El parqué
Caídas ligeras
Narcotráfico
En el Estrecho nunca se han visto tan pocas pateras. Las pocas que hay hacen el viaje a la inversa, pagando miles de euros por saltar de la Europa infectada por el virus hacia África. Los pájaros tirándose a las escopetas. Lo que se siguen viendo en el Estrecho son gomas, lanchas rápidas de narcos saltando sobre las aguas, de un color entre azul, verde y negro, para seguir con el negocio de la droga. Los narcos no llevan bien el confinamiento. Viven fuera de la ley. ¿Por qué iban a ajustarse ahora a las normas de un estado de alarma cuando ellos viven asentados en él desde siempre?
Para que se hagan una idea basta un ejemplo. Domingo por la mañana. Dos periodistas de este diario hacen un reportaje en la almadraba de Barbate. De pronto, a lo lejos, la espuma del mar se alza de una forma antinatural. “¿Qué es eso? ¿Una ola?” No. Nos explican. Es una goma. Viene directa hacia las calas barbateñas a alijar. Apenas son las nueve de la mañana. A plena luz. Con una normalidad hasta insultante los narcos siguen a lo suyo.
Otras veces no tienen tanta suerte. Y el peso de la ley cae sobre ellos con operaciones que se ponen en marcha incluso en estos días de virus. Eso ocurrió a principios de este mes de mayo en la denominada Operación Doberman. 51 personas pertenecientes a una banda que introducía droga en la península fueron detenidas por la Guardia Civil. En la operación se incautaron de 1.255 kilos de cocaína y 390 de hachís, se localizaron plantaciones con cerca de 600 plantas de marihuana y nueve vehículos, de los que cuatro habían sido previamente sustraídos. Además se intervinieron más de 60.000 euros en efectivo, abundante documentación, dispositivos electrónicos de última generación, tres armas de fuego, y seis embarcaciones semirrigidas valoradas en 1,5 millones de euros.
La cocaína viajaba de Sudamérica a Marruecos a través del puerto de Casablanca, y desde allí descansaría en una guardería cerca de Rabat. La droga se transportaba en vehículos al punto de carga en la playa para ser cargada en la goma, que acaba llevándola a las costas andaluzas.
Es sólo un ejemplo, pero hay bandas que están intentando aprovecharse del estado de alarma y de que los cuerpos de seguridad están esforzándose por mantener el orden en tierra para ampliar su lucrativo negocio. Las costas gaditanas saben bien que el tráfico de drogas no se para ni por temporales ni por las peores de las pandemias del último siglo.
José Encinas, de la Asociación Unificada de la Guardia Civil, reconoce que ahora la prioridad está donde está y el narcotráfico ha pasado a un segundo plano, “pero si hay que moverse a pillarles, nos movemos. En la calle estamos más guardias civiles que nunca. Bueno, estamos todos. Y ellos saben las dos cosas, que no son la prioridad, pero que hay más vigilancia que nunca”.
Según Encinas, los ‘narcos’ profesionales están habituados a cambiar de estrategia y ahora también se han adaptado. “El uso de furgonetas con serigrafías de empresas, las formas de conectar con los camiones de transporte, que eran quienes estaban en movimiento, el desalijar en nuevos lugares como vimos en la playa de Montijo, en Chipiona... Si hay una nueva realidad, ellos encontrarán su particular nueva realidad”.
Ya se sabía de qué iba a ir esto cuando se hizo recuento el 1 de abril de cómo habían ido los primeros quince días de confinamiento en la provincia. Se detuvo a 58 personas y se aprehendieron 5.626 kilos de hachís. También se incautaron nueve narcolanchas y doce vehículos. Los ‘narcos’ no estaban por el confinamiento. Mientras ese mismo 1 de abril el país asistía a un desglose de números demoledores de nuestra economía, el ‘narco’ se movía en cuanto a aprehensiones, un índice como cualquier otro para su negocio, en sus números habituales.
