Estrechamente
Margarita García Díaz
Salud y alegría
Me encanta la campaña para hacer visibles a las mujeres científicas con la finalidad de que las niñas tengan referentes, por ejemplo una mujer astronauta, sí, me parece magnífico. Lo malo va a ser cuándo se enteren de qué va la película. Para empezar un sistema de notas inflacionario va a coartar su vocación real, es decir, si una mujer saca 9 ó 10 puntos en el bachillerato, al sumar la selectividad no llegará aunque tenga unas calificaciones excepcionales verbigracia a estudiar Medicina, y quizá otra con medio punto más la estudie por no desperdiciarla, sin ningún tipo de afición ni vocación, y ya se sabe. Después seis carísimos años de Universidad, con alquileres locos o colegios mayores públicos más caros que los alquileres, un año preparando el MIR, por un sueldo de unos 1.700 euros al mes, probablemente desplazada y sin tener un futuro profesional claro.
La empresa privada da tantas variaciones como casi personas existen, pero sólo las carreras consolidadas (con experiencia) están bien remuneradas y no siempre, una estudiante universitaria sabe que cuando salga cualquier otra trabajadora ganará lo mismo o más que ella, siendo cierto que su futuro podría ser mejor, aunque trabajar tanto para compartir un piso cutre en una ciudad no es lo que imaginaban...
Para pertenecer a la “élite” investigadora sacrificarán sueldo, miles de horas de estudio, de preparación técnica, de demanda de competencia profesional, de responsabilidades extremas, no tendrán prácticamente estabilidad (siempre contratos largos por proyectos, trampas de incertidumbre), sin reconocimiento explícito de ningún tipo, exigencia de todas partes, presión para publicar en lugares de “prestigio” (pagando) y así conseguir más proyectos y no ir al paro (olviden vocación, interés común o Humanismo)...
Ya sé que a todo el mundo no le va igual y que hay quien prefiere esto. Hay gente “pa tó”. Pero yo creo que urge un estatuto del personal investigador sobre todo para que proteja, compense y garantice que quien inicie esa carrera se pueda sentir respetada y con un futuro, lógicamente vinculado a los centros universitarios (tan llenos de Cornelios Nepotes).
Querido Gobierno, ¿qué tal si garantizamos por Ley que la investigación no se deba cubrir con falsas becarias que en realidad están trabajando (además de formándose)?, ¿y si ponemos unos mínimos salariales dignos y acordes con el nivel de formación y responsabilidad, incluso algo más y que eso rinda para lo Público?, ¿qué tal si hacemos una carrera profesional clara y no veleidosa (peleas de Departamentos) que haga ver un horizonte profesional prestigioso a quienes tanto se esfuerzan? La mujeres ya no querrían sólo ser personajes, querrían poder bregar con libertad y garantías, y aportarían todo su trabajo al bien común, que no debe ser poco: miren las estadísticas de Premios por estudios en todas las etapas... y vean quiénes mandan.
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