Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Los grandes estrategas
Entre el Carnaval, el día de los enamorados y los actos cuaresmales de nuestras hermandades se nos ha colado el problema del campo. Pero, ¿el campo tiene un problema? Desde La Atunara a la casa en la que habito había múltiples huertos, ahora solo queda uno. Lo curioso es que el uso sigue siendo agrícola, aunque ya no queda ninguna verdura.
El campo no tiene solo un problema, tiene unos pocos. La escasez de mano de obra, pocos son los jóvenes que se quieren dedicar al primer sector; la poca rentabilidad, ellos se llevan el sudor y otros el beneficio; los acuerdos comerciales con países fuera de la Comunidad Europea y con una competencia desleal, ya que no cumplen las normas comunitarias, la sequía, etc.
Lo vi por televisión estando en casa cortando queso. Pero no fui el único, también le ha pasado al Gobierno de España y al de Andalucía. Mientras no nos toque el problema directamente seguimos cortando queso en casa.
Pedro Navarro, joven agricultor, el que se puso a la cabeza de la tractorada del Campo de Gibraltar, nos recuerda que no son actos festivos: “Estábamos defendiendo nuestro futuro, no paseando a los Reyes Magos”. Aunque no se vea, parte importante de la economía del Campo de Gibraltar es de la agricultura y de la pesca.
Con la cantidad de información que tenemos al alcance de nuestras manos no miramos si las manzanas vienen de Iberoamérica, las patatas de Egipto o los tomates de Marruecos. Pero cuidado, plantearnos un puro proteccionismo es un puñal de doble filo. Tirar tomates es un acto criticable, da igual que se realice en Francia o en España.
No nos llama la atención cuando vemos a políticos, normalmente de la oposición, intentando encabezar cualquier movimiento social, laboral que realice críticas. ¿Por qué no usaron su escaño antes? ¿Lo hacen de corazón o es teatro?
También suena ridículo cuando el presidente nombra “Fachoesfera” todo lo que no sea aplausos a sus directrices. El campo andaluz, español y europeo tienen muchos problemas. Todos los políticos están en sus puestos porque han querido, y cobrando lo que ellos quieren (ellos se ponen el sueldo), deben dejar a un lado sus trincheras y trabajar conjuntamente, porque este no es el problema de cuatro señoritos andaluces, sino un problema tanto del campo como de los que comemos del campo.
¿Se terminarán las tractoradas con subvenciones? Puede ser, pero el encarecimiento de los productos agrícolas, aunque no lo cobren los agricultores, lo pagamos todos en la cesta de la compra.
Los políticos deben estar tranquilos, al pueblo le mueve más la entrada de un macaco de Gibraltar que la droga, las colas de la seguridad social, el paro, la falta de medicamentos, la subida de tasas…
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