Claves de la decadencia
La ausencia de iniciativas empresariales y la falta de apuesta política se unen para crear una realidad cruda
Hace solo unos días, cuando la ministra de Empleo, Fátima Báñez, visitaba los astilleros de Navantia en la Bahía, una de las preguntas lanzadas desde la prensa fue si el Gobierno contemplaba la puesta en marcha de un plan de empleo especial para Cádiz, dadas su situación crítica. La ministra se remitió a insistir en la importancia que los nuevos contratos para el sector naval gaditano tendrá en la economía de la provincia. Pero, cabe preguntarse qué le ocurre a una provincia en la que nada, o muy poco, parece funcionar.
En primer lugar, la desaparición progresiva de la industria. Cádiz ha sido, durante décadas, una comarca fuertemente ligada al empleo generado por la industria, casi siempre, pública. Hoy día, con un sector automovilístico desmantelado y sin capacidad de recuperación, el empleo que generan los astilleros ni siquiera se acerca al que nutría a la provincia hace una década. Tampoco está ya Tabacalera, la industria bodeguera jerezana se ha resentido también con la pérdida de centenares de puestos de trabajo.
El segundo punto importante es la falta de respuesta que parecen tener las diferentes administraciones. Como ejemplo, los más de 10 años en los que la apuesta de Las Aletas sigue siendo eso, una apuesta; o el hecho de que desde el cierre de Delphi, en 2007, ni Junta de Andalucía ni Gobierno central han conseguido, no ya ponerse de acuerdo para la compra del suelo, sino ni tan siquiera atraer a alguna empresa. A esto se une que tampoco arrancan nuevos proyectos anunciados como el ITI, que se nutre de fondos europeos. Claro que, este tipo de apuestas, nacen con precedentes tan poco amables para el fin que se persigue como el Plemca o las Atipe.
La desconfianza empresarial es otra clave que juega en contra de Cádiz. Habitualmente señalada como conflictiva, la provincia presenta un balance muy negativo en cuanto a la llegada de nuevos comercios, nuevas industrias. Y primero por unos sistemas de control livianos (que llevó a casos como Bahía Competitiva) y después por todo lo contrario, el caso es que nadie, o casi nadie, se atreve a venir a Cádiz. Un claro ejemplo es la Zona Franca. Cuando en el recién nacido consorcio sevillano ya se habla de una veintena de firmas, en Cádiz apenas se maneja el nombre de dos o tres para situarse en el terreno dejado por Altadis, la tabaquera que cerró la histórica fábrica de Cádiz ante el silencio generalizado de toda la ciudadanía, incluida las tradicionales voces críticas.
El turismo tendría que ser uno de los pilares del desarrollo económico y de empleo de la provincia. Al contrario que la industria y frente a los titubeos del sector naval, Cádiz cuenta con una oferta turística bien equipada, capaz de capear la crisis sin hundirse y preparada, así, para ser el revulsivo que se necesita mientras que el resto de los sectores de nuestra economía digieren lo efectos nocivos de la recesión.
El pasado 2014 ha sido un excelente año para el sector turístico, según los datos que muestran las distintas administraciones. Los hoteles de la provincia han conseguido tanto en la temporada estival como en fechas festivas porcentajes de ocupación superiores a ejercicios pasados, a la vez que la hostelería ha conseguido buenas cifras de negocio. Sin embargo, la provincia sigue asentada en un turismo estacional que provoca que, fuera de estas fechas, la oferta laboral caiga de forma estrepitosa. El buen año en el sector apenas ha servido, de esta forma, para mantener las cifras pero no para bajar los datos globales de paro. Ciudades de referencia como Cádiz, El Puerto, Jerez y Chiclana cerraron el pasado diciembre con un número de demandantes de empleo en este sector similar a finales de 2013.
El comercio, estrechamente unido al impacto del turismo y muy duramente tocado por los años de la crisis, tampoco ha logrado tirar del empleo en la provincia y, especialmente, en ciudades donde el comercio tradicional aún se mantiene con relativa fuerza, como en la capital. Aunque los datos de todo el año destaca una recuperación en las ventas, y sobre todo en la última campaña de Navidad, el sector apenas ha sido capaz de crear empleo y suspira por mantener el ya existe. Incluso las grandes superficies, mejor situadas que la pequeña y mediana empresa, tampoco ha sido pródiga en aumentar sus plantillas en la provincia, como sí ha ocurrido en otros puntos del país.
Por último, un dato, el de la contratación: en todo 2014 se hicieron en la provincia 508.979 contratos. De ellos, 18.794 tuvieron carácter indefinido. El testo, 490185, fueron temporales.
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