"Es duro desnudar el alma delante de la gente"
Entrevista a Mónika Bellido | Bailaora y periodista
La artista algecireña estrena el día 6 en el Florida la autobiografía bailada que la pandemia impidió hace un año y medio
Alejandro Sanz, Pepe de Lucía, Argentina, Pedro Delgado y Juan José Téllez dan voz a cinco poemas sobre los que se construye el espectáculo
Advertencia: si va a escuchar o a leer a Mónika Bellido hágalo con mangas largas, porque si desata su pasión irrefrenable por el flamenco te pone la piel de gallina. Es imposible determinar si esta algecireña de la Reconquista es capaz de expresarse mejor con la palabra o con una patá por bulerías. Tan periodista como flamenca, que es mucho, el sábado 6 de noviembre estrena en el teatro Florida el espectáculo que la pandemia no le permitió hace un año y medio. Se trata de una autobiografía bailada en la que Alejandro Sanz, Pepe de Lucía, Pedro Delgado, Argentina y Juan José Téllez pondrán voz a cinco poemas sobre los que se construye una historia de vida. La de su vida.
Al cante, José de Fernández El Tarasco y Luis de Mateo. A la guitarra, Fran de Algeciras y Antonio Martín. A la percusión, Miguel Nene. De Cádiz se trae a Emilio Martín, violinista flamenco, y José Luis Santiago El Lías será su pareja de baile. Unos días antes se reúnen todos para un ensayo general en la escuela de baile que tiene en Algeciras. En unas ventanas todavía queda el rastro del rotulador con el que ha marcado para sus alumnos un compás por bulerías. Un, dos, un, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve y diez. Ahora sí, ya estamos todos. Por fin, llega Bailaora.
–Ha costado.
–El 8 de marzo de 2020, el Día de la Mujer, lo presentamos en rueda de prensa con el alcalde y a los cuatro o cinco días se declaró el estado de alarma. El 9 de mayo teníamos que estar en el Florida y lo pasamos confinados. Recuerdo el momento en el que me llamó Pilar Pintor para decirme que se cerraba el teatro. Fue muy duro, pero más lo era ver todo lo que estaba pasando. Aunque ahora esto no haya terminado se está viendo un poquito la luz al final del túnel. El espectáculo se quedó ahí y hace tiempo llegó el momento de decir: lo voy a retomar y va a salir para adelante. Cuando lo puse en marcha ni siquiera estaban los aforos de los teatros al cien por cien, pero yo soy no sé si valiente o imprudente y me dije que había que hacerlo y ya está, que sea lo que Dios quiera.
–De momento, en Algeciras.
–Mi deseo es que se haga en más sitios, pero la realidad es que la gestión cultural para espectáculos de las características del mío es muy complicada. Competir con las grandes compañías no es fácil. Aunque ahora mismo lo importante es centrarme en que el día 6 salga algo realmente flamenco y con esa sensibilidad que necesitamos en los días que vivimos.
–¿Cómo nace Bailaora?
Conforme uno va creciendo se va dando cuenta de lo que las personas que tu aprecias te van aportando. Hay momentos en la vida que te marcan para siempre, como en mi caso, la pérdida de mi madre, que ocurrió en 2018. Eso te hace mucho pararte a pensar, a reflexionar, a ver qué pasos te han llevado en la vida para estar en el punto en el que estás. Entonces decidí hacer una biografía bailada y explicar cuáles han sido todas esas fases de mi vida en las que vas subiendo un escaloncito tras otro, de la mano de mis maestros, creciendo, convirtiéndome en quien soy.
–Y un nombre que lo dice todo.
–La carrera de un flamenco no se construye en un día ni en dos. Es una carrera de fondo y el alma de la bailaora aflora cuando subes al escenario. Para mí, usar ese término es muy bonito porque es una de las pocas danzas que tiene una palabra específica para denominarlo. Si dices 'bailaora' no hace falta decir 'de flamenco' porque se entendería como una reiteración. Quería rendir homenaje a todo lo que significa este arte para nuestra cultura andaluza y para mi generación.
–Con espectáculos así, no le hará falta ir al psicólogo.
–Bueno, siempre hago referencia a ese aspecto del flamenco que nada tiene que ver con la parte física. Tiene una dimensión espiritual en la que, cuando subes al escenario, por supuesto se produce una conexión con el público, un círculo, una emoción, una magia, pero a la vez emprendes un viaje interior, porque lo que estás haciendo es depurarte. Esto no es todo alegría, ya sabemos que la vida no es solo momentos de felicidad, que por supuesto se expresan también a través de este arte. El flamenco ayuda a curar las heridas del alma y a comprenderte en medio del universo, a dar explicación a tu existencia. Y lo hace de una manera muy sencilla, a través de sentimientos universales, por eso es patrimonio de la humanidad. Cualquiera siente el desamor, el amor, la pérdida de alguien que quieres. Todos los seres humanos son capaces de entenderlo, porque tienen esa condición y pasan por esa experiencia vital más tarde o más temprano. Eso es lo que hace al flamenco tan grande y tan comprensible. Aunque su parte lírica esté en castellano, que básicamente la entendemos los andaluces, porque de Despeñaperros para arriba cuesta, da igual. Ese lenguaje universal lo que hace es resumir la vida como un poema.
-Se centra más en lo espiritual que en la perfección del baile en sí.
–La evolución técnica está muy bien. Me gusta ver hacia dónde vamos y todo lo que se haga en pro de mejorar el flamenco a nivel técnico para mí está bien. Pero el problema es cuando se convierte en un fin en sí mismo. En este espectáculo, me he parado un poco a pensar hacia dónde va mi baile, qué es lo que quiero contar, cuál es mi esencia. Voy a narrar mi vida, que es un poco duro, porque es como quedarte desnudo del alma delante de la gente, al fin y al cabo es contar algo íntimo al público, pero estoy a punto de cumplir los 50 y es una edad muy buena para decir que me da igual.
