El mundo de ayer
Rafael Castaño
Tener un alma
En 1968 el Reino Unido accede a la independencia de Mauricio, situada en el Indico suroeste, pero sin la transferencia de una parte de dicho nuevo estado, esto es, del archipiélago de Chagos, retenido con fines militares. Sus siete paradisíacos atolones, pasan a formar parte del llamado Territorio Británico del Océano Indico, con capital en la Isla de Diego García, nombrada así por su descubridor moguereño, allá por 1544.
Desde 1967 hasta 1971, el gobierno de Su Graciosa Majestad, ejecutó el destierro de los 1.700 autóctonos de Chagos. Así, impidió volver a los chagosianos que salían por razones médicas; también comenzó a restringirse la entrada de alimentos y medicamentos, envenenamiento de animales y todo tipo de coacciones, con el fin último de que se consumase el total desalojo de la isla por sus legítimos moradores civiles. Tras conseguirlo, se militarizó la isla, instalándose una base conjunta britanico-estadounidense. La Corte Internacional de Justicia y la Asamblea General de la ONU reconocen la soberanía mauriciana, y califican como ilegal la ocupación. A día de hoy, los deportados siguen sin poder volver a su isla, para mayor orgullo del imperio.
Pero sin irnos tan lejos, recordemos que igual expulsión sufrieron los llanitos durante la II Guerra Mundial. El gobernador de la metrópoli los consideró mouths useless (bocas inútiles) en la Gibraltar militar, y fueron enviados a regañadientes a Irlanda del Norte, Marruecos, Jamaica, etc…, en condiciones más que lamentables, en muchos de los casos. A algunos no se les permitió volver hasta 1951. La memoria selectiva permite olvidar el maltrato británico, teledirigiendo el gobierno gibraltareño su odio hacia España.
Pero en estos momentos que ahora vivimos, como ayer apuntó el director de este diario, es de nuevo el Reino Unido el que pone en peligro la propia identidad y subsistencia de su colonia. España, en cambio, está siendo sumamente generosa y comprensiva con Gibraltar, incluso en contra del parecer comunitario.
Sería el momento que el gobierno de Picardo comenzara a revisar su parecer respecto a nuestro país, más aún cuando el llanito está sumamente ligado a España en general y al Campo de Gibraltar en particular, su área de relación natural en todos los sentidos. Y también es el momento de considerar que la coseberanía y la doble nacionalidad, con plena automonía gibraltareña, es la única solución al enorme problema creado por Cameron.
Doña María Magdalena qepd, abuela de Fabian Picardo, tanto amó a España que bordó incluso la bandera republicana que ondeó en el buque José Luís Díez, en el bloqueo del Estrecho. Su nieto seguro que mantiene algo de amor a esa bandera, aunque le cueste reconocerlo.
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