Ojo del muelle
Rafa Máiquez
Ya tenemos el lío formado
Con estas líneas quiero recordar la figura de la artista Blanca Orozco, de la que el pasado 28 de enero se cumplieron dos años de su fallecimiento, y que, aunque nos dejó de forma prematura, fue y es, a mi parecer, uno de los mayores exponentes de las artes plásticas actuales del Campo de Gibraltar.
A Blanca Orozco (1976-2019) la calificó el poeta, escritor y periodista Rafael Viso (1957-2009) como uno de los seres humanos con la más bella sensibilidad de cuantos conozco. Y efectivamente observando la vida y obra de la artista se comprende lo acertado del juicio de Rafael Viso al que Blanca diseñó la portada de su libro Destierros, tintas y mástiles (Fundación Municipal de Cultura José Luis Cano, Algeciras 2008).
Toda la obra de Blanca Orozco, desde los inicios de sus primeras exposiciones, está empapada de una especial sensibilidad poética. La misma artista nos lo dice: "la poesía siempre ahí, detrás de toda mi obra" (Cartas a Eolo, febrero de 2011).
Muy preocupada por la naturaleza (ahí está la muestra que bajo el sugerente título de Los pájaros pintan el cielo presentó en la Galería Nando Argüelles de Sotogrande, en San Roque, en agosto de 2012) nunca fue una artista académica, pese a ser Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla, lo que se puede observar ya desde 2009 en una exposición, realizada en Berlín, titulada Tränen Palast (lágrimas de palacio) conjunta con Fátima Conesa, porque como ella misma nos dice su obra se mueve entre una figuración muy personal y una abstracción más bien lírica (Arteinformado, junio 2014). Efectivamente y tan es así que algunas de sus obras me recuerdan mucho el trabajo de Mark Rothko (1903-1970).
Sin embargo su obra considerada globalmente fue, en cierto modo, metaartística queriendo decir con ello que no se limitó al campo del arte stricto sensu sino que abarcó otros aspectos; verbigracia su notable labor en el campo de la docencia con su Taller-Escuela libre de pintura para artistas adultos y niños mayores de cuatro años.
"Me encanta enseñar, pero con mucha libertad, y no concibo mis talleres sino como un espacio para la expresión y la creatividad… Siempre tiene que haber una base y una técnica, claro, pero el concepto de academia clásica no va conmigo" (Blanca Orozco, agosto 2018, en la entrevista que le hizo Rosario Pérez Villanueva para la revista Alcance con motivo de su exposición Pedes in terra ad sidera visus - Los pies en la tierra y la mirada en el cielo - expuesta desde marzo hasta diciembre de 2018 en el conjunto arqueológico de Baelo Claudia)
Blanca nunca se arredró ante nada ni nadie. Evoco, ahora con sentimiento, un ya lejano febrero de 2014, cuando le pedí que presentara en Sotogrande, ante un público muy numeroso, un libro del que era autor y me sorprendió por la maestría y soltura de la presentación.
Unos meses más tarde, a fines de mayo, se presentó el libro en Tarifa, también de su mano, en un emblemático edificio del siglo XVII, el mismo espacio donde se exhibía su muestra titulada El cielo sobre ti y recuerdo que al final de su presentación Blanca me regaló el manuscrito original del libro ilustrado con pinturas de la propia artista. Lo que prueba su generosidad pues nada le había pedido y era yo el agradecido por haber, gentil y generosamente, accedido a presentarme.
También me ayudó, y presentó en abril de 2016, en una charla que pronuncié (El escritor y el hombre. Cervantes en el IV centenario de su fallecimiento) con ocasión de tal evento, siempre con su habitual pericia, alegría y sonrisa que tanto le caracterizaba.
¡Y cómo no recordar aquellas reuniones! En su casa de Tarifa, en el campo, con esas vistas de ensueño del Estrecho y en las que agrupaba no solo amigos sino también a renombrados artistas, escritores, periodistas… reunidos en torno a la mágica figura de Blanca.
Pero, volviendo a la obra de nuestra artista, quiero hacer hincapié en algunas de sus muestras, a mi juicio, reveladoras de su exquisita técnica y vastos conocimientos.
Debo confesar que hasta que no vi su exposición No lo leas ahora que presentó en el Centro Documental José Luis Cano de Algeciras del 17 de abril al 31 de mayo de 2015, solo tenía una vaga idea de la figura de Marga Gil Roëset (1908-1932), escultora de vanguardia, dibujante (alguno de sus dibujos sirvió a Antoine de Saint-Exúpery para ilustrar El principito) y poeta española enamorada imposible de Juan Ramón Jiménez (1881-1958) por cuyo amor se disparó un tiro en la sien el 28 de julio de 1932. Era una lírica, bella, enervante, reivindicativa y bien elaborada muestra de la que decía Blanca: "en el breve y sencillo montaje, que pretende alejarse de los tradicionales conceptos de exposición, predomina el uso de papeles y documentos antiguos, palabras sueltas que van hilvanando el mundo emocional y artístico de Marga Gil que, por un momento pasa a ser también el mío, pero sobre todo sí quiero que haya en esta muestra un sincero y rotundo homenaje a Marga Gil".
En la antes citada exposición Pedes in terra ad sidera visus en el conjunto arqueológico de Baelo Claudia - y que solo la enfermedad impidió que pudiera visionarse en la ciudad romana de Itálica (Sevilla) - reunió más de 30 cuadros de diferente formato fruto de un trabajo de investigación sobre la villa romana de Bolonia. Una muestra en la que existía un diálogo permanente entre pasado y presente a través del acueducto de Punta Paloma, del Teatro o triada de templos e incluso de las antiguas ánforas romanas que albergaban el preciado garum. A través de sus cuadros la vida volvió a las ruinas de Baelo.
Desde el 11 de mayo hasta el 6 de julio de 2018 presentó bajo el título Lo que renace en la sala de exposiciones de AlCultura en Algeciras una muestra en la que combinó de manera muy aguda su pintura, con los poemas de Elena Mateos - nieta del eximio poeta Manuel Fernández Mota (1924-2015) - y el espacio-tiempo del bellísimo vídeo de Manuel Águeda.
Una exposición compuesta por cuadros de gran y pequeño formato, sobrados todos de exquisitez y belleza, y en los que por la temática tratada, el método de abordarla, la sensibilidad y estética de su planteamiento me recordaron la obra de la sevillana Carmen Laffón y sobre la que publiqué un artículo en Europa Sur el miércoles 6 de junio de 2018, pág. 50. Fue su última exposición en vida.
Evoco ahora su figura entre los versos del final del poema Scherzo para un elfo del poeta sevillano Luis Cernuda:
Aún creo ver tus ojos,
Tras las desnudas cimas,
Por el aire profundo
Y ya frío, con la noche
Que imperiosa se alza
(*) Eduardo Sáenz de Varona es Doctor en Derecho y miembro del Instituto de Estudios Campogibraltareños
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