Cercas y Francisco, crónica de un viaje alucinante con el Papa a Mongolia
El autor de 'Soldados de Salamina' y 'Anatomía de un instante', ateo confeso, fue invitado por el Vaticano a acompañar al Papa
Un cónclave muy heterogéneo y dividido para la elección

Dice Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962) que su libro no es una novela ni un ensayo, sino un batiburrillo de géneros con el que quiso hacer algo interesante tras recibir el encargo más surrealista de su vida. Un enviado del Vaticano se le acercó, el 21 de mayo de 2023, durante una firma de libros en Turín. Le propuso escribir un libro sobre el Papa Francisco, aprovechando un viaje que el Pontífice haría en agosto de ese año a Mongolia. Para ello tendría abiertas las puertas del Vaticano y contaría con total libertad a la hora de crear. Podría escribir sobre el viaje, sobre el Papa, sobre Mongolia, sobre el Vaticano, sobre lo que quisiera. Cercas, ateo confeso y anticlerical, no se lo podía creer y seguro que pensó en aquella frase de Obélix: "se han vuelto locos estos romanos". Lo primero que le salió fue soltarle aquel representante de la Santa Sede si no sabía que él era un tipo peligroso.
"Esto no se lo ofreceríamos a cualquiera. De hecho, que yo sepa sería la primera vez que alguien escribe un libro así, sobre un viaje del Papa. La primera vez que el Vaticano le abre sus puertas a un escritor, para que hable con quien quiera y pregunte lo que quiera. Créame: nos hemos informado sobre usted", fue la respuesta del hombre, que respondía al nombre de Lorenzo Fazzini y resultó ser el responsable de la Libreria Editrice Vaticana, la editorial de la Santa Sede. Cercas se lo pensó, se acordó de su madre, que tiene una fe inquebrantable, y aceptó con una condición: que le dejaran a solas unos minutos con el Papa.
Una entrevista privada no era lo previsto y posiblemente Francisco no lo aceptara, sobre todo si le preguntaban cuestiones políticas o internas de la Iglesia. Pero Cercas sólo quería hacerle una pregunta. "¿Podrá mi madre, cuando muera, reencontrarse con mi padre, muerto hace años?". Háblele al papa de su madre y quizás sí, quizás pueda tener la respuesta a esta duda existencial sobre la resurrección de la carne y la vida eterna, le dijeron.
Este es el punto de partida de El loco de Dios en el fin del mundo, que así se titula esta extensa crónica del viaje del Papa a Mongolia en el verano de 2023. El título es una clara referencia al término utilizado por varios escritores, sobre todo G. K. Chesterton, uno de los favoritos de Francisco. El propio Papa empleó una variante del mismo, "chiflados de Dios", para referirse cariñosamente a los cofrades, como este mismo martes desveló el delegado diocesano de Hermandades de Sevilla, Marcelino Manzano, durante la rueda de prensa en la que informó de los actos previstos en la capital andaluza por la muerte del Pontífice.
Y en el fin del mundo, porque obviamente Mongolia está muy lejos del Vaticano y es un país en el que apenas hay 1.500 católicos entre varios millones de budistas. Es, llega a decir alguno de los personajes que entrevista Cercas en el libro, como viajar a una comunidad cristiana del siglo I, a una Iglesia naciente. El término fin del mundo ya lo empleó el mismo Francisco tras su elección como príncipe de la Iglesia. "Mis hermanos cardenales han ido a buscar a un Papa al fin del mundo". Este concepto, junto con el de periferia, es el que ha marcado el papado de Francisco, que ha viajado más a países exóticos con comunidades cristianas minoritarias antes que a los grandes bastiones históricos de la fe católica. Verbigracia, España.
Cercas recurre de nuevo a su estilo sumamente reconocible, con el que domina por completo la narrativa de no ficción y que recuerda tanto a otros maestros del género, como el francés Emmanuel Carrere, que ya tuvo una incursión en el cristianismo con El Reino. Es el mismo estilo que ya utilizó en la que se considera su obra maestra, Anatomía de un instante, sobre el golpe de Estado del 23-F. O con el que retrató a Enric Marco, el sindicalista que se inventó que era un superviviente del campo de concentración de Mauthausen y vivió varios años de ello, en un libro que se llamó El impostor, y que recientemente ha sido adaptado al cine con Eduard Fernández como actor principal. O con el que pegó su primer pelotazo hace ya casi un cuarto de siglo, Soldados de Salamina.
Como en estos libros anteriores, Cercas se entretiene en relatar con detalle cómo es el proceso de creación del libro, cómo y con quién se entrevista, cómo se hospeda en Roma en una casa gestionada por unas monjas "que están como una cabra", cómo sale a correr por la ciudad a primera hora de la mañana y cómo dejó de creer en Dios cuando tuvo una ruptura amorosa y le dio por leer San Manuel Bueno, Mártir, y a partir de ahí toda la obra de Unamuno. También cuenta cómo conoció a Francisco antes del viaje a Mongolia y de que le ofrecieran escribir el libro, en un encuentro organizado por el Vaticano en la Capilla Sixtina con unos 200 artistas y creadores, con motivo del 50 aniversario de la inauguración de la colección de arte moderno de los Museos Vaticanos.
Cualquier escritor que dedicara decenas de páginas a estos detalles no sustanciales terminaría provocando que su libro fuera un verdadero pestiño, pero Cercas es un maestro en mantener el interés del lector. Incluso lo consigue cuando transcribe una serie de conversaciones muy profundas sobre la fe, la religión, la existencia de la vida eterna o la resurrección de la carne, la gran incógnita que el escritor persigue durante todo el libro, para saber qué poder decirle a su madre, una señora de 92 años que espera pronto reunirse eternamente con su marido. Cercas se va moviendo por las oficinas vaticanas, entrevistando a un cardenal por aquí, al responsable de los medios de comunicación vaticanos por allá, tratando de ir tejiendo un perfil de Francisco, con el que se subirá después a un avión camino de Ulan Bator.
Lo hace con riesgo evidente de blanqueo. Ya se lo dijo su mujer cuando éste le contó el encargo que había recibido: "ten cuidado, no vayas a volver convertido en un soldado de Francisco". Venga convertido a la causa o no, lo cierto es que Cercas presenta a Francisco como un revolucionario, que sacó a Cristo de las sacristías para ponerlo en mitad de la calle, que se alejó del boato y trató de estar siempre con los más necesitados. No se escurren temas como la pederastia, que vincula al clericalismo, entendido como la superioridad de los curas sobre el resto de las personas, que propicia situaciones de abuso de poder, y también sexual.
El loco de Dios en el fin del mundo lleva apenas un mes en las librerías. Lo edita Random House. La muerte de Francisco ha sorprendido al autor en plena promoción de su obra. Desde el lunes, ocupa lugares todavía más preeminentes en todas las librerías del mundo, al menos del mundo hispanohablante. Quién se lo iba a decir al autor hace algo más de dos años, cuando no tenía ni idea de que se subiría en el avión papal para hacer un viaje alucinante a la tierra de Gengis Khan.
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