Eggers sale airoso del desafío con una inteligente variación sobre el clásico de Murnau

Nosferatu | Críticas

Una escena del 'Nosferatu' de Robert Eggers.
Una escena del 'Nosferatu' de Robert Eggers. / D. S.

La ficha

**** 'Nosferatu'. Terror, EE UU, 2024, 132 min. Dirección y guion: Robert Eggers. Música: Robin Carolan. Fotografía: Jarin Blaschke. Intérpretes: Lily Rose Depp, Bill Skarsgaard, Nicholas Hoult, Aaron Taylor-Johnson, Willem Dafoe, Emma Corrin.

La mejor versión cinematográfica de Drácula de Bram Stoker es la dirigida por Murnau en 1922. No es poco mérito ya que este personaje ha aparecido en más de 200 películas. En la extraordinaria obra de Murnau el conde Drácula se convirtió en el conde Orlok, Jonathan Harker en Thomas Hunter, Mina en Ellen, el profesor Van Helsing en el profesor Bulwer y Renfield en Heer Konock para no pagar los derechos de autor vigentes, ya que la novela se había publicado solo 25 años antes. El truco les salió mal, la viuda de Stoker interpuso una demanda que ganó, arruinando a la esotérica productora Prana Film -esta fue la única película que produjo- y ordenándose la destrucción de todas las copias. Afortunadamente ya se había distribuido y se pudieron salvar algunas. Desde entonces esta película, como adaptación de la obra de Stoker, y Vampyr, rodada una década más tarde por Dreyer, se consideran las dos mejores películas de vampiros de la historia del cine.

La influencia y el prestigio de la expresionista Nosferatu, y su poderosa singularidad visual desde la creación del personaje a la ambientación, fue tal que nadie se atrevió a rodar una nueva versión hasta que medio siglo después Herzog lo hizo en 1979 como homenaje a Murnau y al gran cine alemán anterior al nazismo, logrando una muy apreciable y romántica -en el sentido histórico de la palabra- película interpretada por Klaus Kinski, Isabelle Adjani y Bruno Ganz. 45 años después de la revisión de Herzog y un siglo después de la obra maestra de Murnau, el estadounidense Robert Eggers se ha atrevido a volver a filmarla. ¿Tiene méritos para hacerlo? Sí y no. La bruja (2015), que retrocedía a ese semillero del terror que fue la Nueva Inglaterra del siglo XVII, me pareció una excelente película de horror. El faro (2019), aplaudida por muchos, un cargante ejercicio de narcisismo de autor empeñado en un más difícil todavía. El hombre del norte (2022), un juego pretencioso con tópicos oscuro/brutales/musculosos entre la historia y la fantasía heroica. Afortunadamente para quienes no apreciamos su segunda y tercera película, Eggers ha vuelto, mejorándolo, al tono de la primera. Y ha logrado, no superar la obra fundadora de Murnau, cosa que además de imposible no se proponía, pero sí hacer una muy interesante variación sobre ella.

Lo ha logrado gracias al diseño de producción de Craig Lathrop y la dirección fotográfica de Jarin Blaschke, sus colaboradores en todos sus largometrajes, que logran lo más difícil: recrear una atmósfera de pesadilla en vigilia, de emergencia del horror en una cotidianidad progresivamente infectada por el mal, de recreación de una atmósfera de relato gótico sin caer en la tentación de imitar estérilmente la desmesura visual expresionista. Ambos han entendido a la perfección la idea de Robert Eggers de basar la película en el aspecto más romántico del relato -siguiendo más los pasos de Herzog que los de Murnau, y en parte los del Drácula de Coppola- dando incluso más importancia al personaje femenino -una Hellen Hutter intensa y a la vez delicadamente interpretada por Lily Rose Depp- que al del vampiro, muy buena creación de Bill Skarsgard que logra no dejarse aplastar por el recuerdo de la poderosa imagen del Nosferatu original que interpretó Max Schreck con el que quizás sea el maquillaje y la caracterización más escalofriantes de la historia del cine. Y la idea de supeditar el efectismo a la tensión de la espera, a la intuición del mal que adviene, como si un olor a podredumbre y muerte fuera llenando -más bien infectando- poco a poco la película. Encontrando en la prodigiosa interpretación del siempre grande Willem Dafoe el espejo humano que mejor refleja el horror ante este lento pero imparable advenimiento del mal. El compositor Robin Carolan ha dado a la película la exacta dimensión sonora, liberada de todo efectismo, oscuramente sugerente, que la propuesta de Eggers exigía. Una gran y sugestiva película de terror que justifica el retorno a la fuente del clásico de Murnau.

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