Confabulario
Manuel Gregorio González
L os Reyes idos
El interés mostrado por Inditex ante el Gobierno de España para impulsar la llamada autopista ferroviaria Algeciras-Zaragoza supone un espaldarazo clave para el transporte de mercancías del puerto más meridional de Europa. Cada año atraviesan el Estrecho de Gibraltar en ambos sentidos a bordo de ferris 400.000 camiones -más de mil al día- que en su mayoría utilizan la A-381 para conectar con Jerez y, desde allí, con Sevilla y otros destinos.
Una vez que la autopista ferroviaria esté lista al completo en el segundo semestre de 2024 -con los túneles adaptados en altura, las catenarias correspondientes, etc- los remolques de esos camiones podrán cruzar España de sur a norte en tren, agilizando la intendencia portuaria, aliviando las carreteras de vehículos pesados y reduciendo enormemente la huella de carbono.
Inditex mueve entre 10.000 y 12.000 camiones al año por el Estrecho, a una media de más de 30 vehículos al día, que llevan a Marruecos las telas y demás materiales y que regresan a la península con las prendas ya confeccionadas. El plan de la compañía textil pasa por la construcción de un gran centro logístico a 5 kilómetros del aeropuerto de Zaragoza -el tercero de España por volumen de carga movida- con una inversión de 80 millones de euros.
El de Inditex es un proceso que guarda muchas similitudes con los seguidos por otras empresas de su mismo sector, como Mango, Cortefiel, Desigual y alguna que otra francesa, además de los gigantes del automóvil Renault y Peugeot, firmas aeronáuticas y de frutas y verduras. Todas ellas generan un flujo constante de operaciones comerciales entre España y Marruecos que ni tan siquiera se vio suspendido durante la pandemia. Es más, si algo demostró la crisis de la Covid son las ventajas de la proximidad, como lo demuestra que algunas de esas compañías han hecho el viaje de ida y vuelta a Marruecos tras migrar su producción hacia China y el sudeste asiático en busca de menores costes, regresando al país norteafricano al cabo de unos años al comprobar que la lejanía respecto a sus mercados resulta al final más cara.
Este panorama demuestra varias cosas: en clave comarcal, que buena parte del presente y futuro del Puerto de Algeciras pasa por algo más que por el movimiento de contenedores en los muelles puesto que el tráfico ro-ro y la exportación e importación de mercancías tienen amplias posibilidades de crecimiento; en relación con Marruecos, que Tánger-Med, además de una competencia directa con Algeciras como puerto hub, es también un aliado imprescindible para conectar las dos orillas del Estrecho.
En esa relación de complementariedad con el país vecino -donde hay instaladas 200 empresas españolas y otras 20.000 hacen negocios- las relaciones diplomáticas son clave. Nunca está de más recordar los efectos que aún perduran de la visita que los reyes de España hicieron a Marruecos en 2019 y que dio pie a la firma de once acuerdos bilaterales entre los dos gobiernos. Los hechos demuestran que todos ganamos cuando los intereses políticos se alinean con los colectivos y tienen su reflejo en las inversiones públicas.
Por lo demás, manifestaciones de esta semana como las del presidente de la patronal valenciana, Vicente Boluda, rechazando que el Ramal Central ferroviario forme parte del Corredor Mediterráneo -y, por ende, que el dinero de la UE se destine a ese tramo clave que incluye la Algeciras-Bobadilla- demuestran que contamos con poderosos adversarios, pero también que vamos por buen camino.
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