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El lunes de esta semana, el Consejo de la UE, institución que reúne a los representantes de los Gobiernos de los Estados miembros y que dispone de poderes co-legislativos en el complejo proceso normativo de la Unión, ratificó la Ley de Restauración de la Naturaleza. Esta es sin duda una de las mejores noticias de lo que llevamos de semana en un escenario internacional preocupante y cargado de señales negativas y ello por tres razones fundamentalmente. En primer lugar, por lo que representa esta norma en el plano medioambiental. Esta ley busca regenerar los ecosistemas degradados de los territorios de los Estados miembros para contribuir a alcanzar los objetivos climáticos y de biodiversidad de la UE y mejorar la seguridad alimentaria. A fin de alcanzar estos objetivos generales, los Estados miembros deben restaurar al menos el 30 % de los hábitats contemplados en la nueva ley para que pasen de un estado deficiente a uno bueno en 2030, porcentaje que aumentará progresivamente hasta 2050 cuando debe alcanzar el 90 %.
Con esta norma la UE se prepara adecuadamente para alcanzar los objetivos climáticos y de biodiversidad de la UE y cumplir sus compromisos internacionales, en particular los previstos en el Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal. En segundo lugar, la aprobación de esta ley ejemplifica la necesidad de respetar y apoyar las evidencias de la comunidad científica alejándose del negacionismo climático tan extendido en las redes sociales y fábricas de difusión de bulos que han incorporado con bastante éxito los partidos de extrema derecha como seña de identidad y que preocupantemente han permeando en otros sectores de la sociedad. En tercer y último lugar, esta aprobación es una buena señal del correcto funcionamiento del proceso legislativo europeo basado en complejos equilibrios. Una vez que la Ley había sido aprobada en el Parlamento Europeo algunos sectores del Partido Popular Europeo, posiblemente temerosos del auge de la extrema derecha, pusieron en cuestión lo acordado y amenazaron romper con lo pactado.
Hubiera sido extraordinariamente negativo bloquear la ley ya que hubiera mermado la confianza sobre la que se apoya el proceso co-legislativo europeo poniendo en cuestión los equilibrios sobre los que se basa el funcionamiento de la UE. Con todo, el final feliz de la historia deja algunos aspectos preocupantes, especialmente el alarmante giro de la derecha, vencedora en las últimas elecciones al Parlamento Europeo, hacia la extrema derecha. No obstante, la fuerte resistencia en las elecciones de otras fuerzas europeístas a pesar de las encuestas muestra la esperanza de mantener el camino emprendido por la UE de liderazgo internacional hacia un futuro más verde.
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