Andar y contar
Alejandro Tobalina
Rutina
Condeno a Hamás. Empiezo así porque hablar hoy día de algo relativo a Israel implica hacer un ejercicio constante de repetición de esa frase, aunque lo que no termina de quedarme del todo claro es cómo algunas presuntas y poderosas personas, hayan sido capaces de ver armas de destrucción masiva en Irak, cuando no las había, para meternos en una guerra por dinero, y ahora no sean capaces de ver un genocidio de la escala del que se está produciendo en una de las puertas traseras de Europa.
Condeno a Hamás, por si a alguien se le olvida. Y me pregunto también cuándo hemos pasado de personas a bestias sin conciencia ni moral; cuál ha sido el detonante para que, de repente, consideremos razonable, justo y proporcional matar a población civil, masacrar a niños, a médicos, a periodistas, a rehenes, a quien quiera que asome por allí. Y como curiosidad cabalística, ¿si Israel devuelve prisioneros con 12 ó 13 años la pregunta obvia es con qué edad los metieron en la cárcel?
Condeno a Hamás, de nuevo. Es imposible, inevitable, pensar en el Holocausto nazi (ése que algunos negacionistas también niegan, como las vacunas, el teorema de Pitágoras o la forma de la Tierra) y no percatarse de las semejanzas y las mismas miradas hacia otro lado; os anticipo que muy pronto muchos se preguntarán cómo no vieron venir semejante atrocidad mientras colocan ramitos de flores y osos de peluche sobre tumbas sin nombre. Durante el Holocausto las personas eran sus números tatuados en la piel, aquí ni eso, pero son los mismos números, no personas con nombres, con miradas y vida. Sólo números, que a los números es más fácil despersonalizarlos.
Condeno a Hamás, que creo que aún no lo he dejado claro. Y por eso me extraña que siempre sean los mismos los que azuzan a los perros de la guerra, los que enarbolan mensajes patrioteros con banderas absurdas mientras en su corazón sólo les cabe el IBAN de su cuenta corriente.
Condeno a Hamás por quinta vez. Y como soy de natural curioso, no dejo de preguntarme si hoy día, con luz y taquígrafos (aunque Netanyahu y sus esbirros se empeñen en impedirlo) se perpetra atrocidad tras atrocidad, cuál será el relato verdadero de tantos holocaustos como se han disfrazado de conquistas para la humanidad. Y alguno de esos sí que lo padecimos cerca, no en desiertos remotos ni en montañas lejanas.
Condeno a Hamás, por si alguien lee sólo la primera parte de los párrafos, tanto como condeno a quienes consideran que sus enemigos no tienen Derechos y que la ONU debe estar a su servicio y no al de la Justicia, que los Derechos Humanos son una milonga y que robar, violar, saquear y asesinar es un mandato divino. No tengo esperanza alguna y ya no me queda alma de contemplar callado tanto sufrimiento.
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