Fernando Navarro: “Mi libro ayudó a los Supersubmarina a recordar qué los unió y los hizo tan felices”

Música

El periodista y crítico musical recrea el complicado viaje del grupo en ‘Algo que sirva como luz’, uno de los títulos de este 2024.

Una cantera inagotable.

El periodista y escritor Fernando Navarro.
El periodista y escritor Fernando Navarro. / Juan Pérez Fajardo
Salvador Gutiérrez Solís

29 de diciembre 2024 - 06:30

Algo que sirva como luz (Aguilar), del periodista, escritor y crítico musical Fernando Navarro (Madrid, 1981), se ha convertido en uno de los títulos destacados de 2024. Una obra que aborda la trayectoria, de cielo e infierno, de la banda andaluza Supersubmarina.

Pregunta.–¿Se esperaba el éxito que ha tenido el libro?

Respuesta.–Después de apostar por esta historia cómo aposté, es decir, desde la nada porque no había historia y los cuatro chicos estaban paralizados en sus vidas, y después también de tres años trabajando en el libro, algo dentro de mí me decía que podía ser importante. Mi instinto estaba muy apegado al poder de la historia y creía mucho en ella, pero, sinceramente, no imaginaba un éxito tan rotundo. No hablo sólo de las ventas sino también de la acogida en los lectores. El cariño y la admiración que me están regalando muchísimos de ellos no hay cifras de miles de libros vendidos que puedan eclipsarlos.

P.–Lo primero que llama la atención al leer el libro es que es narrativo. Parece una novela y no el típico libro biográfico musical de declaraciones. ¿Puede que ese estilo haya ayudado al éxito?

R.–Sí, creo que puede haber contribuido, más allá de la fuerza del relato humano de los cuatro de Supersubmarina. Al meterme en este libro, dije a José, Juanca, Pope y Jaime que no quería escribir un libro pensado para los fans, sino para todo el mundo, incluso para quien no conociese a la banda ni supiera que era la música indie. Pensaba mucho en el Nuevo Periodismo norteamericano, en gente como Truman Capote, Joan Didion o Gay Talese. Y también en alguien más pionero que ellos en el periodismo literario: Manuel Chaves Nogales, al que admiro profundamente. De él me ayudó mucho haber leído A sangre y fuego. La gran Leila Guerreiro también escribe libros con este propósito. Yo quería contar la fábula del éxito y el relato de la tragedia del accidente desde el punto de vista de varios protagonistas y con la ambición literaria de una novela.

P.–La historia de Supersubmarina es una historia de cielo e infierno, que se encuentran a menos distancia de la que podemos imaginar. También es una historia de limbo, como usted señala.

R.–El limbo se refiere a un trauma colectivo, una circunstancia muy complicada. En mis casi 20 años de periodista, jamás me había encontrado con algo así. Los cuatro de Supersubmarina tenían un trauma individual con sus propias historias y que juntas, desgraciadamente, hacían un trauma colectivo de cuatro seres incapaces de recuperar sus vidas anteriores, pero también la de la banda, una causa que los había llevado a conseguir su sueño y vivirlo con una intensidad increíble. Como personas y como grupo, estaban muy dañados.

P.–La primera vez que los tiene delante, ¿qué piensa, cuáles esas sensaciones iniciales, cuál fue la primera imagen que le transmitieron?

R.–Una imagen de dolor congelado, como atrapados en la nada. Y esa nada era muy densa. Pesaba en el ambiente, tanto cuando hablaba con ellos individualmente como juntos. Por momentos, al principio, parecía que no podrían salir de ese estado de congelación en la nada, donde el pasado les dañaba y el futuro no existía.

P.–Para quien ha conocido el éxito público, ¿perderlo es muy traumático? ¿Cómo lo llevaron en Supersubmarina?

R.–Lo llevaron cómo pudieron, pero ni siquiera perder una vida de éxito tan grande era lo peor. Había más dolor y trauma que eso, y ya es decir. El dolor de ver recuperaciones muy complejas como la de Jaime, que casi pierde una pierna y pasó más de 40 veces por quirófano. Y la de José, el cantante y compositor, quien sigue recuperándose víctima de un daño cerebral que le obligó a aprender a volver a hablar, andar, coger una cuchara o escribir.

P.–La historia del rock está repleta de noches de gloria, de excesos y de leyendas negras. ¿Cómo clasificaría la historia de Supersubmarina?

R.–La historia de una banda que amaba tanto su oficio que los cuatro –y sus managers y equipos de trabajo– no sabían parar y, por desgracia, pagaron las trágicas consecuencias de una imprudencia: regresar a casa de madrugada en coche por estar antes con sus familias y amigos. Este modus operandi de no parar en ocho años guardaba mucho de pasión por la música y también de un sentido férreo de responsabilidad, que tiene que ver con la tierra baezana en la que crecieron, donde el campo se trabaja sin apenas descanso.

P.Algo que sirva como luz tiene mucho de lección vital. ¿Qué es lo que más le ha sorprendido en este sentido?

R.–A medida que investigaba y conocía las historias de los cuatro me maravillaba con muchas cosas: la superación humana, el formidable trabajo de la sanidad pública, el amor de las familias, la fuerza de la tierra… El libro tiene multitud de lecturas, pero hay una que me cautivó más que las demás: la historia de cuatro amigos que consiguieron un sueño, lo vivieron como sólo lo puede vivir una banda de amigos y el sueño desapareció con una tragedia, casi con la muerte. Escribir este libro guardaba una misión que ellos desconocían: recordar qué los unió, los llevó tan lejos y los hizo tan felices. Como decía Eduardo Galeano, recordar es “volver a pasar por el corazón”. Y, por tanto, este libro era volver a latir como una banda. Y que este nuevo latido se convirtiese en un espejo en el que volver a mirarse y en un ejemplo para el resto del mundo.

P.–¿A tenor de su trayectoria, si ese 14 de agosto no hubiera acabado como acabó, se atreve a pronosticar cómo sería hoy Supersubmarina?

R.–Hoy por hoy, serían como Vetusta Morla. Ya había paralelismos entre ellos en 2016. De seguir Supersubmarina en un escenario hoy, habrían metido también 35.000 personas en un estadio y serían la banda de pop-rock más grande de España junto con Vetusta. El destino no lo quiso, pero Supersubmarina tiene algo que no tiene Vetusta ni ningún grupo del mundo: son la única banda de la historia que ha regresado sin necesidad de un escenario. Tienen más público que antes y seguirá creciendo a medida que su extraordinario relato viaje por el tiempo. Por tanto, son una banda mágica.

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