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Narcos armados hasta los dientes y de gatillo fácil. Corren nuevos tiempos en la lucha antidroga. Los Señores del Hachís invierten ingentes cantidades de dinero en aumentar sus arsenales y cada vez tienen menos problemas en hacer uso de un armamento que, en ocasiones, incluso es comparable al que se estila en conflictos bélicos. La causa de este aumento de la potencia de fuego viene motivada no sólo por la histórica intención de hacer frente a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado sino para protegerse de bandas rivales encaprichadas de sus alijos. Por eso, de un tiempo a esta parte, ante la menor sospecha los narcos primero disparan y luego preguntan.
En su memoria anual, la Fiscalía Superior de Andalucía ha calificado la tenencia ilícita de armas en los lugares de custodia de la droga como “muy preocupante” y ha añadido que, durante 2022, se constató que las redes usan “armas cada vez más potentes”.
Como ejemplo, se han intervenido en distintos puntos de Andalucía fusiles de asalto AK-47 (Kalashnikov), o un arsenal escondido en el suelo de una vivienda con un subfusil Zastava, otro Skorpion que puede disparar 1.100 balas por minuto, numerosas pistolas, revólveres y escopetas de dos cañones, todas en perfecto estado de funcionamiento
Durante 2022, se han producido tres asesinatos, en lo que parecen ser ajustes de cuentas en Cádiz, Sevilla y Málaga, todas ellas relacionadas con el tráfico de hachís, además de dos secuestros frustrados a narcotraficantes ideados por organizaciones rivales.
En la provincia, durante el pasado año se vivieron momentos muy tensos en la desembocadura del Guadalquivir. La mayor presión policial en el Campo de Gibraltar, que se notó desde la puesta en marcha del Plan Especial de Seguridad –posteriormente ampliado a otras provincias andaluzas– hizo que en algunas operaciones se destaparan auténticos arsenales con armas como los AK-47, los clásicos Kalashnikov de fabricación rusa. Tanto Policía Nacional como Guardia Civil han advertido en sus actuaciones de la mayor peligrosidad que entraña lo que han dado en llamar la “radicalización del narco”. Recuerdan que en algunos operativos han sido recibidos a balazos sin mediar palabra, y que los narcotraficantes cada vez son más violentos a la hora de defender sus guarderías, sus alijos y sus plantaciones de marihuana. Precisamente tras el auge del cultivo de esta droga puede estar otro de los motivos que la Fiscalía encuentra para que los agentes se topen cada vez con armamento más pesado.
Tiroteos como el sufrido en el Coto de Bornos por varios agentes de la Benemérita, y también otros perpetrados por narcos en localidades sevillanas como Lebrija, hacen extremar las precauciones a los grupos antidroga que están en primera línea de fuego.
Por otro lado, la Fiscalía Superior también ha destacado en su memoria la cada vez mayor internacionalización de la delincuencia en este ámbito que hace que la lucha contra el tráfico de drogas requiera de una mayor colaboración entre los estados.
Merece también la pena destacar, a juicio de la Fiscalía, las dificultades para llevar a cabo las investigaciones contra estas organizaciones por la sofisticación de sus medios para evitar la detección de sus actividades, desde inhibidores, localizadores de balizas o visores nocturnos a sistemas encriptados de comunicación.
La lucha contra el narcotráfico tiene en Cádiz uno de sus puntos más conflictivos de Europa.
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