El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
Superioridad femenina
Tribuna abierta
Este martes, la Junta de Andalucía tomó unilateralmente, o eso dicen, la decisión de trasladar 27 abuelos de la residencia de mayores de Alcalá del Valle a la residencia de tiempo libre de El Burgos de La Línea. Esto causó un gran revuelo en la ciudad del Campo de Gibraltar y provocó indignación y malestar entre los vecinos linenses.
Sin embargo, como linense, no sentí indignación. Sentí vergüenza. Si me dicen: voy a mandarte 27 contagiados de coronavirus, de riesgo, que seguramente tengan que ir a la UCI de tu hospital -sin casos de coronavirus previos, por cierto- lo primero que hago es llevarme las manos a la cabeza. ¿A quién se le ocurre tal decisión? ¿Cómo es posible que una ciudad que está cumpliendo con el confinamiento, que no tiene casos de contagio ni importados ni autóctonos reciba tal regalo? ¿Ese es el nivel de los que nos dirigen? ¿Es que nadie va a tomar una decisión sensata en esta crisis? Es que me parece increíble mover a 27 abuelos más de 150 kilómetros para llevarlos a una ciudad limpia de coronavirus.
Ahora. Pensándolo en frío. La Línea no tiene ningún caso activo de coronavirus, el hospital, nuevo, tiene camas y personal disponibles. La residencia de El Burgo está cerrada, porque si no lo saben, la Junta quería cerrarla y ya solo abría los veranos. Pero ese no es el caso. El personal que se hará cargo del cuidado de los mayores seguramente sea subcontratado de fuera, luego los riesgos serán mínimos. Si todo se hace bien, no debería existir ningún riesgo. Si todo se hace bien, claro.
Y es que, pese a comprender ambas posturas, ayer sentí vergüenza. Algunos de los vecinos que se congregaron a las puertas de la residencia Tiempo Libre, llegaron incluso a apedrear a los agentes del orden que escoltaban a dichos abuelos. Provocando que, en redes sociales como Twitter, se difundieran noticias de pedradas a agentes del orden, imágenes en la que se veía un grupo de ciudadanos increpar a los agentes del orden pidiendo la devolución de los abuelos a Alcalá del Valle. Incluso llegó a organizarse una cacerolada desde las casas. Esto provocó, como es obvio, un aluvión de críticas a nuestra ciudad generalizando la conducta de unos como la de todos.
Les digo, y por eso escribo a este diario, los vecinos que ayer mostraron un enorme egoísmo (provocado por el miedo, dígase también), lo hicieron, pero no en mi nombre. Los vecinos que supuestamente apedrearon, que mostraron su rechazo al traslado de los abuelos a la ciudad de La Línea no lo hicieron en mi nombre. Y hago mía la voz de los muchos linenses que nos esforzamos día si y día también por mejorar la imagen de nuestra ciudad, por mostrar que, eso que dicen que somos la Medellín del sur no es cierto. Somos una ciudad acogedora, somos una ciudad abierta, somos una ciudad singular por nuestras características geográficas, sí, pero una ciudad normal y corriente.
Entiendo, y espero que entiendan, el miedo que existe alrededor del coronavirus. No voy a justificar las pedradas. Jamás. Pero los casos de contagios por coronavirus no hacen más que multiplicarse y los muertos aumentan a cada día que pasa. No solo aquí, en todo el mundo, sin que nada ni nadie pueda dar con una forma de pararlo. Si a eso le suman los diez días de confinamiento que llevamos, la incertidumbre generada por el posible cierre de la Verja de Gibraltar, dónde trabajan 11.000 de los 70.000 habitantes de La Línea, entenderán que la situación es dura. No más dura que la que pueden vivir en Alcalá del Valle, Madrid, Vitoria o Igualada. Quizás no, pero dura igualmente. E insisto, con esto no quiero justificar el comportamiento de mis paisanos.
Con esto quiero decirles, y lo hago seguro de que la mayoría del pueblo de La Línea está de acuerdo conmigo, que el pueblo de La Línea de la Concepción está tan encantado como preocupado de ayudar a los abuelos de Alcalá del Valle. Encantado, porque en estos momentos debemos sumar entre todos y ayudar para pasar esta crisis sanitaria que atravesamos. Preocupados, porque un riesgo que veíamos relativamente lejos haya llegado de golpe a nuestra ciudad y personificado en 27 abuelos alcalareños. Pero siempre ayudaremos. Porque somos gente acogedora. Gente que sabe lo que toca. Gente que ha sufrido cómo le cerraban la Verja de Gibraltar de la noche a la mañana, dividiendo familias, y ha seguido adelante. Gente que visto cómo 1 de cada 3 vecinos se iba al paro con la crisis de 2008, y ha seguido adelante. Gente que ha visto cómo la única fuente de ingresos propia posible, que es el turismo, no llega nunca porque ciertos sectores de la ciudad se empeñan en darnos fama de narcotraficantes a todos los linenses. Gente, que al final de cuenta sólo quiere que su ciudad mejore. Quizás seamos unos locos.
Los que ayer apedrearon a la policía no lo hicieron en mi nombre, no lo hicieron en nombre de los muchos linenses que compartirán esta publicación para mostrarle a los abuelos alcalareños, a los vecinos de Alcalá del Valle en general y a toda España, que cuando se nos necesita arrimamos el hombro. Ojalá, y en esto seguro que también están de acuerdo mis paisanos.
Ojalá, cuando todo esto pase, aquellos que se acordaron de nosotros para pedirnos la residencia que querían cerrar, se acuerden de nosotros cuando seamos los linenses los que pidamos ayuda. Ojalá.
Vamos a salir de esta. Juntos. Porque siempre lo hacemos. Ya buscaremos responsables, si es que hay que buscarlos, cuando todo acabe, pero ahora, sumemos. En mi nombre, bienvenidos, abuelos.
@enriquemesa_ Linense. Gestor de Proyectos en la Universidad de Córdoba y estudiante de doctorado en sistemas de compliance en la Universidad de Burgos.
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