La novela de El Torta

Biografía de El Torta | Crítica

Eduardo J. Pastor firma una apasionada biografía del mítico cantaor jerezano, desaparecido prematuramente, que se alimenta de recuerdos y entrevistas

El Torta en una actuación. / Grupo Joly
Juan Vergillos

08 de septiembre 2024 - 07:09

La ficha

'¡Qué sabe nadie!' Eduardo J. Pastor. La Baja Andalucía, 214 pp.

El autor trata de distanciarse en la nota introductoria del concepto tradicional de biografía, suponiendo que esto exista. Y, en efecto, no hay fechas, ni muchos lugares y nombres, ni títulos de discos, etc., que aparecen en las biografías al uso. Aunque sí hay una genealogía familiar, de los Moneo, Pacote para los chaneladores. O la fabulación del origen de su apodo artístico, que venía de un personaje jerezano llamado el Sargento Torta. Sus inicios profesionales en Los Cuatro Muleros o su paso por la compañía de Miguel de los Reyes. El capítulo de sus experiencias con las drogas es también de obligado cumplimiento. El libro se alimenta de conversaciones privadas pero también públicas, en prensa escrita, radios y televisión, que se especifican en las bibliografía, hemerografía y filmografía finales, destacando, en este sentido, los libros de Grimaldos y Gamboa, así como la biografía de Manuel Morao de Suárez Japón. No obstante, la mayor parte de su contenido procede de la fantasía y la memoria de su autor. Y se lee como una novela, está escrito con un ágil pulso narrativo. Que esté escrita en primera persona no quiere decir que sea una autobiografía, pese a que el subtítulo de la obra rece “Autobiografía sentimental de Juan Moneo Lara El Torta”. La biografía de Juan Martínez, por ejemplo, como la de Juan Belmonte, de Chaves Nogales, estaban escritas en primera persona. Pero no se presentaban, lógicamente, como autobiografías. Lo digo porque esto puede resultar confuso para algunos lectores. Es una biografía de El Torta escrita en primera persona por Eduardo J. Pastor. La diferencia con las de Martínez y Belmonte es que ésta se alimentó de un gran número de horas de conversaciones del bailaor y el torero con Chaves Nogales cuyos objetivos eran, precisamente, hacer sendos libros biográficos. La RAE define la autobiografía como “vida de una persona escrita por ella misma”. Esta se puede redactar en primera o en tercera persona: ¿cuántas gentes no hay que hablan de sí mismos en tercera persona? Aquí la primera persona es un recurso de ficción, la autoescritura, así que no es una autobiografía sino una biografía novelada con la primera persona como recurso narrativo. La novela del Torta. Un ser humano con una vida francamente novelesca.

Juan Moneo Lara (Jerez de la Frontera, 4 de septiembre 1952-Sanlúcar de Barrameda, 31 de diciembre de 2013) se dio a conocer al gran público flamenco en 1972 al obtener el premio por soleares en el Concurso de Mairena del Alcor. En los años ochenta trabajó en tablaos como Los Canasteros de Madrid o El Duende de Jerez, así como en el espectáculo Flamenco, esa forma de vivir, de Manuel Morao, del que salieron tantos grandes intérpretes jerezanos de esa generación. Pero el espacio natural de expresión de El Torta era su tierra. En solitario grabó los discos A compás de un nuevo alba (1984), Luna mora (1989), Colores morenos (1994) y Momentos (2007). En los tres primeros le acompaña Moraíto, pese a que en el segundo no aparezca acreditado, que fue su mano derecha y sin duda el guitarrista que mejor se identificó con su cante. El último es un registro en directo con la guitarra de su sobrino Juan Manuel Moneo. Participa también en los discos colectivos Nueva frontera del cante de Jerez (1973), Jerez, fiesta y cante jondo (1991), La Plazuela de los Moneo (1999) y VORS Jerez al cante (2012). También colaboró en el disco Morao y oro de Moraíto (Auvidis, 1992). Podemos disfrutar, asimismo, de su arte en el DVD Puro y jondo (2002) en el que se recoge al completo el programa de dicho título que hizo para Televisión Española. Es un tópico decir que los discos no pueden reflejar la verdad del directo de un intérprete y en el caso de El Torta la afirmación es cierta, ante todo, por la mala calidad general de sus registros. Y esto afecta tanto a lo que se refiere a su contenido como a la forma y la distribución del mismo. Lo que no logró el avezado Pepe de Lucía ni el gran aficionado Izquierdo lo hizo el ínclito Frédéric Deval para la discográfica francesa Auvidis: un disco redondo, sin duda el mejor de los suyos, de Juan Moneo El Torta. Se titula Colores morenos (1994) y se abre con la composición homónima de Rafael Fernández El Nene, basada en unas bulerías en modo mayor del Sernita, pero que Fernández, con El Torta y con los excelentes arreglos de Moraíto, llevan a otro lugar, a otro tiempo. Unas bulerías con estribillo, sí, como en su momento le afearon al cantaor. Pero ¡qué obra maestra! Si las dos entregas anteriores, como la siguiente, son hijas de su tiempo, con sus grandezas pero también con las deficiencias propias de las carencias en la producción, Colores morenos es una obra atemporal, que todavía se escucha, 30 años después, con la frescura y la inmediatez con las que fue creada. Además de la mencionada, el disco incluye unas bulerías tradicionales y una canción por bulerías compuesta por el propio cantaor, otro de los grandes momentos del disco. Incluye, también, alegrías, tangos, seguiriyas, tarantos, soleá, bulería al golpe, toná, martinete y bamberas.

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