La Rayuela
Lola Quero
Nadal ya no es de este tiempo
El artículo 22 del Plan de Ordenación del Territorio del Campo de Gibraltar establece con carácter de directriz que se habrá de estudiar la localización de un futuro aeropuerto en la comarca, que también dé servicio a la Costa del Sol Occidental, como establece el Plan de Ordenación Territorial de Andalucía, en su artículo 68.1.b.
Las normas del citado Plan Territorial regional, además, prevén tal infraestructura conectada a la red portuaria (para el transporte de carga aérea) como apoyo al nodo logístico del Estrecho y del Campo de Gibraltar, y como estrategia conjunta con el norte de África e incluso Gibraltar. Podría ser sede además de otros servicios aéreos desperdigados por Andalucía (Sasemar, Inspección Pesquera, contraincendios, DGT, Policías, etc…).
Nada de eso se consiguió ni se estudió, limitándose la inversión aeroportuaria en la zona a nuestro helipuerto instalado en una terraza, como si no hubiera espacio en otras zonas más francas. Al menos ya tenemos código aeroportuario (AEI).
Bien es cierto que desde la aprobación de tales planes se han visto aeropuertos infraaprovechados en toda la geografía española (quizá por errores en su localización), pero también se ha visto un aumento exponencial de pasajeros y carga en los últimos ejercicios.
Nuestro cercano aeropuerto de Málaga recibió en 2023, unos 22 millones de pasajeros y 500 vuelos al día en temporada alta. Este año se superará tal cifra y ya se atisba el acercamiento a su capacidad máxima operativa, que es de 30 millones al año. Y seguro que un porcentaje importante de tales viajeros tienen como destino final Marbella, Estepona, esta comarca, Gibraltar o el norte de África.
Además, uno se pregunta el empeño de seguir pretendiendo el uso conjunto del aeropuerto de Gibraltar, más aun con las insuperables taras que presenta en cuanto a tamaño, afección de la meteorología a su única pista, político-administrativas (por su condición de aeródromo militar y por la conflictiva gestión de la frontera), y de otra índole. El aeropuerto, que se sitúa en zona hurtada a España, nunca podrá ofrecer lo que este área necesita, eso es obvio.
Así que puestos a esperar prosperidad compartida, debería ser España la que ofreciera un aeropuerto que atrajera a esta parte de la verja el negocio que tiene el de Gibraltar, y no al contrario. La lógica lo impone, además de nuestras propias necesidades que no se han de plegar a la gestión caprichosa del gobierno de Picardo.
Seguramente quien lea todo esto pensará que al que suscribe se la ha ido la olla, que no nos arreglan la vía del tren con cachondeo presupuestario continuado como agravante, y que vamos a pedir un aeropuerto. Quizá tengan razón, pero es lo que muchos queremos para esta zona: inversiones, futuro, empleo y anhelo de prosperidad. Pura quimera.
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