El parqué
Nicolás López
Tono mixto
Tribuna Económica
La incertidumbre política cabalga sobre la economía de Europa. Tanto el FMI como la Comisión Europea pronostican una fuerte desaceleración económica de Europa en 2019. Esta vez son los factores geopolíticos los que hunden la confianza. La Comisión Europea prevé una caída del crecimiento del PIB de la Eurozona desde 1,9% hasta el 1,3%. Lo cual implica un frenazo del 31,5% del crecimiento interanual. La desaceleración no afecta a todos los socios por igual. Italia, Alemania y Holanda son las más afectadas. Italia está en recesión. La previsión es que acabe el año con un crecimiento interanual del 0,2%.
Los mercados financieros han perdido la confianza en un gobierno populista en rebeldía presupuestaria frente a Bruselas. La ausencia de reformas y el deterioro de la productividad están lastrando tanto el consumo como las exportaciones italianas. La prima de riesgo se ha disparado y la creciente carga financiera está ahogando el presupuesto público y la inversión empresarial. Pero lo que más preocupa es la brusca caída de las previsiones para Alemania desde el 1,8%, hasta el 1,1% en 2019. La producción industrial alemana se frena bruscamente. La amenaza proteccionista de Trump, la desaceleración del comercio internacional, la amenaza de un Brexit duro y la nueva normativa de emisión de gases están afectando a la producción industrial y a las exportaciones de automóviles.
Sorprendentemente España es la que mejor parada sale: 2,1 de crecimiento del PIB en 2019 y 1,9% en 2020. España y su presidente de gobierno resisten. El vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, afirma que la mayor resiliencia de España es debido a la mejora de la competitividad gracias a la moderación salarial, a la fortaleza de nuestros bancos, y a las reformas laboral y financiera.
Sería un error caer en la complacencia de que estamos fuera de peligro. La inestabilidad política se ha instalado en España con unos Presupuestos Generales rechazados y carentes de credibilidad, y un gobierno en minoría incapaz de acometer las reformas pendientes y abocado a un adelanto electoral. No es un buen caldo de cultivo para mantener la confianza de los mercados. España está creciendo y creando más empleo que el resto de Eurozona. Pero las condiciones financieras globales están empeorando, y ante un nuevo shock financiero España es especialmente vulnerable por su alta deuda pública, que se ha triplicado hasta alcanzar casi el 100% del PIB. Más preocupante todavía es su elevada deuda externa, que aunque se ha reducido en los últimos años como consecuencia de las menores necesidades de financiación y el saldo positivo de la balanza en cuenta corriente, todavía sigue estando muy por encima del 35% del PIB recomendado por Bruselas. La deuda neta externa de España alcanza el 84% del PIB y la deuda bruta el 167%.Necesitaremos más de 25 años con saldos positivos de la balanza en cuenta corriente para alcanzar el objetivo. Frente a una nueva crisis todavía somos muy vulnerables. Ante este escenario de incertidumbre necesitamos un gobierno estable: elecciones, cuanto antes mejor.
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