No hay datos aún del pasado mes de abril pero las fuentes consultadas no creen que, frente a otros sectores, vayan a diferir mucho de otros meses. “Indudablemente el abastecimiento es más complicado y debe de haber un gran stock en las guarderías, pero lo cierto es que ahora pueden alijar a plena luz del día y nadie les ve porque los guardias estamos vigilando que nadie se mueva de su casa”.
Puede llegar a sorprender el desparpajo con el que se mueven, ajenos a todo. La policía de Jerez ve un ‘‘escarabajo’’ cruzando la ciudad, un Volkswagen Beetle, vaya, un coche que no llama la atención. Con tres bolsas de plástico repletas de billetes de 10, 20 y 50 euros hasta sumar 278.000 iba un ceutí con antecedentes por tráfico de drogas. El pasado martes, los paseantes vespertinos de la playa del Ancla, en El Puerto, pudieron asistir al espectáculo gratis de una persecución policial de tres narcos que habían arribado a la hora de mayor afluencia.
Para los ‘narcos’ nada ha cambiado, aunque es verdad que puede traer incomodidades, como a la pareja de 41 y 45 años de Granada a las que se le murió la madre de 63 de covid en la casa y ellos sacaron el cadáver, con silla de ruedas y todo, a la calle, para que la Guardia Civil no encontrara lo que al final encontró, la plantación de maría en el interior de la casa. De anécdotas de aficionados del negocio está esta cuarentena llena.
Ana Villagómez, fiscal Antidroga de Andalucía y durante más de veinte años fiscal antidroga de Cádiz, vive en la misma incertidumbre que todos sus colegas acerca de cómo se va a realizar su tarea a partir de ahora, pero lo que sí puede ver es que “en el mundo de la droga nada ha cambiado y no iba a cambiar por un estado de alarma. Viven en la clandestinidad y están acostumbrados a ello”.
Por sus informaciones, el movimiento sigue siendo el mismo, “tienen más dificultades para mover la mercancía de día, pero tampoco sabemos cuál es el movimiento en camiones de mercancías, que siguen en circulación. Es de suponer que tiene que haber más mercancía en las guarderías, pero es seguro que ellos no han parado”.
Incluso pueden gozar de algún grado mayor de movilidad. Por ejemplo, hay numerosos casos de ‘narcos’ que tenían que presentarse en los juzgados cada semana. En este tiempo no se han tenido que presentar. Supuestamente no podían hacerlo ya que no podían salir de casa, pero en realidad salían de casa más que cualquier otro ciudadano.
Además, ha habido juicios sobre alijos muy trabajados desde hace tiempo que se han visto pospuestos, por lo que Villagómez teme ahora el embudo cuando se recupere la actividad, aunque los fiscales no paran de teletrabajar con videoconferencias, algo que se utiliza desde hace mucho tiempo en la administración de Justicia, pero no para la coordinación entre partes, sino para la declaración de testigos. Para la Justicia, esto también va a tener que ser un antes y un después. Los revuelos que hay junto a los juzgados en todo juicio de drogas, con la presencia de familiares y con audiencia pública, tendrán que regularse de alguna manera. ¿De qué manera?Nadie lo sabe, aunque todo el mundo intuye que los cristaleros se harán de oro con las mamparas en los tribunales.
Pero esto es el negocio. Otra cosa es el consumidor. David de la Encina es el responsable en Diputación del programa de adicciones que cuenta con varios miles de usuarios a los que ha habido que interrumpir la asistencia presencial. Para ellos el confinamiento ha sido el ‘mono’ y falta de control. Esto ha supuesto, según d De la Encina, detectar placebos como comportamientos ludópatas o incremento del consumo de alcohol, pero también un regreso a viejos consumos. “Cuando acabe todo esto veremos en qué situación nos encontramos a muchos. Si han vuelto a acceder a la droga habremos perdido mucho camino”.
Y es que la Policía ha interceptado en numerosos casos esos servicios de ‘teledroga’. Una vez más podemos llegar a ver la gran sofisticación del ‘narco’ o su absoluta ingenuidad. Una mujer fue detenida la pasada semana cuando se desplazó de Dos Hermanas hasta Chipiona, para comprar 47´5 kilos de hachís que transportaba... ¡¡en el maletero de su vehículo!!
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