El juego de las apariencias
Autor: Mario Vargas Llosa. Dirección: Maguï Mira. Intérpretes: Ana Belén, Ernesto Arias, Jorge Basanta, Eva Rufo. Pianista David San José. Lugar: Teatro Lope de Vega. Fecha: Jueves, 16 de octubre. Aforo: Casi lleno.
Sabemos que Mario Vargas Llosa es un gran novelista. Lo avalan los premios más importantes del mundo, entre ellos el Nobel y el Cervantes. Pero anoche volvimos a comprobar que el teatro, en verdad, es otra cosa.
La historia de la burguesa aburrida que contrata a un negro para dar forma a un libro de viajes y aventuras ofrece la excusa perfecta para reunir a dos estratos de la sociedad. El lugar neutro (un no lugar casi) en que se reúnen durante dos horas al día se convierte en el diván del psicoanalista, en ese espacio de libertad en el que van apareciendo las vidas y las ideas de los dos protagonistas: la frivolidad de los ricos, las contradicciones de la izquierda, las diferencias entre hombres y mujeres -sobre todo frente a los cuernos-, el choque entre los ideales y la realidad...
Un retrato social y psicológico bastante negativo, en el que todos culpan a los demás de sus desgracias y frustraciones, y que tal vez tenía sentido en el momento en que se escribió (en 1983), pero hoy, con lo que ha llovido en China, en Rusia, y por supuesto en España, hablar de El Capital de Marx y de otros temas aledaños da ganas de bostezar. Sobre todo, cuando no hay unos personajes sólidos, de carne y hueso, que los sustenten de verdad.
En Kathie y el hipopótamo se mezcla la realidad y la fantasía, pero la verdad nunca aparece en escena. Los actores aportan su buen oficio -y Ana Belén algunas canciones, ella que puede- pero los personajes sólo juegan con las apariencias, con las máscaras. Da la impresión de que nunca se van a quitar la última y eso provoca un distanciamiento cercano a la indiferencia.
Magüi Mira, por su parte, tampoco toma decisiones frente al texto y su dirección queda ambigua, al igual que los espacios que se retratan. Demasiado seria para ser una comedia y a veces demasiado paródica para llegar a emocionar al espectador. A pesar de las buenas intenciones, la vida se queda fuera del escenario.
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