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, que ha defendido durante una visita a Tallin (Estonia) la necesidad de que los países de la UE reduzcan su dependencia energética del país exsoviético, que ha demostrado durante la invasión de Ucrania que la utiliza como "un arma".
Para buscar alternativas a los productos energéticos rusos, Washington ha mantenido en los últimos días varios encuentros con el presidente venezolano, Nicolás Maduro, para garantizar la "seguridad energética" en medio de la escalada de precios de la energía en plena invasión rusa.
El objetivo de EEUU pasaría por levantar parte de las sanciones petroleras a Venezuela para que el país caribeño aumente su oferta petrolera ante un posible veto a las importaciones rusas.
Pese a la insistencia de EEUU de vetar los exportaciones energéticas rusas, la UE no se ha comprometido todavía a llevar a cabo tal medida, ya que podría poner en riesgo el consumo de gas natural de los Veintisiete, que en un 40 % proviene de Rusia.
En este sentido, el viceprimer ministro ruso, Alexander Novak, ha amenazada con cortar sus importaciones de gas natural a Europa, entre ellas las que lleva a cabo a través del gasoducto Nord Stream 1, que alcanzan los 60.000 millones de metros cúbicos al año, si las sanciones afectan a sus productos energéticos.
Antes de que Rusia invadiera Ucrania, el canciller alemán, Olaf Scholz, anunció el bloqueo de la certificación del gasoducto Nord Stream 2 como respuesta a la iniciativa del presidente ruso, Vladímir Putin, de reconocer a los territorios separatistas prorrusos de Ucrania.
Este gasoducto, propiedad del consorcio estatal ruso Gazprom, que tenía previsto empezar a operar este año, permitía importar 55.000 millones de metros cúbicos adicionales que habrían llegado directamente a Alemania, garantizando el suministro de gas natural de la UE.
Alemania, cuyo consumo de gas procede en un 50% de Rusia, es el país que más recela del veto a las exportaciones energéticas del país ex soviético.
Así, el presidente de la Confederación de la Industria Alemania (BDI), Siefried Russwurm, se ha mostrado en contra de un posible embargo al gas y al petróleo ruso por las consecuencias que esto tendría para las empresas y los consumidores del país.
En este contexto, la UE ha empezado a explorar alternativas para afrontar un posible corte del gas ruso, entre las que se encuentra el aumento de las importaciones de países como Argelia, conectado por gasoductos a España e Italia, y la llegada de un mayor volumen de buques metaneros con gas natural licuado (GNL) a las plantas regasificadoras, situadas mayoritariamente en el sur de Europa.
A la espera de la decisión que tomen los gobiernos europeos, la invasión rusa de Ucrania ya ha provocado que grandes energéticas hayan anunciado en los últimos días su salida de Rusia, dejando de adquirir productos energéticos a ese país.
La última ha sido Shell, que ha anunciado este martes su "intención de retirarse de su implicación en todos los hidrocarburos rusos, incluidos el crudo, los productos derivados del petróleo, el gas y el gas natural licuado, de manera gradual, alineada con las pautas del Gobierno (británico)".
La británica BP venderá su participación del 19,75% en el gigante ruso Rosneft tras haber recibido fuertes presiones de Londres para cortar todos sus vínculos con la petrolera rusa.
La compañía energética Uniper también ha decidido amortizar la financiación del gasoducto Nord Stream 2, lo que le llevará a registrar en sus cuentas unas pérdidas por deterioro total del préstamo de casi mil millones de euros, además de vender su filial rusa Pao Unipro, en la que tiene una participación del 83,73%.
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