Un festival con nombre de bandido
Muchas de las películas más interesantes de las últimas dos décadas pasaron por el festival de Sundance. Allí iniciaron su carrera gentes como Tarantino con la impactante 'Reservoir Dogs'
En 1981, Robert Redford era ya una estrella de Hollywood. Tenía en su haber grandes éxitos como: Tal como éramos, El golpe, El gran Gatsby, Todos los hombres del presidente o Los tres días del cóndor y el año anterior (1980) había sido especialmente fructífero para él ya que como actor había triunfado con el drama carcelario Brubaker y como director había ganado el Oscar con su ópera prima, Gente corriente. Ecologista confeso en unos tiempos en los que la preservación de la naturaleza no era un asunto que preocupase demasiado a la sociedad, Redford se fue a vivir a las Montañas Rocosas en un rancho al norte del estado de Utah (cerca de su casa rodaría, dirigido por su amigo Sidney Pollack, Las aventuras de Jeremiah Johnson).
Allí, en las proximidades de la estación de esquí de Park City, construye un hotel de estilo rústico (el Sundance Resort) donde funda un Instituto de cine para servir de apoyo a jóvenes que deseaban dedicarse a la producción cinematográfica. Directores, productores, escritores, compositores e incluso artistas de teatro llegaron encantados para mejorar su formación en esta especie de escuela de cine. Redford creía que los chicos que acudían a su institución necesitaban, además, exhibir su trabajo, tener un escaparate desde donde mostrar su talento al mundo.
De esa inquietud nació la idea de crear un festival de cine independiente, Redford aprovechó la existencia previa de otro certamen cinematográfico de muy poca relevancia: el US Film Festival de Utah cuyo objetivo era atraer a realizadores, prensa y gente de la industria que se dedicaran exclusivamente al cine americano, para asociarse con ellos. Cambiaron la fecha de celebración de Septiembre a Enero, deduciendo que en temporada invernal acudiría más gente con el reclamo de las pistas de esquí y trasladaron la sede de la capital del estado, Salt Lake City al cercano pueblo turístico de Park City. Desde sus primeros años, el festival sirvió de plataforma a excelentes cineastas y así ya en la segunda edición se dieron a conocer, obteniendo el galardón a la mejor película, los hermanos Cohen con la que quizá sea la mejor de las obras de su extensa filmografía: Sangre fácil.
Sin embargo, para llevar a cabo su propósito de conectar el cine independiente con el sistema de estudios hollywoodense, Redford necesitaba apoyo financiero y para hacer el festival más atractivo para personas de la industria y relevante para los medios de comunicación, le cambió el nombre al festival que pasó a denominarse Sundance Film Festival. Sundance es el nombre del personaje que encarnaba el propio Robert Redford en la célebre película Butch Cassidy & The Sundance Kid (Dos hombres y un destino) donde compartía protagonismo con Paul Newmann y que debe parte de su fama a una pegadiza canción compuesta por Burt Bacharach para su banda sonora: Raindrops keep falling on my head.
Sundance Kid era en realidad el alias de Harry Alonzo Longbaugh, un famoso ladrón y pistolero que existió en el Lejano Oeste formando parte, junto con su amigo Butch Cassidy, de la banda Wild Bunch. Siendo muy joven, fue sorprendido robando caballos y encerrado durante 18 meses en la prisión de Sundance un pueblo del estado de Wyoming, de ahí le vino el apodo con el que después sería conocido en su "carrera" profesional de forajido. El momento de mayor esplendor comercial del festival llegó en los años noventa. En esta época el cine independiente alcanzó su auge gracias a las numerosas distribuidoras que se dejaban caer por Sundance todos los años, con especial mención de entre ellas para Miramax la compañía de los hermanos Weinstein que resultaría determinante para el triunfo de este nuevo cine independiente americano. Miramax apostó fuerte por una película rodada en pocas semanas y con muy poco dinero: Sexo, mentiras y cintas de video -el debut como director de Steven Soderbergh-. Ganó el premio del público en el festival de 1989 y posteriormente la Palma de Oro del festival de Cannes.
Lo cierto es que muchas de las películas más interesantes de las últimas dos décadas pasaron por el festival de Sundance. Allí iniciaron su carrera gentes como Quentin Tarantino con la impactante Reservoir Dogs, Christopher Nolan con su desconcertante Memento o Jeff Nichols con la inquietante Take Shelter y de allí nos llegaron películas tan sugestivas como: Winter´s bone, El irlandés, Diarios de motocicleta, Maria llena eres de gracia, Pequeña Miss Sunshine, Once (Una vez), Whiplass o Escondidos en Brujas.
Cuando la Disney compró Miramax, el cine independiente pasó a estar, en cierta manera, controlado por Hollywood que impuso sus criterios (actores conocidos, sugerencias de guión, cambios de montaje...) y, en consecuencia a perder gran parte del espíritu libre con que Redford inició su proyecto. Aún así no se puede negar que el festival de Sundance sigue teniendo una gran influencia en el mundo del (mejor) cine y es por eso que los aficionados impacientes por ver la película ganadora de este año El nacimiento de una nación, el debut como director del actor negro Nate Parker, un film que uno intuye en las antípodas (ideológicas) de la controvertida película muda de título homónimo que realizó en 1915 el famoso director D.W. Griffith.
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