El mundo de ayer
Rafael Castaño
Tener un alma
Tribuna de opinión
Agosto. Calor tórrido. Colas de varias horas para entrar y salir de o hacia Gibraltar. Protección Civil en La Línea y funcionarios del servicio equivalente del Gobierno de Gibraltar atendían a las personas necesitadas de agua y servicios médicos o personales en un espectáculo impresentable. Son 14.500 trabajadores (9.000 de ellos españoles) los que pasan la verja/frontera de España con el territorio gibraltareño cada día. Son millones los turistas que también lo hacen por tierra. La disparidad de renta per cápita es muy distante entre ambos lados de la verja. El índice de desempleo también lo es, con un diferencial muy desfavorable para el Campo de Gibraltar. Un aeropuerto, con restricciones, espera un uso más provechoso para el conjunto de la población y para los negocios y mercancías de toda la zona. Polígonos creados para el desarrollo industrial permanecen en San Roque, Los Barrios y La Línea aguardando desde hace años la implantación de industrias y almacenes que den mayor actividad a la economía y trabajo a las personas. Una política, pausada por motivaciones políticas, de cooperación policial, fiscal, medioambiental, etc., lastra la eficiencia en todos estos campos tan fundamentales.
¿Cuál debe ser el objetivo de un servidor público ante estas situaciones? ¿Cuál debe ser el norte de un político responsable que tiene delante de sí estos graves problemas?
Lo primero y capital tiene que ser tener presente a las personas. Su bienestar, su mejora económica, social y cultural. La principal inquietud debe ser por igual –porque están íntimamente relacionadas– la preocupación por el empleo y las infraestructuras del trasporte y las comunicaciones en el Campo de Gibraltar y el fomento activo de la calidad de la convivencia entre las dos comunidades.
El conjunto de elementos expuestos al principio –paso por la verja, trabajadores transfronterizos, diferencial de desempleo, aeropuerto, industrias, cooperación, etcétera– exigen una porosidad en las relaciones, una cooperación reforzada porque pueden ser vasos comunicantes que refuercen los puntos débiles de la comarca. Lo mismo que nuestros puntos fuertes son la privilegiada posición en el mapa y nuestro puerto, la debilidad son las infraestructuras, especialmente las ferroviarias.
¿Qué se ha hecho? La política de García-Margallo fue nefasta. Llegó con ideas preconcebidas, apretó las clavijas en la frontera y echó por tierra los Acuerdos de Córdoba. El propio Partido Popular se aburrió de su política que no conducía a ninguna parte y lo relevó. La política de Dastis, su sucesor, fue realista y empezó a preparar el Brexit y a pensar en las personas. Su entrada coincidió en el tiempo con la proposición no de ley que tuve el honor de presentar en el Congreso y que consiguió un amplísimo respaldo y contemplaba “establecer un marco institucional consensuado para lograr una estrategia de Estado sobre Gibraltar, sin llevar a cabo acciones, de manera unilateral, que puedan condicionar en un futuro la posición negociadora de España” y “utilizar el marco del Congreso de los Diputados como lugar necesario para establecer un consenso básico sobre cuál es la posición de España respecto a Gibraltar, manteniendo y reforzando el consenso parlamentario sobre las iniciativas que se tomen al respecto”.
Todas las medidas del ministro García-Margallo fueron unilaterales. Toca retomar el consenso pensando prioritariamente en los ciudadanos. Cuando la situación de la ciudadanía y de la comarca del Campo de Gibraltar mejore notablemente –para lo que es necesaria una implicación presupuestaria e institucional estatal y autonómica, que está avanzando notablemente– la equiparación en renta y en empleo mejorará entre las dos partes de la frontera y la interlocución será más equilibrada.
Frente a hostigamiento, desarrollo propio. Frente a matar a cañonazos las fuentes existentes de riqueza, política concreta de planes de empleo, de ayudas constantes a la industrialización y presupuestos con euros contantes y sonantes para el desarrollo de nuestras infraestructuras y de la cohesión social en el Campo de Gibraltar. Desmantelar los grupos que arrastran por el lodo a nuestra comarca es prioritario, tanto como ayudar a las organizaciones que vertebran el entramado social de nuestra tierra.
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