Indios sin vaqueros
Eureka | Crítica
Ficha
*** 'Eureka'. Drama, Arg-Ale-Fra-Méx, 2023, 146 min. Dirección: Lisandro Alonso. Guion: L. Alonso, Fabián Casas, Martín Camano. Fotografía: Timo Salminen, Mauro Herce. Intérpretes: Viggo Mortensen, Chiara Mastroianni, José María Yazpik, Rafi Pitts, Luisa Cruz, Natalia Ruiz, Adanilo Costa.
La más ambiciosa de las películas del argentino Lisandro Alonso tiene también una cualidad mutante en los tres grandes tramos que la conforman: el primero en forma de viejo western de hechuras y texturas neoclásicas en el que la llegada de un forastero (Mortensen) a una ciudad sin ley termina convirtiéndose en materia de un telefilme de sobremesa en blanco y negro; el segundo ambientado en la reserva india norteamericana de Pine Ridge (South Dakota) y en el periplo desdoblado de una agente de policía en su accidentada ruta de patrulla y el de una joven monitoria deportiva que quiere abandonar un lugar marcado por la decadencia; el tercero ya en plena selva amazónica donde un grupo de indios comparten sus sueños antes de que un episodio violento lance a uno de ellos a buscar pepitas de oro e iniciar una nueva fuga incierta.
Alonso parece querer convocar aquí los modos, tonos y ambientes de aquellas primeras películas (La Libertad, Los muertos) con el quiebro de género iniciado en Jauja, en una suerte de encuentro o colisión de registros que busca en el flujo, las transiciones y transmutaciones del relato su propia esencia metafórica y poética acerca de la corrupción de la vida del hombre, su devenir espiritual en el mundo en crisis o el largo ciclo de la explotación y la representación blanca en los territorios y las comunidades autóctonas.
El tiempo del relato se dilata inexorablemente y los sueños y la dimensión mágica hacen de enlace entre una y otra historia, también algunos personajes como el de una Chiara Mastroianni a la que vemos primero como cowgirl en un decrépito universo ficcional, y luego como actriz perdida en la noche nevada de la reserva. Eureka se abre así a puentes y pasadizos inesperados entre lo real y lo imaginario, entre la prosa telúrica y la poesía mística, entre la realidad, el mito y una leyenda más bien negra que merece reescribirse.
Adentrarse en ella es dejarse llevar por sus pliegues, fundidos y ecos, dejarse asombrar por la dimensión de fábula que dirige el relato hacia su propia disolución. Cerca de Apitchapong y sus diálogos entre lo real y lo sobrenatural, entre el terreno, la Historia y la materia volátil o premonitoria de los sueños, entre el cuerpo y el espíritu, Eureka nos invita a un viaje interdimensional que requiere de tanta paciencia y capacidad de asombro como de fe en su propio devenir.
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