Visto y Oído
Emperatriz
Europa SUR ha puesto esta semana el foco en la montaña de escombros, de centenares de toneladas de peso, que Gibraltar acumula desde hace años en la cara este del Peñón. El origen de esos residuos es variado, aunque buena parte de ellos procede de las obras del túnel de 1,24 kilómetros de longitud construido bajo la pista del aeropuerto para el tráfico de vehículos. En esos trabajos, como es sabido, sus responsables se toparon con restos de combustibles y otros elementos contaminantes. Presumiblemente, toda la tierra, piedras y residuos extraídos acabaron formando parte de la citada montaña.
El Peñón lleva años estudiando qué hacer con esos restos, una vez descartada la posibilidad de deshacerse de ellos arrojándolos directamente al mar sin someterlos a un tratamiento previo. Las limitaciones espaciales de Gibraltar obligan a llevar a cabo estas tareas fuera de su territorio, por lo que solo tiene dos posibilidades: sacarlos por mar, con unos costes económicos notables, o por tierra, a través de la Verja.
De forma más o menos extraoficial, España se viene negando a permitir la entrada de esos escombros -y las sustancias presentes en ellos- porque proceden del citado túnel, ejecutado en el subsuelo del istmo ocupado ilegalmente por Reino Unido: la lengua de tierra que une el Peñón y La Línea, al igual que las aguas que rodean la colonia, no fue cedida por España en el Tratado de Utrecht. También cuentan otros dos factores: el grado de contaminación de esa tierra, un detalle que con dinero se puede resolver, y, sobre todo, que desde el Brexit, Gibraltar no forma parte de la UE.
La situación puede cambiar si, finalmente, se firma el tratado internacional que a ratos y desde octubre de 2021 vienen negociando Bruselas y Londres para la integración del Peñón en el espacio Schengen europeo de libre circulación: sin una Verja que separe la Roca de su vecina España, los escombros podrían entrar en esta última sin demasiadas dificultades.
(Paradójicamente, el Gobierno de España está permitiendo a diario, sin decir ni pío, la entrada de camiones cargados de piedras, procedentes de canteras localizadas en la provincia de Málaga, para construir una escollera sobre aguas cuya soberanía reclama nuestro país. Cosas veredes).
Volviendo a la montaña de escombros, Gibraltar ha apostado por que habrá acuerdo entre la UE y Reino Unido y por ello ha puesto sus ojos y dinero en una antigua cantera situada en Los Barrios, convertida en planta de tratamiento tras una costosa inversión. Su explotación corre a cargo de una empresa domiciliada en La Línea, Agencia de Medio Ambiente Campo de Gibraltar SL, tras la que se haya una de las firmas más potentes de Gibraltar, Monteverde. Para más señas, desde enero pasado, el proyecto cuenta con la autorización ambiental unificada por parte de la Junta de Andalucía.
De ver la luz el tratado, los escombros harían un viaje de ida y vuelta al Peñón, puesto que su destino final sería servir como relleno para construir el lujoso -y espantoso- East Project... Sobre ese mismo mar que España reivindica como propio y bajo su soberanía exclusiva. Seguro que, de ser a la inversa, encontraríamos las mismas facilidades.
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