Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Los grandes estrategas
En el Campo de Gibraltar existe una importante población de ciervos, gamos, corzos, muflones y cochinos asilvestrados. Este sería el orden relacionado con la cantidad salvo que los cochinos estarían a la altura de los ciervos.
Es curioso que las referencias bibliográficas no citan el ciervo ni el gamo los siglos XVIII y XIX. Sí antes. Los podemos encontrar desde las pinturas rupestres hasta las ordenanzas de Castellar del Siglo XVI.
¿Qué paso en estos dos siglos en los que no hay datos de su existencia? Se plantean dos posibles motivos que explicarían esa desaparición. El primero sería la alta presencia de población humana en el ámbito rural que disponía como fuente de alimentación gratuita de estas dos especies. El segundo se refiere a la presencia del lobo, confirmada en los siglos XVIII y XIX, el cual es un importante predador de ciervos y gamos. El lobo desapareció a principios del siglo XX, en una acción promovida por los ganaderos, debida a los daños que sufrían en sus reses.
Entre 1950 y 1960, varias fincas introdujeron ciervos desde Sierra Morena y Extremadura. Anteriormente, en 1913, el Duque de Medinaceli los trajo a su finca La Almoraima desde Doñana. Entre 1970 y 1980 se introdujeron los gamos y algo de muflones desde distintos puntos de España.
Una variada y rica vegetación junto a un clima benigno ha facilitado el desarrollo de estas especies. La realidad actual es que sus poblaciones se han disparado y actualmente son altas en gran parte del Parque Natural Los Alcornocales. De hecho se encuentran en densidades superiores a las recomendadas por el plan comarcal de esta área cinegética. Esto está teniendo consecuencias en la regeneración de la vegetación. Especialmente preocupante es la recuperación del alcornoque. El alcornoque está sufriendo la famosa "seca" con una pérdida muy importante de árboles. La única solución que actualmente existe es asegurar la regeneración de bellotas y plantón, tanto de modo natural como con repoblaciones artificiales. Pero esto no es viable con la alta densidad de herbivoría salvaje existente en el parque que los consume constantemente.
¿Cómo se pueden bajar estas densidades entonces? La caza puede ser un instrumento, pero la realidad nos confirma que no acaba de ser la solución. Desde los años 80 del pasado siglo se empezaron a generalizar las monterías como caza masiva y la realidad es que las poblaciones de estos herbívoros han seguido creciendo.
Hay quien comenta la posibilidad de recuperar las poblaciones de lobo como regulador natural de ungulados. Tema controvertido debido a los intereses ganaderos y también cinegéticos.
Actualmente la única solución viable es la protección de las repoblaciones de plantones de alcornoque con malla cinegética. Esto ha provocado llenar nuestros montes de mallas, lo que tampoco resulta grato.
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