Notas al margen
David Fernández
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Muchas veces echo el freno de mano de mi cabeza y me detengo a pensar en cosas que no entiendo, que me superan, y que, de seguro, tienen una explicación sencilla, sólo que yo no tengo la suficiente formación para comprenderlas. Son cosas que fluyen en nuestro día a día y cuya incomprensión me hace sentir más ignorante que nunca, más endeble, más vulnerable. Me pierdo en la lógica, rebusco y por mucho que lo intento no consigo encontrar los argumentos serios y formales de aquellos asuntos que no pasan mis tragaderas y que, por desgracia, siempre hallo explicaciones si busco en la pillería, en la impunidad y en la poca vergüenza de aquellos autores que están detrás de cada una de las tropelías.
Estoy seguro que tú, querido lector, entiendes perfectamente el porqué de casi todas las cosas y que esta reflexión de hoy sólo dejará al descubierto mis vergüenzas, mis limitaciones, pero es que soy incapaz de tamizar, desde la pureza del pensamiento, cómo una empresa puede estar pidiendo hoy "limosna" a la administración para pagar a sus trabajadores y al día siguiente sonriendo en todos los medios de comunicación mientras ondea la bandera de nuevos récords en sus ganancias multimillonarias.
Ya os digo que seguro que existe una explicación sencilla y comprensible. Debe ser así, de lo contrario, los representantes de los trabajadores estarían levantándose a puro grito un día sí y otro también para reivindicar que estas triquiñuelas "legales" de la empresa no se produzcan un año tras otro.
Pero es que a uno se le queda la cara de tonto contemplando la impunidad con la que se actúa y lo mismo son estos que ahora no desvelo, pero que seguro conoces, los que seguirán ondeando la bandera del trabajo y el ecologismo en el Campo de Gibraltar.
Y tampoco es necesario que os recuerde nuestros índices de cáncer, alergias y otras enfermedades abundantemente afincadas en nuestras familias mientras las petroleras han multiplicado por tres sus beneficios tras la invasión de Ucrania o, esos bancos que han dejado a miles de personas de sus oficinas cerradas en la calle y que están más ricos que nunca reventando a las familias con comisiones y subidas abusivas en las hipotecas.
En fin, que eso de que "más sabe el diablo por viejo" pues no va a ser verdad en mi caso, porque conforme voy cumpliendo años descubro que cada día necesito más formación para entender la inteligencia de esta camarilla que nos trata a todos como a tontos.
Y que conste que cada uno de estos protagonistas tienen conocidos nombres empresariales que evito para poder decirte lo que te digo y que, entre tú y yo, ni ellos son tan listos ni nosotros somos tan chiflados. Eso sí, cómplices inteligente tienen por todos los despachos de Sevilla y Madrid.
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