Esplendor de Bizancio
El segundo volumen de John Julius Norwich dedicado al periodo bizantino se lee con el interés de las mejores novelas
La ficha
'Bizancio. El apogeo'. John Julius Norwich. Traducción de Joan Eloi Roca. Ático de los Libros. 528 páginas. 29,95 euros
Sobre Bizancio, la excelente historiografía británica creó escuela propia con referentes rigurosos a la par que amenos, caso del estupendo Steve Runciman o del propio John Julius Norwich, autor de este Bizancio. El apogeo, segunda entrega de su monumental trilogía dedicada a los siglos bizantinos (de Constantino el Grande en 331 hasta el nadir de los Paleólogos).
Las dinastías bizantinas, ese vasto y novelesco friso de purpurados y regentes, conforman una apasionante gavilla de avatares políticos, religiosos y culturales. El Medievo europeo jamás se comprendería sin su flanco oriental (de ahí la cacareada Roma de Oriente). El presente volumen acota las centurias del segundo esplendor bizantino (siglos IX y XI, entre las dinastías macedonia y la de los Cónmenos). El renovado aura de Bizancio no se entiende, no obstante, sin dos de las más grandes controversias religiosas de su tiempo. Por un lado, el rebrote de la iconoclasia (iniciada desde 730 por León III el Isaúrico), con su celoso veto a los iconos religiosos (se consideró como culto idolátrico), hasta su restauración por la regente Teodora en el 843. Por otro lado, el gran cisma de la cristiandad entre la Iglesia latina y la ortodoxa constantinopolitana, surgido en el 1054 bajo el patriarca Miguel I Cerulario.
Coronado como emperador de Occidente en el 800, la era de Carlomagno había señalado el punto álgido del ocaso bizantino. Pero a partir de aquí, desde Basilio I el Macedonio y luego con el más largo periodo de Basilio II Bulgaroctonus (“el Matabúlgaros”), la Roma de Oriente recobrará su titilante poder, aplastando sobre todo la amenaza de los búlgaros (sin olvido de las victorias de Nicéforo II sobre los sarracenos). El célebre pero secreto fuego griego, el derecho hereditario y fastuoso de los príncipes nacidos “bajo la púrpura”, la belleza arquitectónica (simbolizada por la magnificencia de Santa Sofía), los intríngulis dinásticos (el castigo de la ceguera) o la expansión del griego como lengua vehicular del imperio, son sólo algunos de los relatos que aparecen en el segundo tomo de John Julius Norwich.
Con la dinastía de los Ducas, el esplendor entrará en decadencia tras la derrota bizantina en la crucial batalla de Mazinkert (1071) contra los turcos selyúcidas. El segundo gran aldabonazo será, cruel epítome, la caída de Constantinopla en 1453.
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