'Volar muy alto', de Blanca Orozco
MUSEO DE ALGECIRAS | LA PIEZA DEL MES
Esta obra fue concebida y parida desde las mismas entrañas de la artista, en una deriva creativa y sobre un papel inmenso, que parece que todo lo puede
Volar Muy Alto (2016, mixta sobre papel, 412 x 150 cms) es una obra plástica de la artista algecireña Blanca Orozco (1976-2019), cedida en depósito por la familia Orozco Sambucety al Ayuntamiento de Algeciras y actualmente expuesta en el hall del Centro Documental José Luís Cano. Forma parte de los fondos del Museo Municipal, correspondiéndose con el número de inventario 3.935.
Toma el título del poema homónimo de su amiga Isabel Espinosa: “… Déjame, déjame, perder el sendero, cerrar los ojos, andar descalza, vagar un rato, quedarme en blanco, volar muy alto.” Y es que Blanca, además de pintora, también era poeta y se nutría de la poesía, desde Catulo a Lorca. Le gustaba decir que escribía poesía a brochazos. Y a ello responde esta obra.
Volar Muy Alto bien podría encuadrarse en la llamada abstracción lírica. O, mejor, en el tachismo, como dijo su mentora Lina Alpresa al momento de presentarse la obra en el espacio donde hoy se expone. Corriente pictórica nacida en Francia a mediados del siglo XX en el que predomina la mancha, el gesto, la espontaneidad y expresividad de la línea, donde se refleja el estado de ánimo propio del artista que pinta de forma intuitiva, sin cánones, patrones ni reglas establecidas.
Esta obra fue concebida y parida desde las mismas entrañas de la artista, en una deriva creativa y sobre un papel inmenso, que parece que todo lo puede. Destaca su verticalidad, una mancha grisácea, alargada, casi monocromática, a excepción de algún detalle en rojo sangre que le da equilibrio y peso a la propia mancha.
La obra hay que contemplarla desde cierta distancia, dadas sus dimensiones. Encoge al espectador y al mismo tiempo lo eleva. Conmueve su ánimo.
Blanca escribió: “Con la soledad pisándome la espalda, pinto espacios y me encierro en ellos”, pero en verdad nunca se encerró en ningún espacio, sino que volaba en “un mundo inventado por ella que moldeaba a su antojo”. Y a eso es a lo que la artista nos invita, cuando contemplamos su obra, a que el espectador se deje llevar por su mundo y vuele, vuele muy alto.
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