Narcos: Conexión Bahía
Sucesos | La batalla contra el tráfico de drogas
La presión policial en el Campo de Gibraltar está provocando que las bandas busquen otros lugares en los que alijar, desde la capital hasta La Janda, desde Huelva hasta Málaga
Cádiz/El narcotráfico es el segundo negocio más lucrativo del mundo. El primero es el tráfico de armas. Marruecos, nuestro vecino, es el mayor productor de hachís del planeta. Cádiz, la provincia que tiene algunas de las poblaciones con el índice de desempleo más alto del continente. Cojan estos ingredientes, agítenlos durante décadas, y obtendrán un problema enquistado que requiere de un tratamiento global y de una inversión multidisciplinar que empiece por la educación, continúe por la creación de empleo y finalice por el refuerzo en materia judicial y policial. Es la única receta ante ese cóctel explosivo.
Desde la puesta en funcionamiento del Plan Especial de Seguridad del Campo de Gibraltar la presión policial en las localidades de esta comarca no sólo ha restituido el principio de autoridad, vapuleado durante años por la cultura del narcotráfico, sino que ha abortado alijos en zonas conocidas. Pero, evidentemente, los grandes capos de la droga no van a quedarse de brazos cruzados. Si se cierran unas playas hay que buscar otras. “El fenómeno no es nuevo”, recuerda Paco Mena, presidente del Movimiento de Lucha contra las Drogas. “El narcotráfico funciona como los vasos comunicantes. Lo que estamos viviendo ahora ya ocurrió en la década de los 90. La presión que la Policía ejerció en La Línea hizo que primero el narcotráfico se desplazara a Barbate, donde el mítico Antón se paseaba con un león por las calles, y cuando se apretó allí se trasladó más al norte, hacia la desembocadura del Guadalquivir, a Sanlúcar. Es un gran negocio que no se va a parar porque el productor tiene comprometidas las ventas durante años y porque hay mucha demanda”.
En las últimas semanas hemos asistido a alijos importantes en la Bahía de Cádiz. Incluso al fallecimiento de un agente de la Guardia Civil durante la persecución a unos árabes franceses que viajaban en un coche cargado de hachís. Cortadura, San Fernando, Conil, Chiclana... las playas de la Bahía de Cádiz, poblaciones como El Puerto o Jerez de la Frontera, están asistiendo a un aumento en la actividad del narcotráfico, que incluso aprovechan el mal tiempo, el viento de levante, para intentar despistar al Sistema Integral de Vigilancia del Estrecho (SIVE), cuyas cámaras tienen más dificultades para detectar las embarcaciones si hay grandes olas. Las mafias no se mueven, la logística tampoco, pero sí que están buscando nuevas zonas más tranquilas por donde introducir el material.
“Los narcos –cuenta Paco Mena– se han trasladado al levante y al poniente. No sólo están expandiéndose a la Bahía de Cádiz, también a poblaciones como Manilva, Casares, Estepona...”. Y apunta la receta del éxito contra esta guerra que ya dura décadas. “No se puede luchar contra el narcotráfico de manera local, porque si se presiona en La Línea de la Concepción se contamina Palmones o Campamento”.
Las mafias están tan arraigadas en este rincón de la frontera sur de Europa que se dan casos más propios de México, como que una organización cobre a otros grupos que quieren alijar por las playas de Tarifa. “Es su territorio, así lo entienden, y entonces cobran un peaje a quien quiere realizar un cargamento por esa zona. Si usted quiere usar mi territorio tiene que pagarme por ello”.
Como ya se mencionó en el inicio del artículo, la cercanía de las costas gaditanas con Marruecos es un handicap a la hora de luchar contra los narcos. “A lo que hay que sumar cierta connivencia de la población”, dice Mena. “Los índices de paro tan altos son un caldo de cultivo para el narcotráfico. Es más fácil captar a la gente que está en exclusión social. En Sanlúcar o Barbate, en la época de crisis, reclutabas a gente fácilmente para descargar un alijo. En Barbate por ejemplo nacen los denominados busquimanos, que se dedicaban a buscar los fardos de hachís que el mar arrojaba a las playas para devolvérselos a sus dueños en vez de llevarlos a la Policía. Así mucha gente hizo dinero”.
El hachís en Marruecos no vale nada, pero con los medios de transporte necesarios se convierte en oro. Por ello, son muchas las voces cualificadas que solicitan al Gobierno que extienda esa Mesa del Campo de Gibraltar a “toda la provincia, porque Cádiz, por la complejidad que tiene, lo necesita”.
3.000 Euros
Esa es la cantidad que se paga por participar en un alijo descargando los fardos.
La situación que se vive ahora también está asociada a los coletazos del estallido de la burbuja inmobiliaria. “Cuando llegó el boom económico bajó el tráfico de hachís en la provincia”, recuerda Mena. “Pero con la crisis hubo más gente dispuesta a traficar. Antes de que subiera el paro se podía cobrar 4.000 euros por hacer un alijo, pero luego había tanta gente dispuesta a hacerlo que se rebajó el precio a los 2.500 o 3.000 euros, una cifra que se ha estabilizado y que se mantiene vigente actualmente, porque entonces el precio del hachís también bajó y no ha vuelto a subir”.
El refuerzo en el Campo de Gibraltar se ha notado, pero aún queda mucho por hacer. Paco Mena lo tiene claro. “Los catálogos policiales están obsoletos, datan de hace décadas, y es necesario que se actualicen para darle estabilidad. Estamos mejorando, pero lo que no queremos es traspasarle el problema a otro lugar de la provincia. Hay que afrontar el problema con más medios y entendiéndolo como un mal global de toda la provincia, no de una comarca en concreto”.
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