Hija del verbo
La hermosa palabra gaviero remite de inmediato al inmortal personaje de Álvaro Mutis, pero desde hace diez años se asocia igualmente, en los oídos de muchos lectores no acomodaticios, al sello almeriense que fundó Ana Santos Payán, la recordada editora que lo convirtió, junto a su compañero Pedro J. Miguel, en una referencia para los amantes de la poesía y de la buena literatura. El cuidado casi artesanal de los libros y la apuesta por otear el horizonte más allá de los valores consabidos han sido las señas de identidad de un itinerario felizmente vivo tras la muerte, tan temprana, de Ana Gaviera, que no ha podido ver impreso este Vuelo doméstico pero llegó a trabajar en el original junto a su autora, la poeta Carmen Camacho.
Libres de ataduras de género, las prosas aquí reunidas se resisten a ser etiquetadas, pero hay en el conjunto una intención que trasciende las partes, tanto las dos expresas en que se divide el libro -Safari y Vuelta abierta- como las que pueden identificarse, construyendo un sentido, tras una lectura atenta: relatos propiamente dichos, poemas o esbozos líricos, apuntes de la realidad tomados al vuelo o aforismos -minimás, los llama la autora- que Camacho define como "fuegos de palabras". Esa intención, ese sentido aparecen asociados a una mirada insumisa que se proyecta en varios frentes, vinculados a la experiencia personal -inseparable de la condición femenina, de los orígenes rurales, de la vida a la intemperie- o a referentes escogidos, pero la rebeldía que plantean -nada convencional, por ello mismo valiosa- tiene que ver con la imaginación creadora y se expresa, sobre todo, a través del lenguaje.
"Hija del verbo", leemos en uno de los pasajes de la serie de El viejo Windy, emblema de la sabiduría popular que refleja el interés de Camacho por la tradición oral o -su correspondencia urbana- las acuñaciones coloquiales del habla de la calle. Y el verbo es, en efecto, lo que hace de Vuelo doméstico un libro luminoso, repleto de hallazgos, donde la ironía, el sarcasmo o el aguafuerte -estampas duras, dolientes o combativas- conviven con un fondo de ternura que equivale a una profesión de vitalismo y es, a su modo, otra forma de resistencia.
Carmen Camacho. El Gaviero. Almería, 2014. 140 páginas. 16 euros
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