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Algeciras es la ciudad sin río. José Juan Yborra documentó hace algo más de un año con fotografías de Miguel Ángel del Águila en Europa Sur el proceso por el que el río de la Miel fue soterrado y dividido en dos desde Pajarete. La decisión se tomó en la década de los 70 para solucionar a las bravas un problema que ya venía de lejos porque los olores nauseabundos ya se dejaban notar 40 años antes debido a los vertidos de fecales.
Tapamos el río y se acabó. Lo mismo se hizo dejando a la ciudad sin paseo marítimo para construir el Llano Amarillo, levantando edificios altos en torno a la Plaza Alta y dejándola sin su antigua vista hacia el mar y Gibraltar o llevándose el estadio de fútbol a un polígono industrial. Una medalla para todos los servidores públicos que permitieron estas barbaridades urbanísticas.
El río de la Miel se tapió desde Pajarete, pasando por Agua Marina hasta la estación de tren y desembocando en el Paseo de la Conferencia. Este cauce soterreado se dejó como aliviadero y el cauce principal se desvió en línea recta desde Pajarete, bordeando La Bajadilla, hasta La Charca, pasando por La Reconquista, donde desemboca junto al Llano Amarillo. Una obra faraónica para tapar un problema de olores.
En la actualidad el Ayuntamiento lleva a cabo una serie de obras hidráulicas para eliminar injerencias en la red. El objetivo es que no lleguen aguas residuales al litoral y mejorar el bombeo hasta la depuradora. Las actuaciones se han llevado a cabo en el doble cauce del río de la Miel, que en Pajarete pierde su entorno idílico y se convierte en el gris de las placas que lo cubren en esos primeros metros de barbarie.
Hace algo más de una década el Ayuntamiento anunció que iba a reformar el último tramo del antiguo cauce del río de la Miel, en la Villa Vieja, y muchos pensaron que por fin se iba a acabar con una de las grandes fechorías urbanísticas que se cometieron en la ciudad. La zona se adecentó, pero con más gris y con unas estructuras de acero corten, ese que tiene aspecto oxidado, que le dieron el nombre del Paseo de los ahorcados.
Aprovechando que el río no tendrá injerencias y teniendo en cuenta los fondos europeos que llegan para fomentar zonas verdes o regeneración de espacios no estaría de mal que el Ayuntamiento, apoyado por las distintas administraciones, se planteara el reto de descubrir el río de la Miel. Al menos la desembocadura, recuperando así una seña de identidad de una ciudad que nació a ambos lados de su cauce.
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