Visto y Oído
Funeral
Visto y Oído
La Madrugá sevillana fue vista este año en Canal Sur por 155.000 espectadores, 13.2% de cuota, cifra total parecida a la del traslado del Cristo de Mena desde Málaga en la mañana del Jueves Santo, así como el inicio de la noche, que tuvo casi 20% de cuota. Al cabo de casi 40 años son momentos que reúnen a los andaluces y que tienen una audiencia mayor si se suman los que siguen las procesiones en las cadenas locales. La Semana Santa es el gran prime time de las cadenas de proximidad. El gran momento de la ventana que da a nuestra calle.
Las retransmisiones cofrades trasladan sentimientos y recuerdos a una audiencia que en estos días, posiblemente, no puede estar presente en las aceras por enfermedad, trabajo, compromisos. La Semana Santa televisada, que a ojos extraños (tal vez ignorantes) puede parece rutinaria y lenta, es servicio público hecho con el corazón, de ahí que se valore especialmente el empeño y el esmero. Un esfuerzo que en las respectivas cadenas locales llegar a ser el momento de más reconocimiento y repercusión de todo el año.
Mientras, en ese mundo paralelo de cariz venenoso como es el de las redes sociales se ha llevado estos días buscando confrontación sobre la religiosidad, la calidad o el sentido de nuestras expresiones de la Semana Santa. Lo habitual. Perfiles, alguno con carácter robótico otros con carácter de seres insidiosos, que pretenden herir y polemizar por asuntos que tenemos superados. Y si es ya buscar la comparación entre localidades, entre comunidades, el debate entra en un patetismo que no merecería explicaciones.
Nuestra Semana Santa, la de cada población, la de cada uno, presente o vivida en una pantalla, no admite verificaciones frías, ni justificaciones. No admite interpretaciones ajenas. No admite observaciones maliciosas ni insultos. Nuestras procesiones son sentimientos colectivos, catarsis del corazón de cada uno compartida con los demás.
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