2025, año de incertidumbres

02 de enero 2025 - 03:05

Queridos lectores de esta columna, les traslado a todos los mejores deseos para este año 2025 que acaba de empezar. Es habitual los primeros días de un año tratar de hacer un ejercicio de predicción sobre cómo se plantea este período localizando los ejes clave sobre los que pivotará la agenda internacional los próximos doce meses. Cuando abrí el archivo en blanco, ese era mi propósito inicial esbozando las ideas de partida sobre las que escribir mi columna. Pero lo cierto es que una vez abierto el archivo debo reconocer con toda la humildad que no voy a ser de capaz de proporcionarles una guía sobre la que entender y prever lo que pasará en 2025.

La gran característica de este año que empieza es la inestabilidad. Parece claro que el factor principal de incertidumbre es lo que sucederá a partir del 20 de enero, fecha de posesión de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, que tendrá consecuencias globales. He leído versiones diferentes de lo que se prevé el mandato de Trump 2.0, que habitualmente se enmarcan en estas tres líneas generales: una continuación de su política errática del primer período, una radicalización total de sus postulados o bien, una contención pragmática adaptando sus postulados a la realidad. Lo cierto es que nadie lo sabe porque la principal característica de Trump es su inconsistencia y falta de credibilidad. La designación de los futuros miembros de su gabinete nos da una pista sobre la previsible transformación de una democracia hacia una plutocracia, el gobierno de los ricos, que transformarán el interés general en su propio interés particular. En el ámbito internacional, su reconocido desprecio hacia los marcos multilaterales nos adelanta una importante crisis de funcionamiento del sistema de Naciones Unidas y de la OTAN como estructura de defensa de Occidente. Por otra parte, su colusión con Putin, su oligarca y dictador preferido, augura malos tiempos para Ucrania, que previsiblemente tendrá que aceptar la pérdida de alrededor de un 20 % de su territorio.

Tampoco pinta bien para la estabilidad regional de Oriente Medio, para el pueblo palestino y para las fuerzas democráticas en Israel. Si llegara a desencadenar la guerra arancelaria que promete, la desaceleración económica probablemente sería global, paradójicamente con consecuencias más negativas en los propios Estados Unidos. Por supuesto, la UE sufrirá la pérdida de un aliado clave en un momento de enorme fragilidad institucional y debilidad política.

Estaremos muy atentos al resultado de las elecciones en Alemania que se celebrarán en febrero, así como a la evolución política en Francia con los últimos estertores de Macron. Con todo, seamos moderadamente optimistas. Esperemos un buen año 2025. Por cierto, ¿será el del acuerdo sobre Gibraltar?

stats