–Después de tenerlo todo listo, llega la pandemia, Bailaora se queda en un cajón y ahora lo saca.
–No hemos empezado de cero porque el guion ya estaba escrito antes de la pandemia. Es un armazón estructurado en torno a cinco poemas vitales, pero los lees ahora y cobran otro sentido. Hay uno que habla del balcón, de los abrazos, de lo besos, de todo lo que entraña el contacto con las personas que queremos. Creo que va a haber momentos profundos. Quién nos iba a decir que íbamos a estar en ese aislamiento tan duradero y tan complicado sobre todo para la gente que ha perdido a su familia en la batalla. Está dedicado a la memoria de mi madre, por supuesto, pero también va a ser como una vela encendida para toda esa gente que se ha ido sin poder si quiera decir adiós, sin dar un abrazo o un beso...
-Da la sensación de que no está solo su lado flamenco.
–En realidad se unen Mónika Bellido la bailaora y Mónika Bellido la periodista, porque tengo que estar representada tal y como yo soy. Soy también una mujer de letras, por eso hay cinco poemas que los van a leer mi primo Alejandro, Pepe de Lucía y Pedro Delgado, que me ha ayudado en la dirección escénica porque es una fuente de sabiduría. La cantaora Argentina va a poner la voz de mujer, porque tiene una flamencura y una belleza en su voz que me apasiona. Por último, Juan José Téllez, como periodista y representante de las letras. Él cierra esa parte lírica para contar a grandes rasgos lo que ha sido mi vida.
–Y hay una línea que le une a Café cantante, su primer espectáculo.
-Entonces quise mostrar cómo arranca el flamenco tal y como hoy lo conocemos. Quise homenajear a aquella generación de oro de mujeres y hombres de finales del siglo XVIII y principios del XIX que hicieron que los palos del flamenco fueran tomando la forma que hoy tienen. Me pareció bonito, siguiendo una bibliografía darle vida una bailaora de aquella época y convertir el teatro en un café cantante. De aquello a ahora hay un camino.
–Qué sensación tiene de los que la rodean.
–Me dan mucho cariño y mucha ayuda, empezando por el Ayuntamiento, que es consciente de todo lo que hemos sufrido la gente de la cultura en general. Desde el minuto cero han puesto al teatro a mi disposición, el alumnado de la escuela está volcadísimo. Espero que el público aproveche este momento de regreso para demostrar en el patio de butacas lo que manifiesta en las redes sociales. Es muy bonito decir que hay que apoyar la cultura, pero la cultura se apoya con la presencia de uno en el teatro. Si algo nos enseñó la pandemia es que, cuando hemos estado en casa, hemos buscado alimento y darle espacio a la emoción. Hemos vuelto a la lectura, a hacer cosas que antes no hacíamos, porque vivimos en un mundo que solo sabe correr. Mucho se han dado cuenta de lo necesario que es pararse frente a la cultura.
–La pandemia ha sido un desastre para artistas como usted. ¿Ha tenido tiempo de hacer balance de los daños?
–Prefiero no pensarlo. Solo dar gracias a Dios de que hemos podido mantenernos a flote y de que en la escuela no hemos tenido ningún brote ni contratiempos graves. Con eso me conformo.
–En noviembre de 2020, en lo más duro del coronavirus, lanzó usted un Manifiesto por el flamencoManifiestopor el flamenco. ¿Sigue pensando igual?
–Sigue vigente y no solo representa al flamenco de Algeciras, representa al universal, porque está contenida toda su grandeza. El flamenco sabe acoger a todo el mundo, hasta al más apaleado, porque viene de la calle, de lo más humilde. No hace distinciones ni de género, ni de sexo, ni de nacionalidad. Todo eso está ahí recogido. Yo creo que quedará ahí para el día mañana, para todo el mundo.
–Las cosas han cambiado desde entonces.
–Noto en el ambiente que hay un resurgir. Hay un hilo de esperanza en que estemos al final de este camino.
–Entonces le acompañaron muchos flamencos de la ciudad. ¿Son ustedes la escuela de Algeciras? ¿Existe eso?
–Sí que la hay, pero no solo de Algeciras, de todo el Campo de Gibraltar. Aquí hay una tradición flamenca profundísima. Lo que pasa es que no ha sido reconocida fuera como debiera. Pero la culpa es de nosotros mismos, que no nos lo hemos creído. La guitarra tiene aquí una personalidad propia y de aquí es el más grande de todos los tiempos, pero él es el eslabón más brillante dentro de una tradición, porque se hacía flamenco mucho antes. La peculiaridad es que en esta comarca es un arte que se ha desarrollado siempre de puertas de las casas para adentro, cuando en otros sitios las peñas han aflorado, muy abiertos a la calle.
–¿Qué futuro nos espera?
–El flamenco ha evolucionado muchísimo y es necesario que todos entiendan que eso es algo bueno. Tiene que moverse al ritmo que lo hace el mundo, no se puede quedar estancado, porque todas las artes están vivas. Yo no soy la misma bailaora que cuando tenía quince años. Eso no significa que olvidemos nuestras raíces. De hecho los más grandes, como Paco de Lucía y Camarón, han construido autopistas apoyándose en la piedra angular del pasado, no lo han hecho sobre la nada. Lo han utilizado para darle brillo, mejorarlo y hacerlo llegar a cuanta más gente mejor. No hay que quedarse en un cuartito. Esa es una herencia que hay que reconocerla, engrandecerla, respetarla y recordarla.
–Y aprovecharla.
–Y aprovecharla.
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