Escuela rural La Polvorilla

11 de octubre 2023 - 00:00

El artículo 46 de nuestra Constitución dice: “Los poderes públicos garantizarán la conservación y promoverán el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España y de aquellos bienes que lo integran, cualquiera que sea su régimen y su titularidad”. Básicamente, establece la responsabilidad de todos, tanto instituciones públicas como de los ciudadanos, en salvaguardar y transmitir dicho patrimonio a las generaciones futuras. En resumen, el artículo 46 es una garantía para que la historia y la cultura española se preserven y se transmitan, reconociendo y protegiendo el legado que estas representan para la identidad y el desarrollo de la nación.

Un ejemplo admirable en el ejercicio de esta responsabilidad es el de la Asocación Enclave Rural La Polvorilla, que ha tomado la iniciativa de restaurar y poner en uso un edificio emblemático en el ámbito rural de Los Barrios: La escuela rural La Polvorilla, que fue construida en 1952 y su último curso académico se desarrolló en los años 1977/1978. Para entonces casi todas las familias se habían trasladado a vivir al casco urbano de Los Barrios y ya no quedaban alumnos. Gracias a ella muchos niños, y también adultos, pudieron formarse en los elementos básicos del conocimiento. Esta escuela se encuentra en un lugar atractivo de nuestro parque natural Los Alcornocales y fácil de acceder: junto a la autovía Los Barrios-Jerez en la cola del pantano de Charco Redondo. Esta asociación está recogiendo el testimonio de personas que fueron alumnos en la escuela y también de profesores. Entre estos últimos hay alguno que cuenta una realidad un tanto dura sobre la forma de vida en la vivienda anexa del maestro. Sin embargo, como es común en las gentes de esa época ligadas al campo, guardan un buen recuerdo. Hay un comentario que se repite en todos los maestros entrevistados: los niños de ese ámbito rural eran muy nobles y agradecidos.

En la construcción de la escuela, además de personal contratado, colaboraron desinteresadamente muchos vecinos del lugar: realización de zanjas para la cimentación, recogida de piedras para la estructura, transporte de material, etc. Según he podido comprobar, en algunas entrevistas a personas que se criaron en esta época, el nivel de convivencia y colaboración era muy alto. Los niños se desplazaban desde sus casas dispersas por el monte, la mayoría andando por veredas y caminos, algunos hasta 7 kilómetros entre ida y vuelta. En algunas ocasiones en tiempos de lluvia y con el terreno enfangado. En el edificio de la escuela también se oficiaron servicios religiosos: Misas, bodas y bautizos. Esta asociación también tiene proyectado el uso público de zonas cercanas diseñando un itinerario cómodo que transcurre por zonas donde se pueden ver hornos de pan y casas de aquella época.

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