El mejor 'Alien' tras el fundador de Scott y el de Cameron

'Alien: Romulus' | Crítica

El uruguayo Fede Álvarez firma el último capítulo de la saga 'Alien'.

La ficha

**** 'Alien: Romulus'. Terror, EE UU, 2024, 119 min. Dirección: Fede Álvarez. Guion: Fede Álvarez, Rodo Sayagues. Música: Benjamin Wallfisch. Fotografía: Galo Olivares. Intérpretes: Cailee Spaeny, Isabela Merced, David Jonsson, Archie Renaux, Spike Fearn, Aileen Wu. 

Que un español, Juan Antonio Bayona, dirigiera una de las secuelas de Parque Jurásico y un uruguayo, Fede Álvarez, dirija una de Alien -dos obras maestras absolutas del cine fantástico- revela una consagración de lo latino en Hollywood sin precedentes. A Bayona podríamos sumar Jaume Collet-Serra, Juan Carlos Fresnadillo, Rodrigo Cortés, Alex y David Pastor o Paco Cabezas. El caso latinoamericano es aún más espectacular por los Oscar obtenidos por Cuarón, del Toro e Iñárritu. A este grupo de mexicanos se une, sin Oscar quizás por dedicarse a un cine más popular, el uruguayo Fede Álvarez que ha logrado con Alien: Romulus hacer la mejor película de la franquicia desde el original de Scott de 1979 (Alien: el octavo pasajero) y la primera secuela rodada por James Cameron en 1986 (Aliens) -entre las que, en un línea temporal, se sitúa-, incluidas la de Fincher en 1992 (Alien 3, de la que el director reniega), la de Jeunet de 1997 (Alien: resurrección) y las fallidas precuelas del propio Scott de 2012 y 2017 (Prometheus y Alien Covenant). No es poco mérito de Fede Álvarez superarlos a todos para situarse, como Cameron, como el mejor continuador de la obra maestra del 79.

No es, por supuesto, una película perfecta que la alcance: muy pocas películas logran cambiar la historia de un género. Tampoco la de Cameron lo era. Al igual que aquella es una inteligente explotación de las posibilidades espectaculares, dramáticas y terroríficas de la criatura. Separada de la de Cameron por casi 40 años, Alien: Romulus hace lo mismo adaptándolo a las expectativas del público masivo mayoritariamente joven con los ojos adiestrados en efectos especiales y videojuegos. Sorprender, fascinar y asustar en 2024 con efectos especiales es mucho más difícil que hacerlo en 1986.

Fede Álvarez -símbolo de la actual globalización del cine por haber saltado de Uruguay a Hollywood gracias a la difusión en las redes de un cortometraje que le valió ser contratado por Hollywood, donde triunfó con Evil Dead y No respires- apuesta por poner al gusto del día las dos primeras entregas con devoción hacia la primera y respeto a la segunda.

Sorprender, fascinar y asustar en 2024 con efectos especiales es mucho más difícil que hacerlo en 1986.

Como si llevara a los jóvenes espectadores de hoy a la película del 79, Álvarez conduce (para su desdicha) a un grupo de jóvenes prófugos -incluida una nueva Ripley- de un universo casi concentracionario y esclavista del que huyen al reducto del monstruo. Allí se desatará el previsible horror materializado en la que quizás sea la más original e influyente criatura monstruosa creada por el cine. 

Se le puede reprochar que su extraordinario arranque decaiga en originalidad y fuerza conforme la película avanza hacia senderos más seguros por más convencionales. No se puede atribuir a un guión impuesto, ya que lo firman él y su coguionista desde sus inicios uruguayos Rodo Sayagues. Quizás se deba a la voluntad de arriesgar lo mínimo para lograr el mayor consenso posible. Y lo han logrado: lidera la taquilla, como uno de los mayores éxitos del verano y del año, allí donde se estrena. Pero este decaimiento de su extraordinario arranque no impide, de ahí su éxito, que sea una excelente máquina de terror fantástico que hipnotiza, asusta e inquieta.

Con el mismo respeto o la misma veneración con la que Álvarez se remite a la obra maestra de Scott del 79, el compositor inglés Benjamin Wallfisch lo hace a la extraordinaria partitura de Jerry Goldsmith. Él ha definido su estupenda, eficaz y felizmente libre de chimpunes asustones banda sonora -es tan excelente su música sinfónica con apoyo electrónico como la utilización del sonido y los silencios por parte del director- como “una carta de amor a Goldsmith, Horner y Goldenthal que con sus músicas para esta franquicia tanto me impresionaron en mi infancia”. Sobre todo, a Goldsmith, de quien parece también conocer a fondo La profecía.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Borderlands | Crítica

Fallida gracieta

Lo último