Planes para un verano
Moreno Jurado se sienta en su silla playera "de aluminio y de rafia" y espiga pensamientos, reflexiones, recuerdos, en 'Cuadernos de un poeta en Mazagón'
Moreno Jurado siente el paralelismo y se revuelve contra él; no, nada que ver con el Gustav von Aschenbach de Mann/Visconti, con la decrepitud rasgada por la belleza y la inocencia, con una caída del caballo de la sublimidad. No; Moreno Jurado se sienta en su silla playera "de aluminio y de rafia" frente al mar de Mazagón para divagar y espigar pensamientos, reflexiones, recuerdos, en una tenue resaca de la vida, con los deberes morales hechos y habiendo asimilado el autoimpuesto y polimorfo exilio: lejos un poco de todo, por supuesto de los ambientes literarios y las obligaciones profesionales -también del sobresalto pasional y el hormigueo del sexo-, y por eso más cerca de lo esencial, una preocupación humanista alérgica a las abstracciones y a los juicios de ultratumba.
Aunque el poeta y traductor recele de los grandes sistemas filosóficos, del idealismo trascendental, el esquema dialéctico o el autismo ontológico, su abrazo de lo fragmentario, del "pensamiento a trozos", no lo condena a la dispersión. Al contrario, estos dos cuadernos estivales escritos cuando los copos de nieve de la edad ya se acumulan sobre hombros y cabeza son todo menos erráticos o inasibles. Así, encarna Moreno Jurado una soledad del pensamiento cuyo motor es la reincidencia, e incluso la regurgitación: con los ojos abiertos o cerrados, aislado o rodeado por el bullicio de toallas, cremas y sandías, el filósofo (por mucho que él lo niegue o que superponga a esa condición la de fino y escrupuloso filólogo clásico) le da vueltas a los mismos temas, siendo cada epígrafe numerado, si acaso, la invitación a mirar a través de un nuevo prisma, una variación de enfoque, un estrambote para teñir el asunto, atacarlo desde otra perspectiva, soñar zanjarlo. Es de esta manera que el autor, superviviente de la casi extinta tribu de los preocupados por la armonía entre expresión y contenido, encuentra la música, elegiaca pero vibrante y nada sentimental, para su flujo de conciencia, para el striptease intelectual y vital. Y de entre todas las cuestiones que aquí aparecen y reaparecen estratificando el interior de este hombre convencido de la necesidad de cultivar el gusto, de aprender con la razón y sus conceptos pero también con los sentidos, que alimentan la memoria del cuerpo, de denunciar la alianza de democracia y capitalismo o de escapar de la minoría edad a la que aún nos condena la religión, destaca su inquebrantable pasión por la ética. Es a esa "ética sin Dios", el auténtico motor existencial, a la que el poeta, el traductor de sus amados Seferis y Elytis, el intelectual en definitiva, dedica las páginas más emocionantes del libro, profundas, sinceras, testamentarias, con el punto de mira en el hombre en su exultante desnudez y conmovedora fragilidad, "ser natural sometido a la transformación y al cambio".
José Antonio Moreno Jurado. Baile del Sol (Colección Textos del Desorden). Tenerife, 2013. 276 páginas. 17 euros
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