Soñarás con dragones y unicornios
La adaptación al cómic de 'Memorias de Idhún' (Editorial SM), la exitosa saga de Laura Gallego García, ofrece al lector un mundo de aventuras maravillosas muy aptas para estas fechas
Dos años después de haber iniciado su andadura, la adaptación al cómic de Memorias de Idhún de Laura Gallego García ha alcanzado su ecuador: seis títulos, seis álbumes que ponen al alcance de su destinatario natural, el lector adolescente, un mundo habitado por héroes, hechiceros, hadas, ogros y otros espantos y portentos. Todo responde ejemplarmente a las premisas del género de aventuras en su vertiente maravillosa. En Búsqueda (primer y segundo álbum), además de presentar al plantel protagonista, se echan los primeros nudos a la trama: Jack, un joven de trece años, regresa a casa para descubrir que un siniestro personaje, Elrion, ha asesinado a sus padres; Jack habría corrido idéntica suerte a manos de Kirtash, un chico con ojos como el hielo, de no aparecer in extremis dos inesperados ángeles de la guarda, Alsan y Shail, que se lo llevan a una especie de Limbo -llamado Limbhad- en donde conoce a Victoria, una niña de doce años ungida con el don de la magia. Esta pandilla, a la cual Jack se une sin dudarlo, forma la resistencia.
Resulta que Idhún, una tierra con tres soles y tres lunas en órbita alrededor del corazón, ha sido conquistada por una raza de serpientes aladas llamadas sheks; estas quimeras han aniquilado a otras no menos formidables criaturas autóctonas: los dragones y los unicornios, que eran las fuentes de energía en este universo feérico. Alsan y Shail lograron poner a salvo al último dragón y al último unicornio vivos, aquí en la Tierra; luego les perdieron el rastro. Kirtash, hijo y brazo armado del nigromante que ahora reina en Idhún, los busca para matarlos. La resistencia debe encontrarlos antes y llevárselos de regreso a su tierra natal… La cuestión no es si culminarán o no con éxito tamaña empresa; incluso el lector más ingenuo sabe que sí. El décimo mandamiento del género de aventuras, de existir, diría algo así como que lo importante no es alcanzar la meta, sino echarse al camino y, desde tiempos inmemoriales, siembra éste de obstáculos para que, al superarlos, los personajes maduren. Ahora bien, Laura Gallego García es lo suficientemente astuta para saber que, en terrenos tan conocidos como éstos, hay senderos trillados y otros definitivamente obsoletos, y ambos deben evitarse.
En Memorias de Idhún no hay princesas en peligro que delegan en el bravo príncipe la salvación del reino. Victoria es un miembro del grupo a la par de sus compañeros y sus recursos aumentarán según crezca en edad y experiencia. En Revelación (tercer y cuarto álbum) se introduce un conflicto gratificante: el perverso Kirtash se siente atraído por la chica, ya adolescente, y ella se siente atraída por él. Kirtash, un joven cruel pero no insensible, se enfrenta a su padre a causa del veneno antiguo del amor. Al mismo tiempo, Victoria, tan modosita ella, se adentra en jardines tentadores y peligrosos. Esta simple maniobra enriquece a los personajes y les permite saltar por encima del abismo del maniqueísmo. El bien y el Mal absolutos no existen en Idhún. En Despertar (quinto y sexto álbum) la acción se traslada definitivamente a este mundo de fantasía, y las obvias deudas con J. R. R. Tolkien se avivan. A los jóvenes que se embarquen en la aventura lectora les bastará con cerrar los ojos para soñar con dragones y unicornios.
El cómic exuda buen oficio. De los guiones se ha encargado Andrés Carrión. De las ilustraciones, el Estudio Fénix; un equipo que incluye a Núria Peris, Sergio Sandoval y Albert Xiqués en los lápices; Joan Baranguer, Bruno Redondo y Paco Cavero, a cargo del entintado; y Roger Tallada, José Luis Expósito, Joanna Nieto y alguno más, como responsables del color. Cada uno ha puesto su talento individual al servicio del proyecto común. Para hacer la propuesta más atractiva a ese lector adolescente que mencionaba líneas atrás, el dibujo se adscribe a la imaginería manga. La estética manga ha determinado la caracterización de los personajes (esos rostros ovalados, esos ojos acaramelados), así como la construcción narrativa (esos tiempos silenciosos, esos incisos sentenciosos). La cosa funciona muy bien. La serie, y esto se agradece, no está destinada exclusivamente a los fans de la saga literaria. Antes bien, como dije en una ocasión precedente, puesto que ninguna adaptación desaconseja la obra adaptada, la versión gráfica debiera entenderse como una invitación a leer la obra original a quienes aún no lo han hecho.
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