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El PMI (Purchasing Managers’ Index o Índice de Gestores de Compras) es un indicador económico que se elabora a partir de encuestas mensuales a los directores de empresas importantes en cada sector, proporcionando una visión rápida y anticipada de las tendencias económicas en el sector privado. Los valores del PMI van de 0 a 100, con un punto de referencia en 50; por encima, indica expansión o crecimiento en la actividad; por debajo, refleja contracción o bajo crecimiento. El de septiembre, en la Eurozona, ha vuelto a caer, de los 45,6 de agosto a 44,8.
Supone una continuación en la contracción de la actividad manufacturera del bloque europeo. El PMI viene registrando valores en terreno negativo por 27 meses consecutivos. Fundamentalmente el deterioro se debe a la economía alemana, cuyo PMI bajó a 40,6, reflejando los problemas estructurales en la industria manufacturera. España, sin embargo, aumentó a 53 puntos en septiembre, mejorando desde los 50,5 de agosto, apuntando un alza durante ocho meses consecutivos, destacándose como una “excepción” dentro de la Eurozona debido a su mayor demanda y optimismo empresarial.
Para el futuro más inmediato, la guerra entre Israel e Irán podría tener un impacto significativo en las economías europeas, sobre todo a través de incrementos en los costos de insumos, interrupciones logísticas y una reducción en la confianza empresarial y de los consumidores. De esta forma, los índices PMI, tanto a nivel regional como global, podrían continuar o intensificar sus valores en terreno negativo.
La evolución que registre este indicador es uno de los datos esenciales que el Banco Central Europeo tiene en cuenta para tomar sus decisiones sobre política monetaria. La clara señal de debilidad económica que está mostrando la Eurozona podría influir en una bajada más agresiva de los tipos de interés. En principio, esta contracción económica podría estar ejerciendo una presión a la baja sobre los precios, con una disminución en la creación de empleo y en la confianza empresarial, todo ello empujando la inflación a la baja.
Pero también es posible que, aunque el PMI siga cayendo, la inflación repunte. En este escenario, el BCE se enfrentaría a un dilema de política monetaria conocido como estanflación, donde coexisten la inflación alta y la desaceleración económica. En este caso, tendría que meditar cuidadosamente sus decisiones. Si bien su mandato principal es controlar la inflación, un PMI en contracción sugiere que apretar demasiado podría agravar la desaceleración económica. La estrategia dependería de la evolución de la inflación subyacente, de cómo se perciban las causas de la contracción económica (factores temporales o estructurales), la elección de instrumentos financieros más allá de los tipos de interés y lo que hagan los otros bancos centrales, especialmente la Reserva Federal.
En definitiva, el BCE se encontrará en una situación extremadamente delicada si se produce una escalada de un conflicto como el de Israel e Irán, ya que podría exacerbar tanto la inflación como la desaceleración económica. La semana que viene se celebrará una nueva reunión del Consejo de Gobierno del BCE. Veremos.
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