La iconografía transversal de Chema Cobo

exposición | 40 años de trayectoria

El artista regresa a Cádiz con una muestra planteada en cinco micro espacios en los que enfrenta su obra nueva con mitos históricos.

La emblemática pieza de Joker de Chema Cobo.
La emblemática pieza de Joker de Chema Cobo.
Virginia León Cádiz

14 de mayo 2015 - 05:00

Joking Joles. Un pintor en la diáspora. 1975-2015. Claustro de exposiciones de Diputación Chema Cobo. Puede verse hasta el 5 de julio, de lunes a viernes, de 11.00 a 14.00 y de 18.00 a 21.00. Sábados, domingos y festivos, de 12.00 a 14.00.

Uno de los primeros dibujos de Chema Cobo abre el telón a la iconografía, al imaginario plástico que de forma transversal atraviesa su obra. Siting room es el título de esta pieza "del altar", explica la comisaria de la exposición, Amalia Bulnes, la única que se conserva de aquella primera y exitosa muestra celebrada en la madrileña Galería Buades de Madrid. El resto se vendió, en seña del esplendor de una época en la que el autor tarifeño (1952) compartía espacio y éxito con creadores de aquella Nueva Figuración Madrileña "que escribió parte de la historia del arte contemporáneo", defiende Bulnes.

Aquel dibujo realizado en 1975 sea quizás la única pieza que no entronca visualmente con el resto, pero que se convierte en el punto de partida de una conversación entre su producción reciente y sus iconos históricos, de cuatro décadas de trayectoria que ahora se celebra en el claustro de Diputación Provincial de Cádiz, donde ayer se inauguró la muestra Joking Holes. Un pintor en la diáspora. 1975-2015.

La exposición, que nació sin visos de restrospectiva al uso, incluye buena parte de su obra nueva, casi un 80 por ciento, que de forma inédita se presenta en Cádiz, donde regresa tras 14 años. En parte, como respuesta a la efervescencia creativa en la que se debate su creador, y por otra otra, a esa forma irreverente, poco convencional, de escepticismo plástico y en la diáspora, "nunca en el centro", con que Chema Cobo concibe el arte y la vida.

Y así fluye este recorrido de ida y vuelta de una obra que va y viene de los albores más explosivos a la actualidad más reposada, pasando por todo tipo de estadios y pinturas intermedias. Cinco series, cinco estancias o micro exposiciones materializan las reflexiones vitales de Chema Cobo. Un proceso creativo jalonado por un imaginario plástico inconfundible que pasea desde el joker que toma el patio central del claustro con varias esculturas, dibujos y pinturas, pasando por la Alicia de Lewis Carroll, sus ventrílocuos, las aguas reflejadas de Narciso o sus holes, esos agujeros por los que se escapan y entran todas sus ideas.

"Yo comienzo con una idea general, la alimento a través de la lecturas, me documento, mirando y luego busco los medios con que hacerla. Una vez que tengo todo esto, la ejecución es rápida", explica Cobo de la construcción de una obra que siempre juega con el doble sentido. "Con el desdoblamiento de piezas, reflejos, ese juego entre realidad y ficción que aparece en toda su obra prácticamente", puntualiza Amalia Bulnes, autora a su vez de la introducción del catálogo. Porque sus creaciones siempre invitan a "la extrañeza, evita lo obvio", explica él mismo, en este objetivo perpetuo de llevar al espectador por terrenos convulsos.

En la serie Holes, que abre el recorrido, el autor trata esta ausencia de materia de múltiples formas, desde el vacío o el tedio del que parte el proyecto, ese momento vital de este autor existencialista que logra embarcarse en un proyecto que le ilusiona mucho, explica la comisaria. Un total de nueve piezas integra esta sección con mucha obra nueva, con visión algo postapocalíptica, misteriosa y cuestionadora.

Le siguen en este amplio recorrido al que se presta el gran espacio que es Diputación sus reflejos, la serie de aguas, Out of de blue, a su vez subtitulada Capitalismo popular. Aquí hace una sátira a ese estado de bienestar, "esa euforia ficticia que ha generado parte de la crisis, en el que todo el mundo tiene una piscina aunque no te bañes en ella, aunque te lleves todo el año manteniéndola y la uses una vez", asevera Cobo sobre esa "señal de estatus que oculta las miserias de cada uno".

Aquí juega con los reflejos, con el mito de Narciso, con ese momento en que "el espectador descubre su realidad en un mundo compuesto por apariencias, construyendo su universo de algo que viene sin avisar". Como esa expresión que usa en el título Out of the blue.

Alice portraits es el nombre de su próxima serie, la del mundo alrevés del personaje de Carroll, que presenta con nueve piezas independientes montadas a modo de políptico, y en los que el artista reflexiona sobre "los comportamientos heredados que nunca son cuestionados", añade Bulnes.

Alicia, el gato, la reina, el conejo... aparecen representados en este camino que guía a sus ventrílocuos, con el que regresa ese juego de dobleces, de lo que es real o impostado, del continuo cuestionamiento de la realidad, "de si es más real quien habla o quien es manipulado, el ventrílocuo o el muñeco". Y lo hace desdoblando figuras, tapando bocas, atrapando la obra en el lenguaje, "en la propia falacia de la palabra". Y así lo explica el mismo artífice, "el arte jamás dirá lo que somos, sino aquello que deseamos ser, todo aquello que echamos de menos".

Cierra el circuito exterior la única pieza que exhibe de su serie Utopía, basada en la fantasía impuesta de los parques temáticos, que alucinan ante la "saturación de información".

Y en el centro del recorrido, pese a ser autor de diásporas, su joker. El patio central contrapone en varios diálogos la evolución de esta figura mítica que siempre ronda su imaginario, que siempre está donde se le solicita, "como el comodín de la baraja", comenta su creador. Un joker a veces fustigador, como el de la escultura de sus principios, cuya cabeza es una sirena de policía, y del que también se exhibe aquel boceto que forma parte de la colección de Diputación. Ambos dialogan frente a su obra más reciente, en la que Chema Cobo cuestiona la "transparencia que tanto se demanda en la sociedad actual". Una transparencia que califica de peligrosa, controladora, como ocurre en las propias redes sociales, en las que todos se muestran y son vigilados, con la que cuestiona si realmente no será una forma de camuflarse.

Una figura que mandó a construir con ese aspecto de fallas valencianas, que seduce y embauca al espectador, que lo lleva al terreno que quiere. Un elemento veterano en su trayectoria, "amigo fiel, loco y cuerdo, el que usa la broma para ponerse serio", comenta la comisaria.

Un texto de Juan José Téllez complementa esta serie, en la que se exponen otras dos esculturas, y en la que su bufón cierra este recorrido paradójico, dual y ambiguo. Ese que aparece ante la ausencia de héroes, que usó como arma para combatir la mentira, explica Bulnes, con la que su autor "camina más seguro por los sinuosos caminos de la pintura contemporánea".

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