Tragedia de civilizaciones

Ronit Elkabetz, sempiterna 'Magnani israelí', repite con Keren Yedaya en 'Jaffa'.
Ronit Elkabetz, sempiterna 'Magnani israelí', repite con Keren Yedaya en 'Jaffa'.
Manuel J. Lombardo

11 de noviembre 2009 - 05:00

Jaffa. Israel, Francia, Alemania, 2009, 105 min. Dirección: Keren Yedaya. Intérpretes: Dana Ivgy, Ronit Elkabetz, Moni Moshonov, Mahmoud Shalaby.

La israelí Keren Yedaya regresa al SFC, esta vez a la sección oficial, con su segundo largometraje. En el recuerdo, ya algo difuminado por el paso del tiempo y tembloroso por la decepción que nos acompaña, tenemos aún la crudeza e intensidad realistas de su primera película, Or, Cámara de Oro en Cannes y presente en la sección EFA de la edición de 2004 de este festival. Ronit Elkabetz y Dana Ivgy interpretaban allí a una prostituta y a su hija en una dura y compleja relación materno-filial marcada por la hostilidad del entorno.

Las mismas dos actrices repiten de nuevo como madre e hija en esta Jaffa de imágenes feas y mirada viejísima con la que Yedaya pretende añadir su particular grano de arena al bienintencionado asunto de la conciliación y la alianza de civilizaciones a través de una historia marcada por la fatalidad y el déjà vu: una familia que regenta un garaje ve cómo se desmorona su estabilidad tras un trágico accidente que involucra al hijo y a uno de los empleados del taller, a la sazón amante secreto de la hermana del primero.

Con el entrañable y prehistórico zoom como principal seña de identidad estilística y una puesta en escena pobretona y teatral, Jaffa encierra a sus personajes-símbolo en escenografías televisivas para que desplieguen su particular teatrillo trágico en el que no es difícil adivinar el tema de fondo. A mitad de camino entre Shakespeare (Romeo y Julieta) y cualquier teleserie familiar, Jaffa hace circular sus toscas imágenes con la pretensión, siempre fallida, siempre inerte, de que brote alguna verdad dramática o histórica entre sus pliegues. Por el camino, no nos libramos de las inevitables salidas de tono de la chillona Elkabetz, de una abrupta y poco convincente elipsis, ni de un obvio y predecible desenlace a orillas del mar que parece salido de una mala película de Fatih Akin.

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